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Capítulo 211: Capítulo 6

Para: GobNom%Colonial@MinCol.gob De: GobLey%Colonial@MinCol.gob Asunto: Nombre de la colonia

Estoy de acuerdo que llamar a este lugar Colonia 1 acabará por cansar. Estoy de acuerdo en que será mucho mejor darle un nombre ahora en lugar de rebautizarla cuando usted y su nave lleguen aquí, dentro de cincuenta años.

Pero su propuesta de ponerle «Próspero» no es demasiado acertada ahora mismo. Estamos enterrando a antiguos pilotos de combate al ritmo de uno cada dos días, mientras nuestro xenobiólogo se esfuerza por encontrar medicinas o tratamientos que controlen o eliminen los gusanos aéreos que inhalamos y que nos agujerean las venas hasta que nos desangramos internamente.

Sel (el XB) me garantiza que la droga que nos acaba de administrar los ralentizará y nos ganará algo de tiempo. Por lo que hay cierta posibilidad de que para cuando lleguen aquí haya una colonia. Si tiene preguntas sobre el gusano del polvo, tendrá que planteárselas a Sel directamente en SMenach%Colonia 1 @MinCol.gob\ divxb.

Mi dirección es mi cargo laboral, pero me llamo Vitaly Kolmogorov y mi graduación es la de almirante. ¿Cómo se llama usted? ¿A quién le estoy escribiendo?

Para: G0bLey%C0l0nial@MinC0l.gob De: GobNom%Colon¡al@M¡nCol.gob Asunto: Re: Nombre de la colonia

Estimado almirante Kolmogorov:

He leído con enorme alivio el reciente informe que indica que el gusano del polvo ha sido controlado por completo empleando el cóctel de drogas desarrollado por su XB, Sel Menach. El gusano se llama Menach de momento, pero su verdadero nombre tendrá que esperar mientras los comités discuten interminablemente sobre si debe usarse el latín para nombrar las xenoespecies. Algunos argumentan que debería emplearse una lengua diferente para cada mundo colonial; otros piden la estandarización en todas las colonias; otros defienden una

lengua para las especies nativas de cada planeta y otra para las del mundo natal insector transplantadas a los mundos coloniales. Así es como los que permanecen en la Tierra se entretienen mientras ustedes hacen el verdadero trabajo de establecer una cabeza de puente en una ecoesfera alienígena.

Yo formo parte del problema, con todas mis tonterías sobre el nombre de la colonia. Por favor, perdóneme por malgastar su tiempo con esa cuestión; sin embargo, debe hacerse, y usted ya me ha ahorrado una metedura de pata que hubiese perjudicado las relaciones entre sus colonos y el ministerio y sus lacayos (incluido yo). Tenía razón al decir que Próspero no sería conveniente, pero, por alguna razón, me atrae la idea de emplear un nombre extraído de La Tempestad, de William Shakespeare. Quizá Tempestad, Miranda o Ariel. Sospecho que Calibán no sería una buena elección. ¿Gonzalo? ¿Sycorax?

En cuanto a mi nombre, se debate si informar a sus colonos de quién soy. Tengo estrictamente prohibido decírselo ni siquiera a usted, el gobernador en «funciones». Mientras tanto, mi nombre recorre las redes y no es un secreto para nadie que me han nombrado gobernador de Colonia 1. Simplemente, la información no les ha sido transmitida a ustedes por ansible. Qué fácil engañarlos o mantenerles en la ignorancia... algo que tendré en cuenta cuando, como gobernador, dentro de 40 años, reciba información del MinCol. A menos que antes de mi partida haya logrado que cambien esta absurda práctica.

Creo que los poderes fácticos creen que nombrar gobernador de su colonia a un niño de trece años podría desmoralizar a sus colonos, aunque faltan cuarenta años para mi llegada. Al mismo tiempo, otros opinan que tener como gobernador al comandante victorioso les levantará la moral. Mientras se deciden, confío tanto en su poder de deducción como en su discreción.

