A la mañana siguiente:
Daisy bajó al área de entrenamiento, pero no había comentado nada sobre lo de anoche. Es extraño eso en ella, ha estado actuando como si nada; supongo que no recuerda lo que pasó o se está haciendo la tonta.
—Hoy vendrá mi reemplazo a darte el entrenamiento, Daisy.
—¿Reemplazo?
—Sí, es una chica. Te va a enseñar mucho y saldrás menos lastimada que conmigo. Por otro lado, es una profesional, así que espero estés pendiente a todo lo que te enseñe— se veía disgustada y la seguí observando.
—¿Eso es todo? — preguntó indiferente.
—¿Qué hay con es actitud? ¿No me digas que estás en tu periodo otra vez?
—Creo que mis días se están acercando—caminó, y me le quedé viendo. Estaba caminando raro. ¿Acaso está lastimada o algo?
—Estás caminando raro— comenté, a lo que se giró hacia mí.
—Te fijas en todo tipo de detalles, ¿Eh?
—Es una de mis especialidades, ¿no me digas que te lastimaste anoche?
—Digamos que me excedí haciendo ejercicios.
—Hablando de anoche...—me interrumpió.
—Anoche no pasó nada. ¿Eso era lo que ibas a decir, John?— sonrió.
—Claro que pasó.
—Si no lo recuerdo, no pasó.
—¿Así que la mocosa está usando mis métodos ahora? ¿Cómo ibas a recordar algo, si te dormiste a mitad?
—Lo más probable porque me sentía insatisfecha—me hizo un guiño, y siguió caminando. ¡Maldita mocosa! Debería hacerle tragar todas esas pendejadas.
Mi teléfono sonó y era Keny.
—Tenemos un problema, señor. Necesitamos que venga al Divi, nuestros hombres sufrieron un ataque a medianoche.
—¿Cómo que un ataque?
—Al parecer fueron esos hombres que secuestraron a su hermana.
—¿Por qué estás tan seguro?
—Porqué dejaron un mensaje para usted, señor. Quieren ajustar las cuentas por la muerte de su padre. Recientemente a sido atacado por esa misma razón, por eso pienso que deben ser las mismas personas.
—Aquí deben haber más involucrados. ¿Cuánto por ciento de pérdidas?
—Alrededor de un 70%, señor.
—Maldición, tengo que sacarme a esa gente de encima. Reúne a los hombres, ya salgo para allá.
—Sí, señor— colgó la llamada.
Tengo que descubrir quién está detrás de esto, no puedo seguir teniendo pérdidas. Ese viejo aún después de muerto me causa problemas.
—Alfred te llevará a la universidad más tarde, yo tengo que irme — le avisé a Daisy.
—¿Todo está bien, John?
—¿De casualidad recuerdas algo de ese lugar donde te tenían secuestrada? ¿No escuchaste a nadie hablar de su jefe o algo?
—¿Jefe?
—Sí, de su jefe. Necesito saber quién está detrás de todo esto, y tú eres la única que puede haber escuchado algo. ¿No te dijeron nada?— sus piernas comenzaron a temblar y desvió la mirada por un pequeño instante, para luego mirarme de vuelta.
—No, no recuerdo haber escuchado nada—el timbre de su voz me alertó, no me pareció para nada creíble su respuesta.
—Que bueno, si recuerdas algo, no dudes en avisarme.
—Esta bien, que vayas bien— sonrió y bajó la cabeza.
Las personas suelen delatarse ellos mismo. ¿Qué me podría estar ocultando, para que se ponga así? Espero no sea nada grave.
—Alfred, necesito que lleves a mi hermana a la universidad, porque tengo unos asuntos que atender.
—Sí, señor.
—Te quiero pedir otro favor. Quiero que la vigiles mientras yo no estoy.
—¿Vigilar a la señorita?
—Sí, luego de lo que pasó no está bien dejarla sola. Pueden venir por ella otra vez, así que quiero que la cuides. Cualquier cosa extraña que veas, no dudes en avisarme.
—De acuerdo, señor, cuente con eso.
