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19.57% VIGGO / Chapter 65: Tendencias del alma 1.63

Capítulo 65: Tendencias del alma 1.63

Una vez que Semiramis eligió y apartó 10 piedras preciosas, una tiara, un collar y un cetro, guardó el resto de las joyas en el interior del cofre. Por otro lado, sacaron todos los papeles de la mesa y colocaron todas las joyas y piedras que eligió Semiramis. Entonces Viggo miró las joyas una por una, empezando por el exquisito rubí del tamaño de un ojo y lo elevo para mirarlo a contraluz.

Al mismo tiempo, Semiramis como toda una experta le fue relatando los detalles que la llevaron a creer que sería algo invaluable. Ya sea por el tamaño, el color, peso, pureza y forma, cada piedra preciosa era la mejor. Después siguió con la piedra aquamarina, una esmeralda, un zafiro hasta señalar diez piedras preciosas.

Viggo miró a Semiramis con una gran sonrisa y después tomo las piedras para meterlas en una bolsa de cuero que llevaba en su cintura. Sin embargo, Semiramis se levantó y le dio una fuerte palmada en la cabeza.

-¡¿Estás enfermo?!- grito Semiramis -una cosa es que el general sea tan estúpido que no sepa cuidar de estas cosas, pero otra muy diferente es que te enseñe y tú las sigas tratando como cosas normales ¿Querías dinero para construir una ciudad? Bueno, con esas diez joyas puedes fundar una nueva Atenas. Así de valiosas son-

Viggo se sobo la cabeza mientras sonreía con incomodidad. Nunca pensó que Semiramis sería tan estricta con el trato de cosas como las piedras preciosas. Bueno, ella tiene razón. Si estas cosas se dañan si quiera un poco, sería como para querer morirse.

-¿Cómo las guardo?- pregunto Viggo

-Busca o manda a comprar una caja alargada, en lo posible que tenga un compartimiento individual para cada piedra. Entonces acolchas el interior y vas colocando cada piedra en su propio espacio. De esa manera, si la caja se golpea, mueve o se agita, la piedra mantendrá su integridad y belleza-

-Lo siento, en serio-

-No lo sientas, es tu dinero. Si no me haces caso, será tu perdida-

Semiramis se sentó en la silla con la pierna y los brazos cruzados. Mirando hacia el balcón con un toque de molestia.

Por su parte, Viggo pensó que su movimiento inicial fue inteligente, pero puede que con este descuido haya echado a perder el buen ambiente que había generado. Así que trato de cambiar el tema. Primero tomo la tiara y la levanto para mirarla a contraluz. Entonces aprecio la diadema hecha de oro puro, de la cual emergían hojas de laurel finamente diseñadas y entrelazadas formando una red frontal que tenía cinco centímetros de alto. A lo ancho de la corona había pequeñas piedras de rubí que, a su vez, eran rodeadas por pequeños diamantes. Sin embargo, Semiramis lo ignoro dando a entender que no explicaría nada más. Así que Viggo continuo por su cuenta mirando el grueso collar de oro de eslabones rectangulares con un gran rubí en el centro. Después el cetro que debe haber medido unos 60 centímetros de largo, con una cabeza con forma de diamante y un gran rubí en la punta.

Después de mirar los objetos, volvió a tomar la tiara y se la quiso poner en la cabeza. Semiramis se adelantó y le arrebato la tiara de las manos.

