—Despierta, idiota— me dio una bofetada, y pude despertar de ese trance en el que me encontraba.
—Lo siento, Juliana.
—¿Vas a ayudarme o no?
«Yo debo matarla, pero no puedo... »
—No hagas nada, inútil. Yo buscaré la forma de irme— trató de caminar y la sujeté por la cintura.
—Te ayudaré.
Caminamos hacia mi auto y vi a Owen caminar hacia nosotros.
—¿Qué te pasa, cielo? —la alejó de mi y me miró —. ¿Qué le hiciste?
—Creo que rompí fuente, mi amor, tenemos que ir al hospital.
—No hay tiempo. Súbanse, yo los llevaré.
Owen la ayudó a subir al auto y se sentó con ella.
—¿Cómo supiste donde estábamos? — preguntó Juliana.
—No podía dejar a mi esposa embarazada a solas con este tipo. Es normal no confiar en él.
—¡Sí, planeaba matarla!— exploté—. Tienes toda la razón en no confiar en mi.
—¡Eres un infeliz! — Owen le dio un golpe al asiento.
—¿Qué dijiste? — preguntó Juliana.
—Tenía esa puta orden de mi padre, pero no puedo. Eres lo único real en mi miserable vida. Dentro de toda esta mentira, la única realidad eres tú y, no voy a cometer una estupidez de acabar con lo único seguro que tengo. Creí que no me importaba nada, pero tú si me importas. No puedo simplemente ignorar el hecho de que eres mi sangre; por eso me disculpé contigo. Me pasó por la cabeza dejarte ahí e irme, pero no podía hacerlo. Será mejor que tan pronto te deje en el hospital, no nos veamos nunca más. No es seguro que estés cerca de mi.
—¡No digas pendejadas! Todos nos equivocamos en la vida y, no es que me agrades, idiota, pero no puedo dejar que te alejes ahora. Lo importante es que estás haciendo algo bueno; aunque pensaste en hacerme algo malo, ahora mismo estás actuando como un hermano y eso es lo que importa. No te conozco bien, pero puede que haya algo bueno en ti y, no seas tan malo como pensé que eras. Has sido una víctima de tu padre. Te está utilizando y, tú te estas dejando como un imbécil. ¿Qué tipo de padre manda a un hijo a matar a su propia hermana? ¡Ese tipo está loco! No te dejes manipular más y despierta. Puede que aún estés a tiempo de enmendar todo lo malo que has hecho; por ejemplo, haciendo cosas buenas como esta.
Era la primera mujer que se atrevía hablarme así y, a la única que le permitiría alzarme la voz. Fue cuando descubrí lo que estaba sintiendo por ella, para mi todo estaba muy claro. No la veía como una hermana, la veía como algo más; y eso me hizo sentir doblemente frustrado. Pude comprender la razón por la cuál me sentía atraído a su forma de ser, a todo de ella; la veía como una guía, como autoridad, como la luz en medio de toda la oscuridad. Confirmé que en realidad ella se había convertido en una debilidad y, no podía permitirme que nadie más conociera sobre ella, era algo que debía quedarse oculto; incluso de ella misma.
—Ya estamos llegando, Juliana— le dije al escucharla quejándose.
Al llegar al hospital, la ayudamos entre los dos para bajarse y caminar. La dejé con Owen mientras buscaba a un doctor o a alguna enfermera que la atendiera urgentemente.
Ellos se la llevaron y me quedé a solas con Owen.
—Esto es algo que no podré perdonarte, John. Si realmente quieres el bienestar de ella, mantente lejos de Juliana— él se fue con los médicos, y me quedé afuera.
Darle la razón a ese idiota, me hacía hervir la sangre; aun así, no puedo hacerle caso.
Los tres días que estuvo en el hospital, me escapaba del negocio para venir a verla; incluso cuando le dieron de alta. Nunca había estado cerca de dos bebes y, al ver a Kamila por primera vez, algo dentro de mi cambio.
Toqué la puerta de su casa y Owen me abrió.
—Hola, John.
—Hola, ¿Dónde está mi hermana?
—Esta en la habitación, puedes subir a verla.
—Gracias, Owen.
