En medio de la oscuridad, en el único lugar que había luz, se encontraba una mujer tirada en el suelo con su hombro y pecho destrozado. La sangre manchaba el suelo extendiéndose hasta tocar la oscuridad y la mujer miraba el cielo abierto mientras lentamente daba el último aliento.
"…"
Alice despertó de su sueño y abrió los ojos tratando de levantarse para buscar a su hermana, pero se quedó quieta al no poder moverse.
Ella estaba en la habitación de su hermana en donde Aurora estaba descansando y no estaba al lado, sino que en la cama y su hermana la abrazaba, babeándole el hombro.
Aurora dormía pacíficamente y como ella se había levantado abruptamente trataba de volver a abrazarla. Similar a cuando eran niñas, Aurora le gustaba tener a alguien que abrazar y podía ser muy pegajosa.
Algunos dirían que era una molestia, ya que ella podría disfrutar abrazando, pero la persona que era abrazada sufría al ser tratado como un peluche. Aunque no era así para Alice.
"…"
Alice al ver a su hermana se mordió los labios resistiendo ese miedo y dolor que amenazaba con salir.
Ella se metió entre los brazos de su hermana, que estaba completamente dormida y se quedó ahí con sus ojos cerrados. Tratando de controlar el miedo que la quería engullir y sintiéndose aliviada de que su hermana estuviera bien.
Su hermana fue asesinada… Ella fue asesinada.
Fue el tirador quien le disparo, pero no estaba solo, sino que recibió la ayuda de alguien más. Uno de ellos eran los sectarios de Ketzula e incluso del mismo Dios que bendijo las balas, aumentando la potencia y también el peligro.
Convirtiendo al tirador que ni siquiera podía tocar a su hermana en un peligro fatal… Uno que ella había ignorado.
Debió matarlo cuando tuvo la oportunidad… No, debió ignorar a su hermana y ordenar que su gente lo buscara para asesinarlo.
Fue su culpa de que su hermana muriera y si ella hubiera asesinado al tirador y hubiera estado más vigilante, su hermana no hubiera muerto.
No. Tampoco hubiera sido cierto. La muerte del tirador no cambiaba el hecho de que alguien más la quería muerta.
El tirador y la bala bendecida por Ketzula fue un medio, pero había alguien más y esta no era la primera vez que intentaron asesinar a su hermana. En China, Kong Tian y Tang Bai también lo intentaron y cuando Hermes quiso descubrir algo, no pudo.
Su hermana lo ignoraba voluntariamente porque no podría encontrarlos y sobre todo tenía confianza en sus capacidades y Alice también tenía confianza.
¿Cómo no podría? Su hermana era hábil, capaz y fuerte. Que sintiera el peligro antes del disparo fue la prueba de su capacidad, pero no era todopoderosa y tampoco era indestructible.
"…"
Alice miró el techo y luego se giró para ver como su hermana dormía y cerró los ojos durante un breve segundo.
No tuvo que pensarlo demasiado. Su hermana lo era todo y ella no iba a perder su todo por su inacción.
Al abrir sus ojos, ella ya estaba afuera de la habitación de su hermana mientras la oscuridad surgía reformando su cuerpo.
A pesar de que estaba afuera, ella también estaba en el interior, acostada con su hermana. Sintiendo la calidez del abrazo, escuchando la respiración suave y viendo a su hermana dormir con tranquilidad y calma.
La oscuridad también cubría la habitación de su hermana, toda la sala y prácticamente el edificio, permitiendo que ella sintiera, viera y escuchara todo lo que sucedía.
Escuchó a Liam viendo las noticias en su habitación mientras seguía trabajando, ayudando a ellas dos como siempre hizo.
Sin embargo, este no era un trabajo para él.
Alice entró a su habitación y dejó que la oscuridad bajo sus pies tragara toda la habitación mientras proyectaba una videollamada.
En la proyección apareció un hombre de cabello negro y ojos rojos. Guapo y masculino, pero ahora no llevaba la sonrisa bromista y juguetona que siempre tenía, sino que una expresión seria y solemne.
