Abriendo un vino de alta calidad, Agatha se sirvió una copa y se acostó en el sofá mientras veía por el teléfono la habitación de su esposo, en donde estaba su hija.
Levantó el vino en invitación a la única 'persona', que estaba en este lugar.
"No quiero, soy demasiado joven para beber." Respondió la niña, leyendo lo que, para Agatha, era un 'manga'.
La respuesta fue una broma, que ocultaba el hecho de que un vino ni siquiera la embriagaría.
Agatha bebió un tragó y apagando su teléfono, se giró al ver a la niña leyendo de forma cómoda.
"¿Por qué no va por la ruta harem? Que desperdicio. Maldito autor, arruina la historia." Murmuró la niña y frunciendo el ceño, dudó para sí misma. "¿Debería ir a buscarlo? Quiero mi final harem con múltiples esposas e hijos."
¿Amenazaría al autor? Agatha a pesar de que tal idea sonaba descabellada, sintió que era algo que esa niña podría hacer.
Parecía disfrutar leer esas historias, al menos tal sentimiento daba.
"Agatha, si te quedas mirándome de esa forma, sintiéndote enojada y furiosa, resulta un poco tedioso." Dijo Jezabel, dejando su historieta de lado y observándola, pidió. "Di lo que deseas decir."
¿Su expresión mostraba algo? Esta no era la primera botella de vino y probablemente tampoco sería la última.
Aunque en este punto, no era como si fuera afectada demasiado por un vino cuando alcanzó el rango A, luego de la discusión con su esposo.
Fue tan natural que no se dio cuenta, pero tuvo una razón y eso era su enojo oculto.
"¿Nos ves como tus suegros o como insectos insignificantes que están bajos tus pies? Tal vez somos pequeños insectos en tu colonia que debes cuidar por obligación." Murmuró Agatha y mirando a la pequeña, declaró. "Fuiste a avisarme cuando pudiste hacer algo. Eso me hace preguntarme si nos tratas con la importancia que supuestamente nos das."
Jezabel la interrumpió y le fue a avisar a ella, algo innecesario cuando esa entidad, era capaz de hacer lo inimaginable.
No solo se trataba del 'Fuego', sino que la manera que podía alterar la realidad con conceptos tan complejos como el 'Caos', que podía presentarse de tantas maneras.
Como, por ejemplo, un ligero rasguño en la barrera dimensional, que provocara que la energía mágica se filtrara y su esposo terminara luchando, en un frenesí 'caótico'.
Podía ser tan aterradora, que podría haber preparado todo como un espectáculo para su disfrute y fue tales ideas, lo que llevaron a que Agatha observara con seriedad.
"Me pregunto… ¿Mi hijo de verdad te ama o lo obligaste a que lo hiciera? ¿No sería fácil para ti obligarlo a que te amé?" Preguntó Agatha con una sonrisa despectiva.
A pesar de que la respuesta fue una mirada indiferente, el calor que se elevó de forma sutil, dejo ver que sus dudas estaban tocando algunos nervios en la niña.
Aun así, Jezabel permaneció inmóvil sin mostrar nada, ni siquiera trató de actuar como esa 'niña', que jugaba y bromeaba.
Sus ojos rojos por segundos daban la impresión de que se convirtieron en llamas de un infierno ardiente, cuyo fuego era capaz de destruir la existencia misma.
"Por lo general, mataría a las personas que dudan de mi amor por él. Aunque es innecesario." Dijo Jezabel desviando la mirada y con una sonrisa, añadió. "Me enamoré de Karzhal. Si bien puede sonar cliché, él le dio color a mi mundo y no niego que soy posesiva e insegura, pero atesoro lo que es mío."
Probablemente, no se refería a la inseguridad o posesividad con otras mujeres, sino que a la emoción y al amor mismo.
"He existido más de lo que ni siquiera imaginas, presenciado innumerables eventos y a pesar de mi infinita existencia, siento que estoy viva desde que lo conocí." Contó Jezabel y dando una sonrisa fría, cuestionó. "Existiré por toda la eternidad o hasta que termine destruyendo la existencia. ¿Crees que no me aseguraré de que su amor sea para siempre?"
La Primordial de la Destrucción, el Fuego y el Caos, conocida como la inmortal en un sentido literal de la palabra.
Su existencia duraría hasta la infinidad y esa misma entidad terminó enamorándose de un mortal, que podría ser tan cambiante y tan impredecible como inesperado.
