Una vez que Viggo se calmó, Flora y Tatsumi se llevaron a María y lo dejaron solo con Kain. Este último lo tomo en brazos y lo cargo hasta una silla, a un costado de la mesa, bajo el manzano. Kain se sentó del otro lado, con una sonrisa afable y una actitud tranquila. Miró a Viggo y esté agacho la mirada con vergüenza.
-¿Cómo ha estado el Gran Viggo?- pregunto Kain en broma
-¿Tú también, papá?- pregunto Viggo medio enfadado -ya tengo suficiente con Flora recordándome ese nombre tan vergonzoso-
Kain soltó una risotada y Viggo levantó el rostro para verlo. Su padre, el alto elfo que según el propio Viggo, era el dios del miedo, parecía feliz con su presencia. Eso alivió bastante a Viggo y sonrió.
-He estado súper bien- dijo Viggo lleno de entusiasmo -he aprendido un montón de técnicas de mi maestro. Es un gran peleador, puede acabar con ogros de dos puñetazos y vencer a un troll como si nada. Es muy fuerte, puede que tan fuerte como Jasón y los otros. Si lo conocieras, si lo conocieras…- Viggo se detuvo, pensó en su maestro y negó -mejor dejémoslo con que es un tipo genial. Es un tanto malhumorado, a lo mejor no se llevan bien-
-¿Mmm? Quizá- respondió Kain, apoyo sus codos en la mesa y entrelazo sus manos -por otro lado ¿Cómo es eso de andar desnudo?-
-Oh- dijo Viggo y se miró el torso -solo me saque la chaqueta, Flora o Tatsumi la deben tener. La verdad, solo me acuerdo de cargarla hasta la casa- agacho la mirada y se rasco la cabeza -después de eso no me acuerdo-
Kain tomo una gran respiración, levantó su mano por encima de la mesa y la movió en horizontal. Al instante siguiente apareció una jarra de vidrio con de jugo helado y un par de vasos. Tomo la jarra por la manija y sirvió ambos vasos. Después dejo la jarra a un lado y le acercó un vaso a Viggo. Tomo un vaso él y lo alzó en el aire -por tu seguro retorno, hijo-
Viggo sostuvo el vaso con ambas manos, miró su contenido y sonrió contento. Después elevo su mirada y lo vio a los ojos -gracias papá, pensé que estarías más enojado conmigo- dijo, pero su sonrisa se atenuó y continuo en un tono de disculpa -yo, yo sé que no he sido un buen hijo-
Kain tomo un trago del vaso y después lo dejo sobre la mesa -saberlo no es suficiente, hijo- dijo
-Lo sé, he aprendido esa parte de la lección. Seré mejor, mucho mejor, lo prometo-
Kain asintió satisfecho con el gran cambió que tuvo Viggo -¿Te sirvió de algo el hacha que te envié con el viejo fósil?-
-Papá, el abuelo hizo trampa- dijo Viggo un tanto disconforme -dijo que hiciste algo loco y que tuvo que limitar la fuerza del hacha- miró a su alrededor y vio que le faltaba el hacha. Miró a donde se había detenido antes de que Kain lo trajera a la mesa y vio el hacha tirada en los adoquines. Se puso de pie y camino a buscarla. Después camino de vuelta y se la llevó a Kain.
-¿Esta cosa?- dijo Kain girando su cuerpo y recibiendo el hacha con ambas manos. La reviso desde el pomo a la cabeza y lo único que pudo hacer fue fruncir el ceño -esto es bastante diferente de lo que te envié. Incluso tuve el cuidado de hacerla menos peligrosa que la otra espada. El hielo solo daña y provoca un gran dolor en las heridas, pero nunca sería tan dañina como la luz solar-
-No sé a qué te refieres- dijo Viggo -pero como puedes ver, solo es un hacha normal-
-¿De qué hablas?- pregunto Kain alzando la ceja y mirándolo a la cara -el hacha sigue teniendo una gran estructura, solo hay que alimentar el circuito mágico-
-¿Como lo hago?-
-Hay varias formas, unas más fáciles que otras, pero primero hablare con el viejo Xiao. Puede que esto tenga algo que ver con tu entrenamiento-
Viggo soltó un suspiro algo desilusionado, pero asintió -está bien, esperaremos a ver-
Kain le devolvió la gran hacha y Viggo la recibió, después se fue a sentar y puso el hacha sobre tus piernas.