Subí a su habitación y toqué la puerta antes de abrirla. Le di un ramo de flores que compré; era a la primera persona que le regalo algo tan cursi.
—¿Cómo te sientes?
—No conocía este lado tierno tuyo, John.
—No conoces nada de mi, no creas que soy así con todos— es solo contigo…
—Ahora me siento especial.
—Llevas mi sangre, ¿no? Eso nos hace a los dos especiales.
—No vengas a añadirte, soy la única especial aquí— ambos reímos.
Me gusta ese lado presumido que tiene.
—Quería decirte que estoy agradecido de que me hayas permitido acercarme un poco y conocer más de ti. Sé que hemos tenido muchas diferencias, pero quiero decirte que estoy feliz de saber que tengo una hermana; aunque seas tan sarcástica, cruel, malcriada y orgullosa. Estoy orgulloso de haber tenido la oportunidad de conocerte.
—¿Por qué me suena a una despedida?
—No me estoy despidiendo. ¿Por qué haría eso?
—No sé, eso presiento.
—No, para nada, solo quería agradecerte.
—Yo debo agradecerte por abrirme los ojos y decirme la verdad, algo que nadie más hizo. No fue de la mejor manera, pero lo importante es que estamos aquí. Tendremos tiempo demás para conocernos mejor y, quizás arreglar nuestras diferencias; así que no suenes como un viejo y deja de decir cosas que parecen más una despedida. Como te atrevas a alejarte y dejarme así, voy a buscarte hasta por debajo de las piedras— sonreí al escuchar su último comentario.
—No me cabe duda de que tu sí lo harías, pero no creas que yo no haré lo mismo. Si tratas de alejarte de mi, voy a buscarte y, la bofetada que me diste el otro día, te la voy a devolver, ¿Te quedó claro, mocosa presumida?
—Mocoso eres tú, idiota.
—¿Quieres quedarte a comer, John? — me preguntó Owen, al entrar a la habitación.
—No, yo ya me tengo que ir. Solo vine a saber como estaban y a hablar con Juliana. Espero te mejores pronto y…— se escuchó un sonido de cristales rompiéndose, y los tres nos miramos.
—¿Y eso qué mierdas fue? — preguntó Owen.
Es imposible que me hayan seguido hasta aquí.
—¡Tienen que salir de aquí ahora! — les grité, sacando el arma y apuntando a la puerta.
—¿Qué haces con eso aquí? — Owen alejó a Juliana de mi.
Dos hombres de mi padre entraron a la habitación.
—¿Qué hacen ustedes aquí?— les pregunté.
—Ellos solamente no están aquí, hijo —mi padre entró a la habitación, y me preocupé.
—¿Qué haces aquí, papá?
—¿No vas a bajar el arma, hijo?
—No, hasta que sepa tus intenciones. ¿Qué haces en la casa de mi hermana?
—Oh, ¿Ya la llamas hermana?— miró a Juliana, y sonrió—. Te daré solo una oportunidad, hijo. Bajas el arma o todos los que están en esta habitación van a morir, incluyendo los niños. Tú no quieres eso, ¿Cierto?
—¡Deje de llenarle la cabeza de tonterías a John! — gritó Juliana.
—No digas una sola palabra más, Juliana — le pedí.
—Váyanse de mi casa, no sé que demonios están haciendo aquí.
Si lo sigue provocando, no dudará en hacerle algo.
—¿No sabes? — miró a Juliana nuevamente, y me paré delante de ella.
—Vámonos de aquí, papá. Deja a mi hermana tranquila. Vamos a resolver nuestras diferencias en otro lugar.
—Te lo advertí muchas veces y no hiciste caso. Podrás ser mi hijo, pero los negocios son negocios.
—¿Qué tipo de padre es usted? No creo que seas nuestro padre. ¿Me va a decir qué hace en nuestra casa?
—Que te lo diga ella. ¿Sofía?
Llamó a Sofía, la mujer que creí por todo este tiempo que era mi madre biológica, y entró a la habitación; vestida de la misma manera que los hombres de mi padre.
—¿Mamá? — preguntó Juliana.
—¿Qué les parece esta reunión familiar? — preguntó mi padre riendo.