5 meses después:
Logramos nuestro objetivo y la empresa ya era nuestra; todo lo que mi padre había luchado por conseguir, al fin se había podido lograr. Estaba a cargo de ella mientras mi padre se encargaba de la otra empresa. Se genera el doble de dinero con ambas funcionando. El dinero jamás ha sido un problema, siempre lo hemos tenido todo.
Por otro lado, no he podido acercarme a Juliana. La he estado observando de lejos. Al enterarme de su boda sentía ganas de ir a verla, pero no creo que sea lo correcto. Debe estar odiándome por la muerte de su padre y no la culpo.
Entre tanto darle vueltas al asunto, me decidí a ir.
—¿No le llevará algo, Joven?— preguntó Aquiles.
—¿Qué puedo llevarle? No sé sus gustos.
—Tal vez una joya.
—¿Eso le gusta a las mujeres?
—A la mayoría.
Nos dirigimos a la joyería más cercana, pero no sabía cuál escoger. Ni siquiera sabe quién soy yo; si le regalo algo así, no creo que alguien como ella lo acepte. Jamás le he regalado nada a nadie.
Aquiles me ayudó a elegir y ordené a que lo empacaran; luego fui directamente a local donde estaban realizando la fiesta y, entré con Aquiles y otro de mis hombres. Ella estaba en medio del local, hablando con su hermanastro y su esposo. Los tres se me quedaron viendo y se pararon al lado de ella.
—¿Qué haces tú aquí? — me preguntó molesta.
—Tranquila, no vengo a buscar problemas. Solo quería felicitar a los novios en su día y a traer este regalo — le agarré la mano a Juliana y se lo di.
Al abrirlo, se me quedó viendo.
—No puedo aceptar esto— quiso darme la caja, pero no la cogí.
—Tómalo, es un regalo de bodas. Los regalos no se desprecian.
—¿Por qué haces esto? Yo ni te conozco. ¿Cómo supiste que nos casamos? — preguntó Juliana.
—¿Quieres saber la razón? —al ver esa expresión de confusión, me acerqué a su oído—. Porque yo sí soy tu hermano, Juliana.
—¿Qué dijiste?
—Que tengan una dulce luna de miel— sonreí, y salí del local.
Al subirme al auto, vi a Sofía acercarse a la camioneta. Nunca había hablado con ella y no entendía la razón por la cual se acercó.
—¿Qué estás haciendo aquí? No te quiero cerca de mi hija — se veía molesta.
—¿Por qué? ¿No quieres que se entere de que yo soy su verdadero hermano, Sofía?
—No voy a dejar que te acerques a ella. Solo buscas hacerle daño y no te lo voy a permitir. Tú y tu padre solo son unos asesinos, dañan todo lo que tocan y, lastiman a todo aquel que se les arrime. No quiero que mi hija se vea afectada por tu mala vida. Te quiero lejos de ella o no respondo.
—¿No me quieres cerca de mi hermana? ¿Quién eres tú para ordenarme eso? Solo eres una perra que se acuesta con cuanto hombre se le arrime. Ni siquiera para madre sirves. No eres un buen ejemplo tampoco, ¿No te parece? Te guste o no, planeo acercarme más a ella.
—¿Son órdenes de tu padre?
—No, es algo que decidí por mi cuenta.
—Peor todavía. Aléjate de ella, solo la vas a lastimar. Si realmente te importa, aunque sea un poquito, aléjate— sus ojos se veían llorosos.
¿Así que algo puede lastimar a esta bruja?
—No, si eso es todo lo que le tienes que decir a ese hijo indeseable, que tanto odias y alejaste de ti, ya me tengo que ir.
Vi a Juliana acercarse a nosotros.
—¿Me vas a explicar qué es esto, mamá?
—Te dejo para que le expliques, tengo trabajo que hacer. Las contactaré luego.
—Espera, John. Explícame tú. ¿Qué está pasando aquí? — preguntó Juliana, a lo que Sofia me miró con esa expresión de suplica, y suspiré.
No lo hago por ella, lo hago por Juliana.
—Cuando regreses de la luna de miel, pasa por la empresa que era de tu difunto padre y pregunta por mí. Hablaremos del asunto con calma. Espero me disculpen, pero ahora tengo prisa. Cuídense— subí la ventanilla y le di la orden a Aquiles de manejar.
Esta es la oportunidad que estaba esperando.
Los días pasaron rápidamente, y mientras estaba hablando con un socio en la oficina, abrieron la puerta bruscamente. Al ver que era Juliana, me levanté de la silla.
—¿Y ella quién es?— preguntó mi socio.
—Es mi hermana. Déjanos a solas. Luego te mando a llamar.
—Sí, señor— salió de la oficina.
Caminé a su dirección y sonreí.
—Que hermana tan educada tengo. ¿No te enseñaron a esperar a que te den el permiso de entrar?
—La educación me importa poco en este momento.
—Volviste muy rápido de la luna de miel. ¿Tantas ganas tenías de verme? — sonreí, y me recliné del escritorio.
—Voy a ir directo al asunto; quiero que me digas todo lo que sabes y, como es eso de que eres mi hermano.
—No te desesperes. La historia es un poco larga, pienso que deberías sentarte.
—Estoy bien aquí. Primero que todo, ¿Qué es lo que querías conmigo? ¿Por qué ese repentino interés de acercarte a mi?
—Sentía curiosidad de conocer a mi hermana. ¿Hay algo de malo en eso?
—No me jodas. ¿Hace cuánto lo sabías?
—Sabía que tenía una hermana, pero no te había conocido hasta hace 10 meses, fue cuando mi padre me mostró por fotos quien eras.