¿Cómo mortales cuya vida era finita, no eran las emociones volubles y pasajeras? Al menos a los ojos, de alguien cuya existencia era infinita, tales sentimientos lo eran.
Ante tal disyuntiva, lo único que quedaba era de hacer de tal emoción, algo infinito al igual que la existencia de la persona a la que amaba.
"Con tal posesividad, locura y deseos retorcidos… Él me aceptó tal como era." Murmuró Jezabel con una sonrisa cálida y suave, entonces observándola a ella, comentó. "Soy un Primordial, alguien a los que tú consideras Dioses, adoran y tú eres una mortal, una humana. Insignificante e intrascendente para mí, como lo ha sido toda tu raza y este insípido universo al que consideras hogar."
Su voz no llevaba ira o desprecio, era un hecho del mismo modo que Agatha señalaba que las hormigas eran insectos que no causaban ningún sentido a su vida.
"Aun así, estoy aquí. Tratando de encontrarle sentido al concepto tan cariñoso que Karzhal tiene de 'familia', en el cual tú, Antón y Aurora están incluidos." Reveló Jezabel y riéndose suavemente, se señaló. "Soy una niña, que está aprendiendo a vivir."
En un cuerpo de una niña, tratando de aprender que era el concepto de 'familia' y a la vez aprendiendo a 'vivir', no solo a 'existir'.
"O al menos lo estoy intentando." Añadió riéndose de forma divertida.
Era innegable la diferencia de ambas y era mejor decir, que entre ellas no eran iguales.
Amar a su hijo, no significaba que se extendiera cualquier sentimiento a ellos de forma directa, sin embargo, utilizaba a su hijo como medio para sentir emociones y por tal razón los ayudó antes.
Aun así, ambos eran diferentes, a un nivel tan profundo que era inimaginable y de igual manera, Jezabel intentaba acercarse a su modo.
Si no fuera de esa forma, la primera vez que se presentó, lo hubiera hecho tal como había mencionado, con Aurora en sus brazos y tal evento, podría haber ocasionado que la odiara y Agatha sabía, que la odiaría si lo hubiera hecho.
Sin embargo, no lo hizo.
Ahora en su caso, ¿se podría decir que intentaba acercarse a su nuera o al menos tratarla de esa manera?
Agatha lo seguía viendo como una existencia, cuyo pasado la precedía y seguía enfatizando la diferencia de ambas y, por ende, la distancia que jamás sería acortada.
Sin acercarse.
"Así que la grieta fue algo que sucedió sin tu intervención." Murmuró Agatha confirmándolo por sí misma.
"Por favor, si lo hubiera hecho yo, trataría de que sea más divertido. Ya sabes, cámaras por todas partes, una zona abierta y un peligro que haga parecer a tu esposo, como una estrella de salvación." Respondió Jezabel de forma honesta y observando que ella sonreía, explicó. "Desde que he llegado no he salido de aquí. Ni siquiera cuando las vocecitas piden por mí."
¿Se refería a aquellos que se atrevieron a rezar su nombre y sus títulos? Este mundo estaba en medio de un cambio, en el cual alguien que representaba el 'Caos' podría soltarse en su totalidad.
Aun así, ella se contuvo.
"¿Así que me dices que he sido paranoica, al pensar que tú estabas detrás de todo?" Dudó Agatha y riéndose con suavidad al ver que Jezabel desviaba la mirada sin responder, se detuvo unos segundos y murmuró. "Lo siento. Resulta difícil confiar en una existencia que se divirtió jugando con vidas humanas."
No era como si le importara que jugara con las vidas de terceros, pero cuando pensaba en su familia… Era otro asunto.
Al final, no importa en qué situación se encontrará, Agatha no pudo controlar la creencia de que alguien estaba detrás de todo o que todo tuviera un significado.
Ya fuera que salvara a su esposo, que le avisara o que no hubiera hecho nada, de cualquier manera, hubiera pensado mal de ella, sin ver que tal vez, avisarle y no intervenir era su forma de 'limitarse'.
"Es difícil cambiar la forma de pensar de los viejos." Murmuró Agatha causando que su nuera se riera divertida.
"Agatha, eres todavía una niña que apenas ha alcanzado su medio siglo." Respondió Jezabel y guiñándole el ojo, señaló. "Tienes una vida larga por delante. Una muy larga."