Para: GobNom%Colonia 1 @MinCol.gob De: GobLey%Colonia 1 @MinCol.gob Asunto: Re: Nombre de la colonia

Estimado gobernador Wiggin:

Me impresiona la presteza de la respuesta del MinCol a su petición de que hubiera ancho de banda de ansible disponible para que los colonos puedan acceder sin restricciones a las redes, a discreción de los gobernadores.

Mi primera idea fue informar a toda la colonia de la identidad de su gobernador en tránsito. Aquí se reverencia el nombre de Ender Wiggin. Después de nuestra propia victoria, estudiamos sus batallas y debatimos qué superlativo se ajustaba mejor a su grado de genio militar. Pero también he visto los informes del consejo de guerra contra el coronel Graff y el almirante Rackham. Su reputación ha quedado por los suelos, y no quiero dar ningún incentivo a los colonos, cuando finalmente disfruten del lujo de conectarse al hogar de la humanidad, para pensar sobre si es usted un salvador o un sociópata. No es que ninguno de

nuestros soldados y pilotos tenga la más mínima duda que es usted un salvador; pero durante los cincuenta años de su viaje nacerán niños que no habrán luchado bajo su mando.

Confieso que he tenido que releer La Tempestad tras leer su lista de nombres. ¡Sycorax, por supuesto! Y sí, por tenebroso que sea el nombre en la obra, es asombrosamente apropiado para nuestra situación. La madre de Calibán, la bruja que llenó de magia la isla que no salía en los mapas... Sycorax sería el nombre adecuado para la reina colmena que una vez gobernó este mundo, pero que ahora ha desaparecido, dejando atrás muchos artefactos... y trampas.

Nuestro XB, un ¡oven asombroso que no quiere que le demos las gracias por habernos salvado la vida, dice que los cuerpos de los insectores estaban llenos de agujeros de los gusanos del polvo. Aparentemente, los insectores, individualmente hablando, eran considerados tan prescindibles que no hubo ningún intento de controlar o prevenir la enfermedad. ¡Vaya una forma de malgastar vidas! Por suerte, Sel ha descubierto que el ciclo vital del gusano del polvo pasa por una fase en que necesita alimentarse de cierta especie de planta. Está trabajando en algún método para eliminar por completo esa especie. Ecocidio, lo llama... un monstruoso crimen biológico. Le consume la culpa. Pero la alternativa es que sigamos inyectándonos para siempre o modificar genéticamente a los niños que nazcan en este mundo para que nuestra sangre sea venenosa para el gusano del polvo.

En resumen, Sel ES Próspero. La reina colmena era Sycorax. Los insectores, Calibán. Por ahora, no hay ninguna Ariel, aunque aquí se venera a todas las mujeres en edad fértil. Vamos a celebrar una lotería con fines reproductivos. Yo he decidido no participar, no vaya a ser que se me acuse de amañarla para asegurarme una compañera. A nadie le gusta este plan tan poco romántico y sin libertad... pero votamos cuál era el mejor método de disponer de los escasos recursos reproductivos y Sel convenció a la mayoría de que era éste. Aquí no tenemos tiempo para los noviazgos, los sentimientos heridos ni el rechazo.

Le hablo a usted porque aquí no tengo a nadie con quien hablar, ni siquiera Sel. Ya tiene responsabilidades suficientes sin que yo descargue las mías sobre sus hombros.

Por cierto, el capitán de su nave no deja de escribirme como si creyese que puede darme órdenes sobre el gobierno de Colonia 1, sin referirse a usted. Me ha parecido que debía comunicárselo con el fin de que tome las medidas adecuadas para evitar, a su llegada, tener que lidiar con un aspirante a regente. Me parece que se trata del tipo de oficial que yo considero un «hombre de paz»; un burócrata que prospera en el Ejército sólo cuando no hay guerra, porque su verdadero enemigo es cualquier otro oficial que ocupe el puesto que él ansia. Usted es lo que él más odia: un hombre de guerra. Vigile su espalda; allí es donde siempre intenta ocultarse el hombre de paz, con un puñal en la mano.