Estaba a la espera de que ella hablara y esos ojos rojos mostraban que la apoyaría independientemente de lo que pidiera.
"Necesito un favor." Dijo Alice y viendo que no había respuesta, ordenó. "Encuentra a todos sus conocidos… Cada uno de ellos."
Lo primero era la venganza. El tirador no hablaría y probablemente estaba atado con contratos que evitaban que hablara, pero de esos contratos podía hacerse cargo y lo importante era la venganza y el sufrimiento.
Alice hizo una promesa y la cumpliría, aunque tuviera que pedir favores y él asintió.
"Lo haré." Respondió el hombre antes de cortar.
Este era un favor diferente a todos y él lo sabía. Esta no era la primera vez que pedía grandes favores personales y el último también fue en una situación en donde su hermana fue herida, aunque esa vez fue emocionalmente.
Alice, al quedar sola notó como la oscuridad que se extendía por las paredes temblaba de hambre ante su deseo de venganza.
Sin embargo, ella no se detuvo. Tenía al tirador en su poder y se encargaría de él y de la promesa, pero también de todos aquellos que empezaron todo.
Ella abrió su reloj holográfico y escribió un mensaje a la persona que más le desagradaba por acercarse a su hermana.
El idiota era un tipo problemático y a veces estúpido y bromista, pero cumplía los favores y sus tratos.
No obstante, ese pervertido le desagradaba, pero ya no era momento de que sus celos y miedo a que él le quitara a su hermana la detuvieran.
Si las emociones que él mostraba eran ciertas, entonces estaría enojado y cooperaría.
"…" Alice envió el mensaje y cerró los ojos.
Ya había rezado fervientemente por venganza y decidido cooperar con el idiota, no sería demasiado si buscaba la ayuda del novio de su hermana.
******
En una oficina en el edificio sede de la Empresa Cosmos en la Ciudad Atlántida estaba Elerius y Aquila Trenus.
Ambos gemelos eran similares. Tenían cabello marrón, ojos claros y normalmente el único detalle que los diferenciaría era que Elerius le gustaba sonreír y Aquila era un hombre serio.
Otro de los factores que la gente usaba para diferenciarlos era la vestimenta.
Elerius siempre usaba un traje, ya que su trabajo era ser un secretario del CEO de la Empresa Cosmos y aquel que le ayudaba en los temas administrativos y en los negocios.
Mientras que Aquila era alguien que le gustaba usar ropa de militar y estaba orgulloso de ser parte del ejército de la Ciudad Atlántida.
Ahora ambos llevaban el mismo traje psiónico diseñado para potenciar la fuerza psiónica en sus cuerpos.
Ambos miraban las trasmisiones tanto del laboratorio como del ejército y notaron como las personas se movilizaban.
En el ejército las fuerzas de elite estaban armadas y equipadas con la última tecnología que el Sabio diseñaba y hoy más que nunca estaban mejor armados de lo normal.
Mientras los soldados se preparaban, los investigadores guiados por Lucius desarrollaban más armas y sus equipos se preparaban para brindar apoyo.
"Me acaban de avisar de que alguien volvió a subir el video a las redes." Dijo Aquila mientras miraba su reloj holográfico y apagándolo, declaró. "Ha sido bajado antes de que nosotros nos moviéramos."
Elerius asintió.
Algunos transeúntes que trataban de grabar a la Glotona en secreto grabaron a Aurora Campbell siendo golpeada por una bala y también grabaron a quienes llegaron inmediatamente después.
"¿La Iglesia?" Preguntó Elerius, pero su hermano negó con la cabeza. "Zerzura entonces."
¿Por qué el Sumo Pontífice de la Iglesia del Tiempo y el Espacio apareció de repente a instante de que Aurora Campbell fuera golpeada? Esa era una de las muchas preguntas que las personas tendrían si el video se extendía y las preguntas aumentaría si analizaban lentamente el video, así que la mejor decisión era eliminarlo.