-Idiota, esto fue hecho para una mujer- lo regaño Semiramis

-Ya lo sé, pero en tu tocador tienes algo en que mirar el reflejo. Quería ver el aspecto que tendría todo junto-

Semiramis miró hacia otro lado completamente indignada, después soltó un suspiro y miró a Viggo con una expresión de cansada. Asintió y le dijo -yo me lo pondré para que veas como queda-

Entonces Semiramis se fue al tocador y por primera vez en dos días vio su aspecto. Se sorprendió en un principio, miró hacia atrás a Viggo y negó molesta. Después fue a una fuente con agua que tenía a un lado del mueble. Primero se lavó la cara, después se sentó en el tocador y se peinó mientras veía su reflejo. Escucho unos pasos, miró hacia atrás y vio a Viggo avanzar por la habitación y sentarse en el borde de la cama, a sus espaldas. Él solo sonrió con una expresión inocente como si solo estuviera mirando y nada más. Semiramis frunció el ceño y pensó que, si él la quería abrazar, le pegaría la patada de su vida. Semiramis siguió peinándose durante media hora hasta quedar conforme y después fue a la mesa. Trajo la tiara, el collar y centro de vuelta al tocador y mientras veía su reflejo, se puso el collar. Después se puso la tiara y quedo congelada por un breve momento.

Después de unos segundos, se recobró de sus pensamientos y tomo el cetro. Entonces miró algo que algún día pudo ser, pero que se perdió sin que ella se diera cuenta. Solo paso de repente, llego una nueva esposa para el príncipe y poco a poco la fueron ignorando. Después la nueva esposa comenzó a discutir con ella y se enemistaron. Tuvieron una fuerte discusión en donde el príncipe la defendió a ella y Semiramis quedo humillada delante de todos. Entonces la inculparon de un negocio que se llevó a cabo por otra persona dentro de la ciudad. Ella en su orgullo, cedió muchas de sus joyas para pagar las perdidas. Incluso si el problema era de alguien más y se lo estaba atribuyendo a ella. Iba a ser la reina y tenía que dar un buen ejemplo. Sin embargo, sus problemas solo continuaron incrementándose poco a poco hasta que tomó la decisión de luchar por el poco poder político que le queda. No obstante, ya era demasiado tarde y para cuando se dio cuenta, solo era ella y Scheherezade dentro del palacio del príncipe. Todos se habían alejado de ella como si fuera una leprosa. Por otro lado, el príncipe en su "magnanimidad" la repudió y exilió para que pudiera conservar su vida.

Semiramis frente a la placa metálica que reflejaba su aspecto comenzó a llorar. Se llevo la mano izquierda a la cara y se cubrió los ojos mientras derramaba lágrimas. Al instante siguiente sintió unos cálidos brazos que la abrazaban por detrás. Ella se dio la vuelta y miró a Viggo, su cabello rojo, sus ojos azules y su expresión de preocupación. Lo beso y él le siguió el ritmo. Se besaron durante varios minutos, abrazados como si quisieran permanecer así para siempre.

Semiramis empezó a detener poco a poco sus besos y se apartó de Viggo. Le dio la espalda y dejo el cetro en el tocador. Después se quitó la tiara y por último el collar.

Viggo la volvió a abrazar por detrás, Semiramis forcejeo para que la soltara y como le fue imposible ganarle, le lanzo un codazo a la cara. Viggo lo recibió de lleno el golpe en la nariz y retrocedió cubriéndose la cara. Semiramis se volteó y se acercó para mirarlo preocupada por lo que había hecho. Viggo continuó retrocediendo hasta la cama y se sentó en el borde.

-Tonto, esto es tu culpa- dijo Semiramis estirando sus manos para tomarle la cara

-Así parece- dijo Viggo con una voz nasal

Semiramis soltó una risita y se agacho, después puso sus manos sobre las de Viggo y las apartó. Tenía la nariz roja y corría una gota de sangre por su fosa nasal.

-Idiota, si una mujer no quiere ser consolada, no debes insistir- dijo Semiramis. Miró al mueble al lado de la cama y abrió un cajón para sacar un pañuelo blanco. Lo presento a Viggo, pero este se negó.

-Si lo uso para limpiar la sangre, morirá- dijo Viggo

-Está bien, es mi forma de pedir disculpa- respondió Semiramis

-Podrías pedir disculpas de otra forma-

-Sucio-

Viggo soltó una risita, tomo el pañuelo y lo puso sobre su nariz. Al mismo tiempo, Semiramis estiraba su mano para ayudarle a limpiar, pero Viggo giraba su cabeza de lado a lado para evitarla. Semiramis se enojó y le puso un manotazo en la cabeza, le tomo las manos y le quito el pañuelo. Después le tomo el mentón y le comenzó a limpiar la sangre.