VlTALY DENISOVITCH

Para: GobLey%Colonial@MinCol.gob De: GobNom%Cobnia1@MinCol.gob Asunto: Re: Tengo el nombre

Estimado Vitaly Denisovitch:

Lo tengo: Shakespeare. Como nombre del planeta y del primer asentamiento.

Asentamientos posteriores pueden llamarse como personajes de La Tempestad y otras obras.

Mientras tanto, podemos referirnos a cierto almirante como Thane de Cawdor, así no olvidaremos el resultado inevitable de la ambición desmedida.

¿Te gusta el nombre de Shakespeare? Me parece apropiado que un nuevo mundo reciba el nombre de ese gran retratista de almas humanas. Pero si lo consideras demasiado inglés, demasiado ligado a una cultura en concreto, empezaré de nuevo a buscar por otra senda completamente diferente.

Te agradezco tu confianza. Espero que continúe durante el viaje, aunque la dilatación temporal hará que lleve semanas enviar y recibir cada mensaje. Por supuesto, eso significa que no estaré en estasis... llegar con quince años será mejor que llegar con trece.

Y, como sabes, el viaje no durará cincuenta años, sino más bien cuarenta... Se han realizado ciertas mejoras en los huevos que propulsan las naves y en la protección inercial, de forma que podemos acelerar y desacelerar más rápido dentro de los sistemas estelares y pasar más tiempo a velocidades relativistas. Es posible que obtuviésemos toda nuestra tecnología de los insectores, pero eso no significa que no podamos mejorarla.

ENDER

Para: GobNom%Colonia 1 @MinCol.gob De: GobLey%Colonial@MinCol.gob Asunto: Re: Nombre de la colonia

Estimado Ender:

Shakespeare pertenece a todo el mundo, pero ahora sobre todo a nuestra colonia. Se lo comenté a algunos colonos y a los que les importaba les pareció un buen nombre.

Haremos lo posible por seguir con vida hasta que lleguéis con más personas para incrementar nuestro número. Pero recuerdo mi propio viaje hasta el punto de la guerra: tus dos años se te harán más largos que nuestros cuarenta. Nosotros estaremos haciendo algo. Tú te sentirás frustrado y aburrido. Los que se decidieron por la estasis fueron más felices. Sin embargo, tu comentario de que es mejor llegar a los quince que a los trece es muy sabio. Comprendo mejor que tú el sacrificio que vas a realizar.

Te enviaré informes cada pocos meses —para ti cada pocos días— para que tengas alguna idea de quiénes son los colonos y cómo funciona el pueblo, socialmente, agrícolamente y tecnológicamente, así como de nuestros logros y los problemas que habremos superado. Haré lo posible para que conozcas a las personas más destacadas. Pero no se lo voy a contar a ellos,

porque se sentirían espiados. Cuando llegues, intenta no dejar claro lo mucho que te habré contado. Te hará parecer intuitivo. Ésa es una muy buena reputación.

Haré lo mismo con el almirante Morgan, ya que cabe la posibilidad de que tenga el control... los soldados de la nave obedecerán sus órdenes, no las tuyas, y el organismo policial más cercano se encuentra a cuarenta años de distancia en caso de que decida desplegar ilegalmente sus tropas en la superficie del planeta. Nuestros colonos no tendrán armas ni entrenamiento militar, por lo que no se le opondría resistencia.

Sin embargo, el almirante Morgan insiste en enviarme órdenes sin preguntar ni una sola vez por las condiciones en este mundo, más allá de lo que pueda haber leído o no en mis informes oficiales. También le irrita mucho mi incapacidad para responder de forma satisfactoria (a pesar de que he respondido detalladamente a todas sus preguntas y peticiones legítimas). Sospecho que, si está al mando a vuestra llegada, su mayor prioridad será retirarme del cargo. Por suerte, los datos demográficos sugieren que habré muerto antes de que lleguéis, por lo que no importará.

Puede que aparentes trece años, pero al menos comprendes que no se puede liderar a unos extraños, sólo puedes coaccionarlos o sobornarlos.

VlTALY

A Sel Menach le dolían la espalda y el cuello por haber pasado horas mirando por el microscopio mohos alienígenas.