¿Se refería a sus habilidades que le había dado? Era probable que les fuera dado no solo para protegerla, sino que para extender sus vidas y de esa forma, que su hijo no perdiera sus padres de forma prematura.
O lo que una existencia inmortal consideraba 'prematuro'.
Agatha dio una sonrisa y mirando la copa de su vino, lo bebió por completo.
"Le prometí a mi esposo que lo ayudaría a cambiar el curso del mundo y requeriré ayuda de alguien que sepa sobre 'cambios'." Comentó Agatha y mirando a la pequeña, añadió. "Y eres libre de hacer lo que desees. No soy nadie para restringirte, ni limitarte, solo espero que el mundo no sea destruido… O si lo es, solo lo repares de vuelta."
"Claro, mi segundo título tiene que ver con el 'cambio' y tengo muy buenas ideas para cambiar el mundo." Respondió Jezabel de forma honesta y con una sonrisa, señaló. "En cuanto a destruir el mundo. Piensas muy mal de mí. Aunque, todo tiene que ser destruido para que lo nuevo surja."
Pensaba muy mal al creer que haría algo como destruir el mundo, aunque no negó que causaría bastantes problemas.
Sus últimas palabras solo eran una excusa, aunque estaba acertadas.
Al final, Agatha lo dejo estar.
Porque al invitarla era su manera de conocerla y de ese modo acercarse, tratando de dejar la historia de esa mujer de lado e intentando conocerla directamente.
¿En cuanto a lo que sucediera? Agatha ya había aceptado ayudar a su esposo y era probable que, para lograrlo, necesitara mucha ayuda, siendo su nuera una de ellas.
Con respecto a dejar que hiciera lo que deseara… Era su nuera, no su hija o alguien que debía limitar de alguna forma y si eso significaba que podría causar problemas, entonces estaría bien mientras no se metiera con su hija.
******
Un fuerte deseo de proteger a su hija, que la llevaría a enfrentarse a cualquier peligro… Incluso un Primordial.
Para Jezabel tal sentimiento no era raro, sino que, todo lo contrario.
Durante demasiado tiempo vio esa clase de amor maternal, no solo en los humanos, sino que en otras razas e incluso en razas que cortaban sus lazos con sus hijos como un modo de crianza.
"Debería dejar de leer sus recuerdos." Murmuró Jezabel mientras aparecía en el mar flotando en lo alto.
Para ella era normal leer los pensamientos de cualquiera, porque era más fácil descubrir lo que sentían y creían, sin tener que pasar tiempo conociendo a nadie, que no le interesaba.
Hizo lo mismo con su amado, solo que la razón fue para verificar que era amada, pero si buscaba acercarse a su suegra, debía evitar algunos actos.
"Ni su esposo ni su hija." Dijo en voz baja y sonriendo al observar a la distancia, declaró. "Tengo todo el mundo a mi disposición."
Mientras no tocara a esas dos personas, podría hacer lo que deseara y si bien tuvo cierto interés en soltarse por completo, no fue lo suficiente como hubiera supuesto.
Sin la persona que amaba a su lado, no era lo mismo y era probable que eventualmente se aburriera de este mundo.
Sin embargo, hasta entonces era libre de moverse y ahora escuchando los pequeños murmullos en sus oídos, dio una sonrisa.
Un sinnúmero de pequeñas voces que susurraban en su oído, rezando por ayuda, por un trato, queriendo convertirse en leyendas y volverse individuos poderosos.
En donde se encontraban, que sucedía a sus alrededores, que era lo que pensaban y lo que creían, ella era capaz de comprender todo de forma natural y en un instante.
Tantos idiotas creían que ella era igual que los demás 'Dioses', que cuando solo se decía su título se conectaban, pero en realidad era muy diferente.
Cualquiera que dijera su verdadero nombre o pensara en ella de forma directa, la podría invocar, si es que ella respondía y ahora respondió a una de esas voces.
Sus alrededores cambiaron y llegó de forma invisible a una sala de pintura, en donde estaba una joven.
Cabello rubio, ojos azules, su palidez y delgadez dejaba ver una apariencia algo demacrada, pero el pincel en sus manos se movió dibujando un cuadro.
En sus veinte y tantos, su mirada estaba perdida en el cuadro, similar a los diferentes cuadros que la rodeaban.
Un hombre rodeado de personas importantes, al frente de un trono posando en alto y en cada cuadro, estaba una niña... Jezabel era capaz de observar desde cada porción de la voluntad que se manifestaba automáticamente en cada dibujo real de su persona.
