Desde el piso treinta y siete al piso cincuenta y dos, fue difícil para Ottar y Viggo, ya sea por el tamaño de cada piso que incrementaba cada vez que bajaban o por la fuerza de los monstruos. Llegar al piso treinta y siete les había tomado un poco más de un día, pero después de eso el ritmo de avance se redujo drásticamente. Viggo y Ottar ya llevaban dos semanas bajo tierra, luchando y sobreviviendo con lo que tenían a mano. Lo mejor de todo fueron los anillos y armas que fabrico Kain para ellos. Cumplieron su rol y aguantaron el duro avance. Sin embargo, al llegar al piso cincuenta y dos, Viggo y Ottar se vieron sobrepasados.
El piso era una mezcla de desierto rocoso, sin mucho que ver y con mucha oscuridad. Sin embargo, lo que realmente elevaba la dificultad, era la gran cantidad de dragones que rondaban por los alrededores.
Viggo y Ottar notaron a un enorme dragón rojo con dos alas y cuatro patas. Debe haber medido cincuenta metros de largo desde la cola a la cabeza. Ambos miraban desde un pasillo en la parte baja de una enorme pared de roca. Se apoyaron en las paredes y se deslizaron hasta quedar sentados en el suelo y soltaron suspiros de cansancio.
-¿Qué hacemos?- preguntó Ottar apoyado en la pared de la izquierda
Viggo apoyado en la pared de la derecha lo quedó mirando con el ultra espadón apoyado a la derecha de Ottar. Tenía un rostro cansado, Viggo no pensaba que el tuviera una cara mejor. Viggo levantó su mano derecha y extrajo de su anillo la botella de Estus que le quedaba.
-Oye- protesto Ottar desde el frente, pero Viggo no le puso cuidado. Este último abrió la botella, le dio un largo sorbo y se la lanzó a Ottar, quien la atrapo con su mano derecha. Ottar quedó mirando a Viggo y después miró la botella, solo le quedaba un trago más y abrían acabado la provisión de Viggo. Todavía quedaba la botella de Ottar, pero aún quedaba el viaje de vuelta ¿Estarían bien?
-Bebe- dijo Viggo con una expresión seria acentuada por su cabello rojo y mirada seria. Ottar lo quedó mirando a los ojos, asintió y bebió lo que quedaba del Estus. Después le lanzó la botella a Viggo y este último la atajo en el aire y la guardo dentro de su anillo. Viggo miró a Ottar y le preguntó -¿has luchado contra dragones?-
-Nunca tan grandes- respondió Ottar
-Entiendo, bien, lo más probable es que estos dragones sean muy viejos, eso quiere decir que sus escamas son duras, muy difíciles de penetrar-
-¿El punto?-
-Déjame terminar- dijo Viggo con el ceño fruncido, Ottar asintió en calma y Viggo continuo -lo importante es que esto será una lucha de aguante. La membrana de sus alas se puede considerar dura, pero cien veces más blanda y fácil de cortar que las escamas-
-En pocas palabras, hay que atacar a sus alas de tal forma que se desangren. Al mismo tiempo, correr por nuestras vidas-
-Si quieres jugar con el dragón y probar tu fuerza, por mi bien, yo te estaré mirando desde un lugar seguro-
-Idiota-
-Ok, pero hablando en serio, solo veo uno. Tú a la izquierda y yo a la derecha, atacamos por ambos lados. Si ves que escupe fuego, te apartas lo más rápido posible-
-Cállate, no soy idiota, no tienes que decirme lo obvio-
-Bueno, Ottar el gran aventurero. Lo que sea, lo que quiero preguntar es: si hay más de un dragón ¿Te puedo dejar solo o necesitamos retroceder y reformular?-
Ottar frunció el ceño y le dijo -¿Quieres un puñetazo en los dientes?
Viggo también frunció el ceño y respondió -lo digo en serio, son dragones, nos convertirán en carbón si nos lanzan su fuego-
Ottar agacho la mirada evaluando sus propias habilidades y después lo miró a los ojos -hasta dos, si hay tres o más dragones, es un retroceder y reformular la estrategia. No creo que sea prudente luchar con más que eso-
-También creo lo mismo- dijo Viggo, se puso de pie y extrajo de su alma las espadas del caos. Tenía un mango para el uso de una mano, guardamanos con forma de calavera con largos colmillos, una hoja con forma de cimitarra de treinta centímetros de ancho por un metro de largo y filo en ambos bordes.
Ottar se levantó del suelo, tomo el ultra espadón por el mango y miró a Viggo. Este último asintió, Ottar respondió de la misma manera y salieron de la cueva a lo que era un desierto con algunas rocas de cinco o seis metros de altura, pero más pequeña que los enormes dragones que rondaban por el piso. Viggo y Ottar avanzaron a paso lento, revisando los alrededores y buscando señales del dragón que vieron hace unos minutos. No fue muy difícil de encontrar, la enorme estatura, las escamas rojas y los temblores de sus pisadas ayudaron a identificarlo.
Viggo señalo con la espada izquierda hacia el dragón y Ottar asintió, ambos se fueron alejando del otro, moviéndose por detrás de las rocas y rogando para que no hubiera más dragones en las proximidades. Los temblores de las pisadas del dragón fueron más sonoros y las vibraciones viajaban por la tierra hasta llegar a la planta de los pies de Viggo y Ottar y subir por todo su cuerpo.