Si sigo así, antes de los treinta y cinco andaré encorvado como una vieja bruja. Pero sería igual en el campo, con la azada, intentando evitar que las malas hierbas creciesen por encima del maíz, bloqueando el sol. Allí también tendría la espalda doblada, y la piel se le pondría oscura. Bajo aquel sol violento apenas se distinguía una raza de otra. Era como una visión del futuro: personas escogidas de todas las razas de la Tierra para ser cirujanos, geólogos, xenobiólogos y climatólogos —y también pilotos de combate, para matar al enemigo que había sido dueño de ese mundo— y que, ahora que la guerra había terminado, se mezclarían tanto que en tres generaciones, quizá dos, no quedaría ninguna idea de raza u origen nacional.

Y, sin embargo, cada mundo colonial tendría su propio aspecto, su propia versión del Común F.I., que no era más que el inglés con algunos cambios ortográficos. A medida que los colonos fuesen pasando de un mundo a otro, aparecerían nuevas ramificaciones. Mientras tanto, la Tierra conservaría muchas de las antiguas razas y nacionalidades, y muchos de los idiomas, de forma que la diferencia entre colonos y terrestres sería cada vez más clara e importante.

No es mi problema, pensó Sel. Puedo ver el futuro, cualquiera puede; pero no habrá ningún futuro en este planeta ahora llamado Shakespeare a menos que pueda encontrar una forma de matar este moho que infesta los cultivos de cereales de la

Tierra. ¿Cómo puede haber un moho específico para las hierbas, si las hierbas de la Tierra, incluidos los cereales, no tienen análogo genético en este mundo?

Afraima volvió con más muestras del jardín experimental plantado en el invernadero. Resultaba muy irónico: todo ese equipo agrícola de alta tecnología que las naves estelares de transporte habían traído en sus vientres junto con los cazas de combate y, sin embargo, cuando fallase, no habría piezas, ningún repuesto, hasta dentro de cincuenta años. Quizá cuarenta, si el nuevo impulsor estelar hacía que la nave colonial llegase antes. Para cuando llegue, es posible que estemos viviendo en el bosque, arrancando raíces del suelo y no dispongamos de ninguna tecnología operativa.

O puede que yo tenga éxito en ajustar y adaptar nuestros cultivos para que prosperen en este lugar, y tengamos grandes excedentes de comida, los suficientes como para poder permitirnos invertir tiempo en desarrollar una infraestructura tecnológica.

Llegamos con un nivel tecnológico extremadamente alto... pero sin ninguna base de sostén. Si nos desmoronamos, caeremos hasta el fondo.

—Mira esto —dijo Afraima.

Obedientemente, Sel se apartó del microscopio y caminó a su lado.

—Sí, ¿qué estoy mirando?

—¿Qué ves? —preguntó ella.

—No juegues a eso.

—Te pido una verificación independiente. No puedo decirte nada. Así que era algo importante. Prestó más atención.

—Es un pedazo de una hoja de maíz. De la zona estéril, por lo que está totalmente limpia.

—Pero no es así—dijo ella—. Es de D-4.

Sel se sintió tan aliviado que casi se echó a llorar; pero al mismo tiempo se puso furioso. La furia se impuso.

—No, no lo es —dijo tajante—. Has mezclado las muestras.

—Eso pensaba —dijo—. Así que he vuelto y he tomado otra selección de D-4. Y otra más. Es una comprobación triple.

—Y D-4 es fácil de fabricar con materiales locales. Afraima, ¡lo hemos conseguido!

—Todavía no he comprobado si funciona en el amaranto.

—Eso sería tener demasiada suerte.

—O una bendición. ¿Alguna vez has pensado que Dios quiere que tengamos éxito en este lugar?

—Podría haber matado el moho antes de nuestra llegada.

