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26.8% Alma Negra / Chapter 52: 52

Capítulo 52: 52

Una hora después:

—El primer grupo quiero que custodie bien el lugar, y el segundo deberá hacerse cargo de sacar el resto del cargamento restante y llevarlos a la Divi 2— les ordené a mis empleados.

—¿En las camionetas, Señor?

—No, los camiones están por llegar, solo serán dos y van a escoltarlo hasta la Divi 2.

—Sí, señor.

Me sonó el teléfono y vi las fotos que me envió Alfred. Mírala nada más, que mucho disfruta. Es extraño que ella esté con alguien. Normalmente se la pasa sola y no ha comentado nada de esto. Luego de dar las últimas órdenes, me dirigí a la casa a esperar que llegara.

—¿Cómo te fue?

—¿Por qué tanto interés?

—Por nada en especial, quiero que salgamos mañana al mediodía.

—Eso es muy raro en ti.

—Necesito un tiempo libre del trabajo, así que quiero tomar un descanso mañana.

—Mañana no puedo.

—¿Por qué no puedes?

—Tengo trabajo que hacer, y el tiempo del almuerzo lo aprovecho para hacer las tareas.

—Oh, ¿De verdad? Olvidaba que eras muy estudiosa. Estudiar sola debe ser muy aburrido. ¿No necesitas ayuda de mi parte? Puede que pueda servirte de algo.

—Realmente no necesito ayuda, pero gracias.

—¿Cuándo será que vas a salir de la casa a divertirte? Siempre andas encerrada en estas cuatro paredes y estudiando, aún estás joven para que salgas y te diviertas.

—No hay necesidad de eso.

—¿Por qué no? ¿No te gustaría salir y divertirte? Creo que deberías hacer amigas de tu edad.

—No me interesa, John. ¿Me puedes decir qué te pasa?

—¿No me digas que no has conseguido amistades en el tiempo que llevas ahí?

—Claro que no, las amistades son una pérdida de tiempo.

—Que vida escolar tan aburrida.

—Igual a la tuya. ¿No tienes nada más que decir?

—No, nada más. Ve a tu cuarto—ella subió y me quedé pensando. ¿Así que no tiene amistades? ¿Y entonces quién es él? Que mentirosa me salió la niña. Se puso tan nerviosa con el contraataque de preguntas, que las respondió automáticamente y ni cuenta se dio de su metida de pata.

Llamé a Keny para que nos reuniéramos en el estudio.

—Quiero dos cosas de ti. Quiero que busques información de esta moto, ahí está claro el número de placa. Quiero saber el nombre del dueño, edad, el modelo de la moto, en fin, todo lo que puedas encontrar.

—Sí, señor.

Al día siguiente:

Me quedé vigilandola, porque algo simplemente no me gusta, ella a estado actuando extraño. Cuando se me mete algo en la cabeza, no hay madre que me lo quite.

A la hora de almuerzo, vi que salió otra vez en la misma moto y con el mismo hombre de la foto. Espero que sea un amante y no un noviecito, no quiero recordarle las reglas otra vez. Es el colmo que siga acosando a esta mocosa, pero no estaré tranquilo hasta saber qué sucede.

Dos días después:

—Tengo toda la información, señor, pero encontré varias cosas extrañas. La información del dueño de la motora, no es la misma a la que tiene el joven en la universidad. Tiene dos nombres diferentes y el mismo apellido.

—¿Doble identidad?

—Sí, todos los documentos de la motora están al día. El modelo está escrito aquí y todo lo que necesita saber del hombre—me puse leer los documentos, y sí habían cosas extrañas. No llevaba más de 5 días en esa universidad y ya se ven tan cercanos. ¿De dónde demonios lo pudo haber conocido? En este estado ella no conoce a nadie, y tampoco sale a ninguna parte. Definitivamente hay algo extraño aquí.