Por su parte, Viggo se demoró un par de minuto en llegar a cien metros del dragón rojo. Para su mala suerte, la criatura estaba mirando en su dirección, así que solo pudo asomar sus ojos para mirar. Era solo un dragón, ni siquiera había alcanzado la eternidad, lo cual quito un enorme peso de la mente de Viggo. Si hubieran sido dragones eternos ni siquiera se hubiera planteado luchar ¿Hay algo que pueda herir a esas cosas? Sí, debe haber algo, pensó. Seguro su padre tiene la respuesta, pero aquella vez, su tonto yo no hizo las preguntas adecuadas y quedó fascinado por el archidragon eterno. Aunque claro, tampoco se culpa, no todos los días vez a un dragón crecer al nivel de las montañas nevadas y de un manotazo botar una.
Viggo tomo una profunda respiración, apretó el agarre sobre las espadas del caos y miró por la esquina de una gran roca al dragón rojo. Debía tener en cuenta, las fauces, las patas y la cola, todas cosas con que lo podían atacar, sin contar el fuego que podía lanzar por sus fauces. Por último, las largas y prominentes alas. Se veían un tanto escamadas, solidas, pero seguro eran cien veces más blandas que tratar de cortar las escamas del cuerpo. De repente el dragón se detuvo, Viggo se puso tenso y vio al dragón girar su largo cuello para mirar a sus espadas. Entonces vio a Ottar correr hacia su cola.
-Idiota- grito Viggo saliendo de la cobertura, corrió con todas sus fuerzas y vio como el dragón abría sus enormes fauces dejando escapar llamaradas para después rugir y soltar un torrente de llamas. Ottar se movió del lado derecho posterior del dragón al lado izquierdo, eso redujo el rango de alcance, pero algunos girones de llamas pasaron cerca de él, quemándole la piel. Como su ataque no tuvo éxito, el dragón se dio un rápido giro de cuerpo completo barriendo con su cola el suelo. Ottar saltó por encima de la cola, pero el dragón al girarse lo ataco con su pata frontal izquierda. Ottar puso el ultra espadón por delante y recibió el impacto. Fue enviado a volar y se estrelló contra una piedra.
Al mismo tiempo, Viggo a provecho de correr con todas sus fuerzas, saltó a la cola del dragón y se subió al lomo. El dragón giro su cabeza y soltó una llamarada sobre su propia espalda. Viggo saltó por encima y lanzó su espada del caos derecha. La cadena atada al pomo se extendió varias decenas de metros mientras el fuego pasaba por debajo de Viggo. La espada se clavó en la membrana de las alas, produciendo dolor e interrumpiendo el ataque del dragón. Viggo aprovecho y tiro de la cadena en su mano derecha para impulsarse hacia las alas del dragón. Ese movimiento lo hizo estrellarse contra las alas, pero como pensó, la membrana era blanda, como varios pliegues de seda uno debajo del otro. Viggo clavo ambas espadas del caos en el ala e hizo fuerza hacia abajo para rajar las alas. La herida fue de dos metros de largo, pero fue suficiente como para que el dragón se pusiera a sangrar como si le hubieran cortado la garganta. Rosewisse y las valkirias tenían razón en proteger sus alas con esa aparatosa armadura, era una zona delicada y frágil.
El dragón grito de dolor y se dio la vuelta cayendo sobre su espalda y girando hasta quedar de nuevo en pie. Vio a Viggo tirado en el suelo, aplastado y manchado de sangre. No era la de Viggo, pero la del dragón. Sin embargo, eso no le importo al dragón. Este último se sentó en sus cuartos traseros y lleno de aire sus pulmones hasta duplicar sus dimensiones. Iba a lanzar una llamarada que calcinaría a Viggo en un solo soplido. Sin embargo, en ese momento Ottar saltó a su espalda mientras sostenía el ultra espadón con ambas manos y lo descargo a la mitad de las alas, produciendo un largo corte de cinco metros de largo. Eso hizo rugir al dragón y alertar a los otros dragones que andaban por el piso.
Ottar no perdió tiempo, cayó al suelo, incremento el tamaño de sus músculos lo más que pudo en el menor tiempo posible y lanzó un corte a la canilla de la pata izquierda del dragón. Eso rompió el equilibrio del dragón y cayó de espaldas. Ottar aprovecho de correr con todas sus fuerzas, alcanzar a Viggo y salir corriendo para meterse entremedio de las rocas y alejarse del área hasta volver a la cueva que estaban inicialmente.
Ottar no miró atrás en ningún momento, solo corrió con Viggo sobre su hombro izquierdo mientras lo sostenía con su mano izquierda y llevaba su ultra espadón en su mano derecha. Ya cuando no pudo seguir escuchando los rugidos del dragón ni sus pisadas furiosas mientras los buscaba, se detuvo y sentó a Viggo contra la pared de la derecha. Ottar lo miró de cerca y vio a Viggo con el rostro ensangrentado y respirando con dificultad. Tenía la nariz aplasta, un brazo suelto y una pierna torcida en un ángulo extraño.
-Tranqui…lo- dijo Viggo con dificultad mientras trataba de respirar -pronto, me recuperare-
Ottar soltó un suspiro y cayó sentado sobre su trasero -maldición, Viggo, casi me das un susto de muerte- dijo
-Yo, también, tuve miedo-
-Claro que tuviste miedo, idiota, te cayó un puto dragón encima- grito Ottar enojado, pensó que Viggo iba a ser más precavido y no cometería un error tan estúpido. Sin embargo, se tranquilizó y lo entendió. Aquella criatura, para ser tan grande, era demasiado rápida. Ottar saco la botella de Estus de su anillo, la destapo y se acercó a Viggo -vamos, hermano, bebe- dijo y le dio de beber a Viggo. Este último solo pudo abrir la boca mientras el estus entraba a su sistema y ayudaba a sanar sus heridas.