-¿Qué paso con tu poder divino y tu mana?- pregunto Kain
-¿Eso? Bueno, mi maestro y el viejo dijeron que dependía demasiado de mi poder. Así que lo limitaron, gracias a eso descubrí algo genial-
Kain sonrió, tomo su vaso y pregunto -¿Qué sería?-
-Que tengo buenos instintos-
-¿Cómo es eso?-
-Veras…-
Viggo hablo durante más de dos horas con Kain, todo era sonrisas y hablar de sus aventuras. De como el calvo maestro era implacable en su entrenamiento y como Viggo pudo mejorar a cada instante. Viggo se sintió mejor que nunca, su padre parecía genuinamente feliz de escucharlo y aplaudía cada vez que él le contaba de una dificultad que logro sobrepasar. Esté era su padre, un hombre demasiado amable y cariñoso para alguien tan tonto como él. Viggo se sintió un poco mal por las cosas que dijo en el pasado.
-Lo hecho, hecho está- dijo Kain al notarlo cabizbajo. Viggo lo miró a la cara y vio los haces de luz traspasando el follaje e iluminando el cabello blanco -sigue adelante, Viggo, como tu dijiste "se mejor"-
Viggo lo miró los ojos y asintió con determinación -sí, padre, seré mucho, mucho, mucho mejor. Te lo prometo- dijo
-Eso es bueno-
-¡Ustedes dos!- grito Flora desde la puerta de la cocina que daba al patio -¿Van a comer?-
-Sí, bebé, ya vamos- respondió Kain
-¡Papá, te he dicho un montón de veces que no me llames así!-
-Pero eres mi bebé- protesto Kain
-Tonto, ya no te escucho- dijo Flora y cerró la puerta de un portazo
-Papá- dijo Viggo en un tono reconciliador, al mismo tiempo que se ponía de pie -deberías de dejar de llamar a Flora de esa manera-
-Hijo, si no molesto lo suficiente a tu hermana ¿Qué clase de padre sería?- pregunto Kain cerrándole un ojo y mostrándole una gran sonrisa en los labios. Entonces Viggo se quedó congelado y descubrió de donde Flora saco ese carácter tan molesto. Viggo dejo de defenderla y camino por el jardín con dirección a la casa. Esto debe ser el karma, pensó recordando como Flora lo molestaba con el nombre del "Gran Viggo".
Viggo tuvo un almuerzo familiar con la mayor parte de su familia. Solo faltaban Aina y su madre, quien seguramente había ido a la mansión en el distrito herrero a terminar algún trabajo o atender negocios. Como cuando era pequeño, su padre estaba sentado a la cabecera de la mesa. Isabel, la madre de Flora, estaba sentada a la derecha de su padre y Mikoto, la madre de Tatsumi, estaba a su izquierda. Flora y Tatsumi estaban sentados de forma respectiva al lado de su madre. Viggo se sentó al lado de Tatsumi y juntos molestaron a Flora. Todo era risas hasta que Flora repartió algunas patadas por debajo de la mesa y los tres fueron regañados. Pesé a que se acabaron los juegos y las bromas, Viggo estaba feliz. Había recobrado a su familia. No, pensó, su familia siempre estuvo ahí para él. Era él quien se alejó de su familia y nunca pudo ser sincero con ellos.
Como a las siete de la tarde, Viggo se quitó sus ropas de bárbaro y se dio un baño. Su apariencia cambió del cielo a la tierra y paso a ser un joven noble. De aspecto casual, vistiendo una camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados. Un pantalón de tela y botas de excelente calidad que le llegaban hasta la mitad de la canilla. Su cabello rojo intenso había crecido durante este año y ahora le llegaba hasta los hombros. Sus intensos ojos lazuli heredados de su padre lo hacían verse distinguido y llamativo. Viggo siempre había sido el hijo de dioses, pero ahora se veía como tal.