Estuve varias semanas observando su comportamiento, y todo seguía igual. Se veía muy nerviosa cada vez que le preguntaba algo y todos los días salía con ese hombre, aunque no hacían nada interesante, solo ir al parque y dar vueltas cerca a la universidad. Entre más vueltas le daba al asunto, no podía explicarme nada, todo se hacía más confuso. La única vez que salió de aquí, fue cuando la secuestraron y tiempo después ese hombre se matriculó en la universidad.

—Quiero que volvamos al mismo sitio donde tuvieron secuestrada a mi hermana.

—¿Para qué, señor?

—Debo examinar algo.

Fui al lugar, y me quedé viendo los alrededores. Ya había pasado un tiempo, no sé qué esperaba encontrar ahí. El lugar quedaba cerca de la universidad. Si la secuestraron en la universidad, entonces las personas sabían dónde encontrarla. ¿Por qué no han vuelto atacarla? No encontramos ningún jefe entre esas personas que matamos ese día. A quien interrogamos estiró la pata sin hablar. La otra opción es que, ese tipo sea uno de ellos. Es una probabilidad muy alta y más con eso de que tiene doble identidad, pero no creo que sea tan tonto para cometer ese estúpido error.

—Señor, puede que haya encontrado algo.

—¿Qué cosa?

—En la entrada a esta carretera hay rastro de una llanta de moto, no sé si pueda ser de la misma.

—Pero eso puede pertenecer a cualquiera, hace mucho no estamos aquí.

—Este sitio no creo que sea muy transitado. ¿No le parece mucha casualidad, señor?

—Trae a Edward y que investigue si se puede tratar de la misma moto, él sabe más de eso que nosotros.

—Sí, señor.

Si ese tipo tuviera algo que ver, ¿Será que está cerca de Daisy para sacarle información? Estoy tan cargado que debo estar viendo cosas donde no las hay, eso no puede ser posible. Conociéndola, no creo que haga semejante tontería.

—Comparando ambas no se puede saber si es o no de la misma, pero sin duda puede caber la posibilidad.

—¿Por qué lo dices?

—Por el tamaño de la misma.

Nada es seguro a menos que le pregunte directamente y le saque información.

Esperé a la noche para invitarla a salir, quería salir de la casa y llevarla a un lugar donde se sintiera a gusto y pudiera cantar si deseaba; un lugar donde estuviéramos completamente solos.

—¿Y a qué se debe esta salida? No es normal que quieras salir conmigo, John.

—Hoy estaba de humor para salir, ¿No te gusta este lugar?

—Es muy desolado.

—Estos lugares son mis favoritos.

—A cualquier mujer que le digas eso sin conocerte, se sentiría feliz, pero yo me preocupo.

—¿Por qué?

—Porque eres alguien inexpresivo y no se sabe lo que estés planeando, además de que te conozco.

—Me conoces un poco; hablando de conocer, de confianza y todo eso, me gustaría hacerte una pregunta muy directa. ¿Estás saliendo con alguien?

—¿Saliendo con alguien? ¿De pareja?

—Sí.

—No, para nada.

—¿Y de amantes?

—Tampoco.

—¿Y de amigos?— me miró y se quedó callada—. ¿Pregunté algo indebido?— arqueé una ceja

—No.

—¿Quién es él? —busqué la foto en mi traje, y al ella verla se puso nerviosa.

&Es un compañero de la escuela, John. ¿No me digas que me has estado espiando? — sonrió nerviosa.

—Claro, tengo que saber lo que hace mi hermana. ¿Tienes algo que decir sobre esto?

—¿Por qué me estás preguntando todo esto, John?

—¿Dónde lo conociste y cuándo?

—En la universidad, hace un tiempo atrás.

—¿Y sueles irte con desconocidos a pasear en moto? ¿Has olvidado que estuviste secuestrada y frustrada por todo lo que viste allí? ¿Puedes salir tan despreocupadamente con alguien desconocido, sin saber si esa persona tiene alguna mala intención contigo? ¿Te gusta este hombre?

—No, es solo un compañero de clase.