Elerius no conocía demasiado a Aurora Campbell, pero había oído hablar de ella por el joven maestro y sabía que a la joven no le agradaría ser el centro de atención y más de esta forma.
El video iba a ser bajado rápidamente de internet, pero no podía ser censurado por completo y escaparía de alguna manera y lo que estaban haciendo era retrasar la verdad.
Sin embargo, era suficiente por ahora.
"Iré a hablar con el joven maestro." Dijo Elerius y al notar la mirada preocupada de su hermano, ordenó. "Prepárate."
Su hermano asintió y lo dejo ir.
Elerius abandonó la oficina y en vez de usar un portal subió en el ascensor queriendo tiempo para pensar.
El joven maestro había ordenado que dejaran el último piso vacío y se había quedado encerrado en su oficina desde ese evento.
Él no había dado órdenes o había pedido que hicieran algo, simplemente se quedaba mirando la ventana inmóvil y perdido.
Elerius cerró sus ojos controlando la energía psiónica y aceleró el movimiento del ascensor.
Al abrir sus ojos, él había llegado al último piso caminó entre las oficinas importantes, pasando por la sala de reuniones y negocios, dirigiéndose a la oficina en el fondo y luego al llegar vio la puerta medio abierta.
"Señor…"
Elerius habló en voz alta y pasó dándose cuenta de que la única luz era la del sol que se estaba ocultando en el horizonte.
Viendo la ciudad y el atardecer estaba el hombre que había decidido servir… Llamarlo 'Joven Maestro' simplemente era un modo de ponerle título a él, que no le gustaban muchas de las formas que ellos podían llamarlo.
Al igual que las veces anteriores, no hubo respuesta ni movimientos y Elerius preocupado por aquel que servía, se quedó sin saber qué hacer ni cómo reaccionar.
Un silencio sepulcral que a Elerius le preocupaba duró más de lo que él creía.
"¿Así es como se siente?" Preguntó de repente el hombre y al girarse, cuestionó. "¿Así es como se siente vivir? ¿Temiendo perder lo que nos mantiene vivos?"
Elerius que fue sorprendido, se detuvo y no le respondió.
No podía responder cuando sentía la calma en la voz del hombre y peor aún la tormenta que amenazaba con llegar a este mundo. Su maestro estaba enojado y furioso, pero sus emociones no salían abruptamente.
Al no tener respuesta, el hombre se giró y los ojos de color zafiro brillantes se fijaron en él y al sentir el brillo de esos ojos, Elerius bajó la cabeza.
"Vivir no significa temer lo que podemos perder, sino que disfrutar lo que tenemos y hacemos todo lo posible para aferrarnos a lo bueno de nuestra vida." Respondió Elerius y exhalando, levantó la cabeza. "Incluso a costa de otros."
Los ojos del hombre se apagaron sutilmente hasta que volvieron a la normalidad.
"Me he enamorado de ella, Elerius." Dijo Kairos y bajando su mirada, murmuró. "Y tengo miedo de perderla."
Elerius quedó en silencio por esas palabras.
Su maestro tenía miedo a perder aquella mujer que amaba y esa era una de las razones por la cual se ponía tan nervioso cuando hablaba con ella, no queriendo cometer ningún error sabiendo que no podía volver hacia atrás.
Sin embargo, Kairos había terminado de hablar.
"Pero más miedo tengo de que alguien me la quite." Dijo Kairos y respirando hondo levantó la cabeza y mientras sus ojos volvían a brillar, declaró. "Encuentra la ubicación de aquellos cercanos al tirador. Alguien más se encargará de cooperar contigo."
¿Alguien más? Elerius asintió.
El deber de él y su hermano era cumplir con las tareas y no preguntar ni cuestionar sobre las decisiones.
"Y también busca el paradero de la secta Ketzula y sus miembros." Ordenó Kairos en calma y volviendo a mirar la ventana, murmuró. "No importan los medios."
Por la mirada fue obvio que el destino de la secta ya estaba grabado en piedra.
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