Viggo salió de su habitación y fue hasta la entrada de la casa, donde lo esperaban sus hermanos. Flora asintió con agrado al cambio que origino el baño y las ropas. Se acercó y como buena hermana "mayor", le arreglo la camisa dentro del pantalón, le abrocho el botón inferior de los dos que llevaba abierto y abrocho los botones de las mangas.
Por su parte, Viggo frunció el ceño, pero se dejó ayudar solo para complacerla.
-Ahora sí, te debes ver guapo para la tía- dijo Flora complacida
-Voy a ver a mi madre, no a ver una novia- dijo Viggo medio enfadado
-Con mayor razón, debes verte presentable- dijo Flora levantando el dedo índice de la mano derecha y apuntándolo a la nariz -si te ves sucio la tía se preocupará por ti-
Al rato siguiente bajo Kain del segundo piso vistiendo similar a Viggo. Flora los miró a ambos y salvo por las orejas largas y el color del cabello, Viggo era la copia de carbón de su padre.
Por su parte, Kain vio a Flora e hincó su pie derecho para quedar arrodillado. Flora se puso colorada, pero de todos modos se acercó a Kain y le arreglo el cuello y le abrocho uno de los tres botones que llevaba suelto.
-Papá es un hombre mayor, debería ser más ordenado-
-Oh, pero de esta manera puedo dejar que mi bebé me ayude-
Flora hizo un puchero y agacho la mirada. Kain soltó una risita y la cargo en brazos.
-¿Estas listo?- pregunto Kain
-Sí, papá, estoy listo- respondió Viggo
-Bien, déjame avisar que vamos saliendo-
Kain fue a la cocina llevando a Flora en brazos e Isabel lo regaño. Por los comentarios, ahora tendría que irse a cambiar camisa, ya que Flora con sus pies, le había ensuciado la camisa que llevaba puesta.
Diez minutos después, Viggo y Kain pudieron salir de la casa. Caminaron con dirección a la avenida principal, sintiendo la agradable brisa de la tarde. Kain miró a Viggo de soslayo y le tendió su mano izquierda. Viggo algo avergonzado, estiro su mano y tomo la de su padre. Era una mano suave y grande, muy diferente a las manos callosas y ásperas de su maestro. Pensó que a lo mejor era por las características raciales o por el lugar en el que vivían. Sin embargo, el volver a caminar con su padre de la mano le trajo gratos recuerdos.
-Papá- dijo Viggo mientras avanzaban -¿Qué tipo de dios eres tú?-
Kain soltó una risita y dijo -no soy un dios, hijo, solo soy alguien que sabe un poco más que el resto-
-Pero yo he escuchado en toda Orario que los dioses te consideran su igual, hasta te tienen miedo-
-Bueno, eso es un tema un tanto delicado. Algún día te lo explicaré, cuando Viggo tenga la fuerza para proteger secretos-
-¿Eso quiere decir que no eres un dios?-
-No, solo soy fuerte, hijo. Todo el mundo tiene su punto débil, incluso los dioses. No existe algo como la invencibilidad. Yo sé algunas cosas que les da miedo y por eso ellos me respetan-
-Mi maestro me dijo algo parecido, que todos pueden ser vencidos, incluso los dioses, solo había que encontrar el balance-
-Una gran palabra- respondió Kain con nostalgia en su mirada -en este caso, el balance es la medida justa entre el conocimiento y la acción. Si te falta un poco de cualquiera de los dos, te es imposible vencer a tu oponente-
-Encontrar el balance es algo difícil-
-Así es, hijo, a veces te demoras años en encontrarlo. Sin embargo, en tu caso, tienes todo el tiempo del mundo. Así que tómatelo con calma y sigue estudiando y entrenando. Vuélvete lo suficientemente fuerte para poder proteger a tu familia-
-Sí, papá-
Después de ese breve intercambio, Viggo y Kain siguieron avanzando por las calles de Orario. Llegaron a la avenida principal, avanzaron hasta la torre de Babel y doblaron hacia la izquierda en una gran calle de doble vía que iba directo a la mansión de Hephaestus.