—¿Dónde está tu padre?
—No es el momento de conocerlo.
—Quiero conocer a ese abusador.
—¿Abusador?— pregunté confundido.
—Debe pagar por lo que le hizo a mi madre.
—¿Qué fue precisamente lo que te dijo tu madre?
Me contó una absurda historia, que no pude contener las ganas de reír.
—Hay que ser realmente estúpida para creer algo como eso. No sabía que tu madre podía llegar a ser tan cínica.
—Respeta a mi madre o te voy a tumbar los dientes.
—Eres demasiado confiada e ingenua, en eso somos muy diferentes.
—Lo dice alguien que anda detrás del culo de su padre y haciendo todo lo que le dice. Sólo eres una herramienta de tu padre, no te veo como nada más.
—A diferencia de ti, él sí me dijo la verdad en todo momento. Tu madre te ha mentido mucho. Mi padre no es un santo, pero sería incapaz de abusar de una mujer.
—Fue por obra del espíritu santo que te tuvo entonces.
—Mi padre quería tener un hijo con su esposa y necesitaban alquilar un vientre; tu madre aceptó esa oferta y prefirió comerse la carne cruda, a realizar el procedimiento en una clínica. Durante el embarazo se molestó porque mi padre no quería aumentarle el precio que había acordado y, trató de huir. A mi padre no le quedó de otra que obligarla a que me tuviera. Ya ves que no soy muy querido por parte de tu perra madre.
—¡A ella la respetas! — trató de darme una bofetada, pero la sujeté en el aire.
—No te recomiendo que hagas eso. Si no puedes aguantar escuchar la verdad, ¿Para qué mierda vienes?
—De ella no hables así en mi presencia. La versión no es lo que me molesta, es tu forma de referirte a ella. Puedes odiarla o lo que sea, pero delante de mí no hables así. No puedo creer esto que dices.
—Tu madre no es buen ejemplo. ¿Acaso olvidas que era la amante de tu adorado padre? ¿Cómo le llaman a ese tipo de mujeres... — me quedé pensando en la palabra adecuada—, rompematrimonios o una cualquiera? — sonreí con malicia.
Estaba forcejeando para soltarse, pero la sujeté más fuerte.
—Tienes un temperamento de mierda, eso me confirma que realmente eres mi hermana — me dio una bofetada con su otra mano, y reí—. Que agresiva eres. — la solté, y me miró mal.
—¡Imbécil!
—¿Qué miras? ¿Te gusté?
—Ni que fueras la gran cosa.
—Un pajarito me dijo que andabas cogiéndote a tus dos hermanastros y, ya ves, que hasta te casaste con uno. Recuerdo como se cuadraron para defenderte ese día en la boda. Los tienes comiendo de tu mano, hermanita. Considero que hubiera sido divertido si estuvieras de mi parte y, así el plan de mi padre hubiera sido más entretenido.
—Ese pajarito te contó muy mal. Tu no te quedas atrás, hermanito. Eras amante de la vieja de Grace. Que gustos tan patéticos tienes. Eres el único que considera esto divertido. ¿Por qué mataste a mi papá?
—Ambos eran buenos socios y tenían esta empresa compartida. Tu padre le pidió ayuda a mi papá, porque su querida esposa estaba haciendo gastos innecesarios y la empresa estaba a punto de irse a la quiebra. Hicieron un acuerdo entre amigos para ese entonces, pero tu padre no cumplió. Luego de que mi padre lo ayudó, él no quiso devolverle el dinero. Mi padre es un hombre de negocios y, su amistad llegó hasta ahí.
—Muchas cosas no me cuadran.
—¿Cosas como qué?
—Creí que mi madre fue la razón por la cual se hicieron enemigos.
—En parte. Ellos dos se la comían en silencio, no le importaban compartirla, pero tu estúpido padre se enamoró de ella y, fue por eso que no quiso seguir asociado con mi padre. Mi papá y yo desconocíamos de tu existencia, hasta hace 10 meses. Independientemente de todo lo que sucedió en el pasado con tu madre, la razón por la que actué de esa forma, no fue para hacerles daño a ustedes, fue para reclamar lo que por ley le corresponde a mi padre. Fue mi padre quien la levantó, por ende le pertenece.
—¿La ambición los puede llevar a tanto por una maldita empresa? ¿Tan poco les importa la vida de una persona?
—Negocios son negocios, hermanita. La vida de tu padre no valía nada.
—¡Eres un maldito!
Llevé mi mano al cuello de su camisa para mirar si tenía el collar puesto, pero no.
—No tienes el collar puesto. Yo que tardé tanto en escogerlo para ti. Que despreciativa eres.
—¿Por qué tendría puesto el collar de alguien como tú? Sólo eres un asesino.
—No me odies, hermanita; aunque no lo creas, fue lo mejor. Digamos que fue una ayudita, considero que deberías darme las gracias por haberte librado de ese problema.
—¿Las gracias por matar a mi padre, infeliz?
—Estaba a punto de regalarte solo por saldar esa deuda que tenía. Aún así, ¿sigues viéndolo de la misma forma? Te liberé de que fueran a casarte con alguien más.
—¿Qué te hace pensar que iba a permitirlo?
—Sabía que eras mi hermana cuando me pidió que me casara contigo y, evitando que tuvieras que casarte con alguien más, preferí ganar algo de tiempo y hacerle creer que me casaría contigo.
—Uy, pero que hermano tan considerado— su sarcasmo es algo que de alguna manera me enciende.
—Gracias, hermanita.
—Quiero que nos hagamos una prueba los dos.
—De acuerdo, estoy dispuesto a hacerla.