-A veces creo que eres tan especial y otras veces tan idiota. Por favor, decídete por una sola- dijo Semiramis

-¿Y si soy una mezcla de los dos?- preguntó Viggo

-No por favor. En ese caso serías un peligro para la humanidad-

-Entonces quédate conmigo y vigila que no me convierta en tal cosa-

-Viggo- dijo Semiramis agachando la mirada. Soltó un suspiro y levanto la mirada -lo que le dije al general es verdad, no quiero una relación. Las cosas entre los dos están bien como están. Confió en ti, he visto lo capaz que eres y creo que en un futuro te convertirás en un gran hombre. Pero por ahora, no te veo más que como un amigo especial. Al menos, no creo que vayas a ir por ahí contando lo que hacemos en la cama y otras cosas-

Viggo puso un rostro serio y asintió -entonces se mi reina-

-Viggo, no seas irracional, ni siquiera eres un rey-

-¿Y si me convierto en uno?-

Semiramis negó con los ojos acuosos -no me hagas esto Viggo, no insistas- dijo con voz quebrada -además, ser rey es algo desagradable y molesto. Yo iba a ser princesa porque me criaron para serlo, pero no se lo doy a nadie. Todas las horas de estudio, todas las horas de prácticas, el estrés de los protocolos, las ceremonias y muchas otras cosas. Es, algo molesto-

Viggo agacho la mirada y asintió. Entonces acerco su rostro poco a poco y le dio un pequeño beso. Semiramis negó con una expresión de diversión que contradecía sus ojos con lágrimas y cargados de pena. Entonces lo beso y Viggo la beso con toda la pasión que había en su corazón.

-O-NSFW-O-

De repente los besos se detuvieron, se miraron a la cara y Semiramis se apartó de Viggo. Ella se puso de pie, se quitó las amarras de los hombros y el quitón cayó al suelo, revelando su cuerpo. Se acercó a Viggo una vez más y él le beso el estómago mientras ella pasaba sus dedos por el cabello rojo. Viggo continúo bajando al vientre y se desvió para besar las caderas. Semiramis soltó un jadeo caliente y vio como Viggo poco a poco llegaba cada vez más cerca de su vagina. Una vez que Viggo paso su lengua por los labios, Semiramis cerró los ojos y sintió como poco a poco la pena se iba y solo quedaba la lujuria. Sintió el suave tacto de Viggo por sus nalgas y como deslizaba sus dedos masajeando, apretando y jugando con su carne. Entonces Viggo la tomo de las caderas y la condujo con suavidad a la cama. Semiramis solo se dejó querer y permitió que Viggo escudriñara cada parte de su cuerpo. Cada cosa que hacía prolongaba la agradable sensación a placer hasta que sintió que su mente se fue a blanco y solo quedo ella pensando en sentirse bien. Sintiendo la lengua de Viggo por su cuello y después besando con fuerza para dejar su marca en ella. Después entrando hasta lo más profundo de su interior y moviendo sus caderas en movimientos circulares que le provocaban un cosquilleo que la hacía gemir.

-Viggo- lo llamo Semiramis con una voz ahogada en la lujuria -Viggo, más, por favor, continua-

Viggo siguió introduciendo y sacando su pene del interior húmedo y caliente. Se sentía cada vez más cerca de alcanzar la agradable sensación a placer, pero cuando iba a llegar, sacaba su pene y restregaba el tronco sobre el clítoris, al mismo tiempo que tomaba una segunda respiración. Una vez que se volvía a sentir en condiciones, se sumergía de nuevo en Semiramis y la besaba, hasta que ya no pudo más y soltó todo en el interior.

Después de hacer el amor, Semiramis y Viggo se quedaron dormidos sobre la cama, abrazándose mutuamente.


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