Era una broma, pero contenía cierta dosis de verdad. Afraima era una judía convencida. En el momento de realizar la votación sobre el emparejamiento se había puesto un nombre hebreo que significaba «fértil» con la esperanza de que de alguna forma eso indujese a Dios a permitirle tener un marido judío. Pero el gobernador simplemente la había puesto a trabajar con el otro único judío ortodoxo de la colonia. El gobernador Kolmogorov respetaba la religión. También Sel.

Sólo que no estaba seguro de que Dios conociese aquel lugar. Podía ser que la Biblia estuviese exactamente en lo cierto con respecto a la creación de un sol, una luna y una tierra determinados... pero que ésa fuese toda la creación de Dios mientras que mundos como aquél eran creación de dioses alienígenas, con seis miembros, simetría trilateral o algo parecido, como algunas de las formas de vida presentes en el planeta... las que a Sel le parecían las especies autóctonas.

Pronto estuvieron de vuelta en el laboratorio, con las muestras de amaranto tratadas de la misma forma.

—Así que eso es... en cualquier caso, vale para empezar.

—Pero fabricarlo lleva mucho tiempo —dijo Afraima.

—No es problema nuestro. Ahora que sabemos que es efectivo, los químicos pueden descubrir cómo fabricarlo más rápido y en grandes cantidades. No parece haber dañado ninguna planta, ¿verdad?

—Eres un genio, doctor Menach.

—No tengo doctorado.

—Defino la palabra «doctor» como «persona que sabe lo suficiente como para realizar descubrimientos capaces de salvar a una especie».

—Lo añadiré a mi curriculum.

—No —dijo.

—¿No?

Ella le tocó el brazo.

—Estoy llegando a mi periodo fértil, doctor. Quiero tu semilla en este campo. Él intentó tomárselo a broma.

—Lo siguiente será citar el Cantar de los Cantares.

—No prometo romance, doctor Menach. Después de todo, tenemos que trabajar juntos. Y estoy casada con Evenezer. No tiene que saber que el bebé no es suyo.

Por lo que parecía Afraima ya se lo había pensado bien. Sel estaba sinceramente avergonzado. Y disgustado.

—Tenemos que trabajar juntos, Afraima.

—Quiero los mejores genes posibles para mi bebé.

—Vale —dijo él—. Tú te quedas aquí y te ocupas de los estudios de adaptación. Yo iré a trabajar a los campos.

—¿A qué te refieres? Hay gente de sobra para esa tarea.

—O te despido a ti o me despido yo. Después de esto ya no trabajaremos juntos.

—¡Pero no tiene por qué enterarse nadie!

—No cometerás adulterio —dijo Sel— Se supone que eres creyente.

—Pero las hijas de Madián...

—Se acostaron con su propio padre porque era más importante tener bebés que practicar la exogamia —Sel suspiró—. También es importante respetar absolutamente las reglas de la monogamia, de forma que la colonia no se fracture por un conflicto sobre las mujeres.

—Vale, olvida lo que he dicho —dijo Afraima.

—No puedo olvidarlo —dijo Sel.

—Entonces, ¿por qué no...?

—Perdí la lotería, Afraima. Ahora es ilegal que tenga hijos. Sobre todo si es robando a otro hombre la compañera. Pero tampoco puedo tomar los supresores de libido porque tengo que estar atento y enérgico para poder realizar mi estudio de las formas de vida de este mundo. No puedo tenerte aquí, ahora que te has ofrecido a mí.

—No era más que una idea —dijo ella— Me necesitas para trabajar.

—Necesito a alguien —dijo Sel—. No tienes por qué ser tú.

—Pero la gente se preguntará por qué me has despedido. Evenezer supondrá que había algo entre nosotros.

—Ése es tu problema.

—¿Y si les digo que me has dejado embarazada?

—Estás despedida. Desde ahora mismo. Es irrevocable.

—¡Era una broma!

—Recupera el sentido. Harán una prueba de paternidad. De ADN. Mientras tanto, tu marido quedará en ridículo y todos los demás hombres mirarán a sus esposas, preguntándose si la suya se habrá ofrecido a otro para poner un cuclillo en su nido. Fuera. Por el bien de todos.

—¡Si lo haces de una forma tan evidente, entonces mermará tanto la confianza de la gente en el matrimonio como si lo hubiésemos hecho de verdad!