Horas después:
Daisy
John es un descarado. ¿Por qué no puede ser más cariñoso, o al menos expresivo? Me hizo todo eso anoche, y ni siquiera se quiso quedar conmigo. ¿Es normal coger, y que luego se vaya como si nada o será que le desagrado demasiado? No puedo comprenderlo. Dice que le da asco besar a otras mujeres, pero anoche me besó varias veces; además tenía esa expresión tan pervertida, jamás lo había visto así. ¡Maldito hombre, me confundes!
Por otro lado, estaba actuando extraño esta mañana, me hizo esa pregunta y no dejó de mirarme. No creo que sea fácil engañarlo. ¿Hice bien en no decirle sobre Kwan? Digo, yo no tengo la culpa de que él se haya acercado a mi, pero tengo temor de que se entere por otros medios y piense que le estoy traicionando.
—Aquí estás, panterita. ¿Sueles venir a menudo aquí? — al ver a Kwan en la terraza, me puse nerviosa.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a verte. ¿Te molesta?
—Kwan, no creo que sea conveniente que te me sigas acercando.
—¿Por qué?
—Tu eres enemigo de John y fuiste tú quien me hizo todas esas cosas.
—Creí haber dejado claro eso. Mis rivalidades con John no tienen que ser una barrera para tener una amistad tú y yo.
—Por supuesto que sí.
—¿Eres su mujer?
—Ya te dije que no— ni siquiera le importo.
—Entonces no le veo problema alguno. Ya te dije cuáles son mis intenciones contigo, yo no quiero causarte problemas, pero no sería justo alejarnos solo porque a él no le agrade.
—No se trata solo de eso. Si John me ve contigo, pensará que lo estoy traicionando.
—Pero no es así, tú no me estás vendiendo su información, ¿O si?
—No.
—¿Entonces? Solo somos amigos y compañeros, estudiamos en la misma escuela y listo. Por otro lado, él no conoce mi identidad; así que no debe haber problema. Ya dejemos estos temas tan problemáticos a un lado, ¿y qué tal si tomamos el café que ayer no pudimos tomar? No te haré nada, lo prometo. No tengas miedo de mi, estoy totalmente desarmado, puedes rebuscarme.
—No hace falta.
—¿Qué dices, panterita? ¿Vamos? — me quedé en silencio y miré la hora en el teléfono, creo que me estoy arriesgando demasiado.
Caminé con él al estacionamiento y vi su moto.
—No creo que pueda subirme ahí.
—¿Por qué no?
—¿Me has visto? Eso no es para mí.
—¿Quién te dijo? Quería darte una vuelta en ella. Había pensado en no traerla a la universidad, pero al recordar que ayer estabas triste, quiero de alguna manera hacerte sentir mejor. ¿Y qué mejor que andar en moto? Podrás coger aire fresco y sentir la adrenalina. Te aseguro que olvidarás tus problemas por un rato. ¿Te animas?
—Le tengo miedo.
—No le tengas miedo a ella, panterita. Su nombre es Mary.
—¿Mary?
—Sí, es el nombre de mi madre. Ella fue quien me regaló esta moto, las líneas rojas las añadí por ella, su color favorito era el rojo.
—¿Era?
—Falleció hace muchos años, pero no hablemos de eso. ¿Subirás conmigo, panterita?
—Está bien—él se subió y me subí detrás, dijo cómo tenía que hacerlo y que me sujetara de él, pero no me atrevía.
—Si no lo haces puedes caerte. Prometo no ilusionarme más de lo que estoy. Atrévete a tratar algo nuevo, no te vas arrepentir— sonrió.
—Esta bien —me sujeté alrededor de él y manejó. Se sentía raro estar así, pero no fue tan malo como pensé.
John
Llamada telefónica
—Disculpe que le moleste, pero me dijo que le notificara cualquier cosa.
—¿Qué sucede, Alfred?
—¿Su hermana tiene amigos, señor?
—¿Amigos en la escuela?
—Sí.
—No, que yo sepa. ¿Por qué?
—La Señorita acaba de salir con un hombre en una motora.
—¿Estás seguro que era ella?
—Sí, señor.
—¿Sabes a dónde fueron?
—No.
—De acuerdo, tómale fotos cuando regresen y me las envías.
—Sí, señor.
¿Qué me estás ocultando, Daisy?