Alexa Crawford la conocía, ya que su amado vino a curarla antes de que la energía mágica se filtrara y ahora su enfermedad estaba cediendo lentamente, pero los pensamientos de esa joven, solo apuntaba a un lado.
Fanatismo en su máxima expresión y Jezabel sonrió, al preguntarse qué sucedería si alguien de tal fanatismo se encontraba con su amado.
******
En una habitación iluminada tenuemente, una mujer siguió pintando sin detener sus movimientos.
Su pintura fue perfecta, sus trazos espléndidos y a pesar de que estaba pintando a un Primordial, no hubo respuesta.
"Hija, que tal si descansas." La puerta se abrió de repente y Alexa Crawford vio a su madre entrar.
Cabello rubio y ojos azules, era esbelta bastante alta, con una belleza destacable y a sus pies estaba una pequeña, que la miraba oculta a espalda de su madre.
"No comeré hoy, tengo una pintura que terminar." Respondió Alexa con calma, antes de volver a su pintura.
Hace mucho tiempo hubiera sentido algo al ver a su madre darle una mirada tan preocupada, pero en este punto, no sintió nada.
Su enfermedad la puso en cama con un dolor, que ni siquiera los mejores doctores podían describir, sin embargo, no importaba la situación sus padres la mantuvieron a flote, lejos de la muerte.
Para Alexa, quien era la persona que sufrió tanto, no podía considerar tales acciones como algo agradable y solo podía describirlo como una maldita tortura que duró años.
Sin embargo, en este punto tampoco había odio y no cuando su insistencia y la tortura, lo llevaron a encontrarlo.
"No ha aparecido durante meses. Estoy segura de que se oculta en algún lugar, madre. Y si padre no quiere ayudarme, lo encontraré por mí misma." Añadió Alexa y mirando a su madre y a su pequeña hermana Amber, comentó. "Pueden ir a cenar por su cuenta."
Junto a esas palabras, siguió pintando sin mirar como la puerta se cerraba.
Pasó años y años en una maldita cama, adolorida, sufriendo por una enfermedad que desconocía, preguntando a la nada misma, porque le sucedió eso a ella y ahora no deseaba descansar.
Necesitaba encontrar a esa persona y pedirle un autógrafo… ¿En cuanto a que más hacer? No tenía ni la menor idea, pero tampoco era como si hubiera algún plan rebuscado.
Las pistas que había estado siguiendo no llevaron a ningún lado y solo conocía algunos círculos mágicos destruidos, que podrían guiarlo a su respuesta, aun así, todavía no tenía la forma exacta de encontrar su ubicación.
Y fue por eso, que tuvo una excelente idea, de pintar a la existencia que estaba a su lado… La persona con la cual su ídolo estaba saliendo.
¿En cuanto a si esa entidad era una Primordial que podría divertirse a su costa? No importaba, mientras pudiera verlo.
"¿Debería hacer un ritual? Con Melador y los demás podríamos raptar y sacrificar algunas personas." Dudó Alexa en voz alta y sonriendo ante la idea, murmuró. "No, no. Tienen que ser 'lolis'. De esa forma, ella podrá interesarle. Creo."
Su club de fans, podría ayudarla a conseguir lo que deseaba y utilizarlos no estaría tan mal.
De cualquier forma, las criaturas estaban causando bastante destrucción y era probable que raptar a un par de personas inocentes, para realizar un sacrificio pasara desapercibido si se movía bien.
Siguiendo con su pintura, dibujando un esbozo del vestido que llevaría la niña a la cual estarían dirigidos los sacrificios, Alexa dio una sonrisa, a al ver que el vestido se movía.
"Me haces quedar mal. A mí no me interesan las lolis, es a él." Dijo la pequeña niña dibujada y tomando color en el cuadro, comentó. "Pensé que lo sabrías, ¿no te llamas fanática a ti misma?"
La niña la miró con la cabeza en alto como si estuviera cuestionando su 'cordura' y Alexa tuvo miles de pensamientos y entre ellos, lo primero que se le vino a la mente fue…
"¿Das autógrafos?" Preguntó Alexa sin miedo y con lo que cualquiera podía definir como emoción.
La pequeña se quedó quieta un segundo y luego se rio divertida, como si hubiera encontrado algo con lo cual entretenerse.
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