—¿Estudia contigo?

—Sí.

—Él no está en tu misma clase. ¿Cuánto más piensas mentirme en la cara? ¿No sientes algo de vergüenza?

—Déjame explicarte, John —se puso más nerviosa que antes.

—Me gustaría escucharte.

—Él fue quien me buscó en la universidad, pero supuestamente no con malas intenciones. Yo sé que hice mal en aceptar su amistad, aún sabiendo todo lo que me hizo y te hizo. Te juro que nunca tuve la intención de traicionarte, John.

—¿De qué estás hablando, Daisy?

—De Kwan. ¿Cómo qué de quién estoy hablando?

—¿Kwan? ¿Ese es el verdadero nombre del tipo de la foto?—me miró asustada—. ¿Ves lo malo que es mentir? ¿Ves cuán traicionera puede ser tu lengua, Daisy? Solo un simple interrogatorio, y los nervios pueden hacerte hablar más de la cuenta. Así de fácil podrían sacarte información de mi.

—Yo jamás sería capaz de hacer eso, John.

—¿Tú sabías que era un enemigo, y aún así salían como si fueran grandes amigos?

—John...

—¿Qué debería hacer contigo, Daisy?

—Te juro que no tenía planes de traicionarte, tampoco quería que las cosas fueran así. Quería evitar este malentendido—sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Eso dicen las personas que están entre la espada y la pared. Al ser descubiertos no encuentran qué demonios hacer.

—John, tienes que creerme.

—¿Creerte? ¿Se puede creer en alguien que acaba de mentirme en la cara y traicionarme?

—Yo no te he traicionado, John.

—¿Y cómo se llama esto? ¿¡Así le pagas a la persona que te sacó de ese miserable hueco en el que estabas, Daisy!? —bajó la cabeza y sonreí. Fui un idiota, otra vez me equivoqué. Sin darme cuenta estaba confiando en ella, la subestimé y ahora esto me pasa. Lo menos que pensé era que ella iba a ser capaz de esto, creí que iba a ser fiel a la persona que la ayudó tanto, pero veo que no. Todos los seres humanos son lo mismo, muerden la mano a quien le da de comer. Si yo fui capaz de hacerlo, ¿Por que ella no hubiera sido capaz también? ¿Qué esperaba?

—Perdóname, John. Sé que un perdón no va arreglar nada, pero debo decirlo.

—Así no se pide un perdón. Arrodillate— me miró y sin pensarlo dos veces lo hizo—. Cierra los ojos— cerró los ojos y me agaché delante de ella—. Somos más parecidos de lo que imaginé, ¿Sabías? —saqué el arma y la puse en su cabeza, ella abrió sus ojos y me miró. Aún luego de esto, es capaz de mirarme así. Es una descarada—. ¿Por qué no estás tratando de huir? ¿Así de fácil aceptas tu destino?

—Aún si trato de huir, no podría ir muy lejos. Es irónico, porque aunque sé tus intenciones, no siento ganas de irme. Sé que lo hice mal, pero te juro que jamás quise hacer nada que te hiciera daño. Tú me gustas, John, solo quería que lo supieras.

—Eres una mentirosa. ¿Esa es tu forma de hacerme cambiar de opinión? Te digo con seguridad que eso no cambia nada.

—No, sé que eres firme en todo lo que haces; aunque te ruegue, terminarás matándome igual.

—Me conoces muy bien. Abre tu boca —acerqué el arma a sus labios y los acaricié; esos mismos labios que me tentaron tantas veces, fueron los mismos que me mintieron. Ella abrió la boca y metí el arma—. Hace tiempo no experimentaba lo que era una traición, y ahora contigo me toca hacerlo; supongo que cada quien cosecha lo que siembra, ¿No lo crees? — sus mejillas estaban húmedas por las lágrimas. Debo terminar con esto de una vez—. Solo cierra los ojos y te prometo que será rápido, mocosa...

*Sonido de un disparo*


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