Sel se sentó en el suelo del invernadero y ocultó la cara entre las manos.

—Lo siento —dijo Afraima—. Sólo lo decía medio en serio.

—<¡ Quieres decir que, si hubiese dicho que sí, tú me habrías dicho que sólo bromeabas y me habrías dejado humillado por haber aceptado el adulterio?

—No —dijo ella—. Yo lo haría. Sel, eres el más listo, todos lo saben. Y no deberías quedarte sin hijos. No es correcto. Necesitamos tus genes.

—Ése es el argumento genético —dijo Sel—. Luego está el argumento social. La monogamia ha demostrado ser, una y otra vez, la organización social óptima. No es cuestión de genes, es cuestión de niños... deben crecer en la sociedad que queramos que preserven. Lo votamos.

—Y yo voto por tener a tu bebé. Sólo uno.

—Por favor, vete —dijo Sel.

—Soy la opción lógica, ya que soy judía y tú eres judío.

—Por favor, vete. Cierra la puerta al salir. Tengo que trabajar.

—No puedes echarme —dijo ella—. Sería malo para la colonia.

—Matarte también lo sería —dijo Sel—, pero a cada momento que permaneces aquí para torturarme más tentaciones siento de hacerlo.

—Sólo es una tortura porque me deseas.

—Mi cuerpo es humano y de hombre —dijo Sel—, y por supuesto que quiero participar en el apareamiento, independientemente de las consecuencias. Mis funciones lógicas ya están superadas, así que es mejor que haya tomado una decisión irrevocable. No hagas que convierta esa decisión en una dolorosa realidad cortándome los mamones.

—¿Es eso? Te castras de una forma u otra. Bien, yo soy una hembra humana y ansío el compañero que me dé los mejores hijos.

—Entonces búscate a alguien grande, fuerte y saludable, si quieres cometer adulterio, y no dejes que yo te pille o te denunciaré.

—El cerebro. Quiero tu cerebro.

—Bien, el niño probablemente tenga tu cerebro y mi cara. Ahora vete, saca los informes sobre el tratamiento D-4 y llévalos a química.

—¿No estoy despedida?

—No —dijo Sel—. Voy a renunciar. Iré a los campos y te dejaré aquí.

—No soy más que la XB suplente. No puedo hacer este trabajo.

—Tendrías que haberlo pensado antes de hacer que sea imposible que trabajemos juntos.

—¿ Quién ha oído jamás hablar de un hombre que no quiera rodar por el heno ocasionalmente?

—Ahora esta colonia es mi vida, Afraima. La tuya también. No cagas donde comes. ¿Puedo expresarlo con mayor claridad?

Afraima se echó a llorar.

—¿Qué he hecho para que Dios me castigue de esta forma? —dijo Sel—. ¿Qué tendré que hacer luego? ¿Interpretar los sueños del panadero y el copero del faraón?

—Lo siento —dijo ella—. Tú tienes que seguir siendo el XB. Sinceramente, eres un genio. Yo ni siquiera sabría por dónde empezar. Ahora lo he estropeado todo.

—Sí, efectivamente lo has hecho —dijo Sel—. Pero también tienes razón con respecto a mi solución. Causaría casi tanto perjuicio como tu idea original. Así que esto es lo que haremos.

Ella esperó, con las lágrimas saliéndole todavía de los ojos.

—Nada —dijo él—. No lo volveremos a mencionar. Nunca. No me tocarás. Siempre que estés conmigo te vestirás con perfecta modestia. Sólo me hablarás de trabajo. Lenguaje científico, todo lo formal que sea posible. La gente creerá que tú y yo nos detestamos. Porque no me puedo permitir drogar mi libido y seguir intentando hacer este trabajo. ¿Entendido?

—Sí.

—Cuarenta años hasta que la nave de colonización llegue con el nuevo XB y yo pueda dejar este horrible puesto.

—No pretendía ponértelo difícil. Pensaba que te alegrarías.

—Mis hormonas estaban encantadas. Les ha parecido la mejor idea que habían oído nunca.

—Bien, en ese caso me siento mejor —dijo ella.

—¿Te sientes mejor porque voy a pasar los próximos cuarenta años viviendo en el infierno?

—No seas tonto —dijo ella—. Tan pronto como tenga niños me pondré gorda y perderé el atractivo, y estaré demasiado ocupada para venir a trabajar. La producción de niños es lo principal, ¿no? Y pronto la siguiente generación te ofrecerá un aprendiz al que educar. Como mucho te molestaré unos meses. Quizás un año.

—Para ti es fácil decirlo.

—Doctor Menach, lo lamento de veras. Somos científicos, empiezo a considerar la reproducción humana igual que la de los animales. No pretendía ser desleal con Evenezer. No pretendía hacerte sentir mal. Simplemente sentía una oleada de deseo. Simplemente sabía que, si iba a tener un bebé, debía ser tuyo, debía ser el bebé que más valiese la pena tener. Pero sigo siendo una persona racional. Una científica. Haré

exactamente lo que has dicho... sólo ciencia. Como si nos despreciásemos mutuamente y ninguno de los dos desease al otro. Deja que me quede hasta que deba abandonar el trabajo para tener bebés.

—Vale. Levántate, lleva la fórmula a química y déjame a solas para trabajar en el siguiente problema.

—¿Y cuál es? Tras el gusano del polvo, y el moho del maíz y el amaranto, ¿en qué trabajarás?

—El siguiente problema en el que voy a trabajar —dijo Sel— es enterrarme en cualquier tarea tediosa en la que no participes en absoluto. ¿Me haces el favor de irte ya?

Se fue.

Sel redactó su informe y lo envió a la máquina del gobernador para que pasase a la cola de la transmisión ansible. Si resultaba que el moho aparecía en otros planetas, era posible que su solución también fuese efectiva. Además, así era la ciencia: compartir información, poner en común el conocimiento.

Ése es mi fondo genético, Afraima, pensó. El fondo memético, el conocimiento colectivo de la ciencia. Lo que descubro aquí, lo que aprendo, los problemas que resuelvo... ésos son mis hijos. Formarán parte de todas las generaciones que vivan en este planeta.

Terminado el informe, Afraima seguía sin volver. Bien, pensó Sel. Que se pase el día en química.

Cruzó el pueblo y llegó a los campos comunes. Fernáo McPhee era el capataz al mando.

—Dame un trabajo —le dijo Sel.

—Pensaba que te ocupabas del problema del moho.

—Creo que está resuelto. Ahora le toca a química decidir cómo llevar la solución a las plantas.

—Ya tengo a todas las cuadrillas ocupándose de todos los trabajos. Tu tiempo es demasiado valioso para que lo malgastes en trabajo manual.

—Todos realizan trabajos manuales. El gobernador trabaja con las manos.

—Las cuadrillas están al completo. No conoces el trabajo; conoces tu trabajo, que es mucho más importante. ¡Ve y hazlo, y no me molestes!

Lo dijo en tono de broma, pero iba en serio. ¿Y qué podía responder Sel? ¡Necesito que me des un trabajo que me haga sudar y pasar calor para calmar la excitación de que mi bonita ayudante me haya ofrecido su cuerpo para plantar bebés!

—No me has ayudado nada —le dijo Sel a Fernao.

—Entonces estamos a la par.

Así que Sel dio un largo paseo. Más allá de los campos, por los bosques, recogiendo muestras. Cuando no tienes ninguna emergencia a la que enfrentarte, practicas el método científico: recoges, clasificas, analizas, observas. Siempre queda trabajo por hacer.

Nada de fantasear con Afraima, de fantasear con lo que hubiese podido pasar. Las fantasías sexuales son guiones para comportamientos futuros. ¿ Qué sentido tenía decir no hoy y sí dentro de seis meses, después de ensayar mentalmente el adulterio una y otra vez?

Habría sido mucho más fácil de no estar decidido a hacer lo mejor para todos. El que dijo que la virtud era su propia recompensa no sabía de qué hablaba.


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