En un supermercado reconocido en Austin, Texas, Estados Unidos, Antón llenó su carro de mercadería.
Tenía su anillo espacial, pero todavía no lo usaba en público debido a que tales artefactos si bien estaban siendo producidos, todavía no se habían vuelto normales.
Los núcleos de las criaturas, eran no solo una fuente de energía, sino que también un elemento que era útil para crear artefactos de todo tipo y el problema era que en este momento estaba restringidos y controlados por los militares.
Metiendo en su carro, varios productos alimenticios que deseaba y que quería prepararle a su esposa, Antón disfrutó haber salido a hacer las compras.
No solamente era por estar encerrado en esa isla, ya que le agradaba estar con su esposa e hija y nunca lo aburría.
Se trataba de que, al salir, podía dejar a su esposa con su bebe permitiendo que ambas pasaran tiempo juntas.
Moviendo su carro de compras, Antón se detuvo cuando vio a una niña pasar con su carro a toda velocidad.
"Perdón." Dijo la madre que iba desde atrás, dando una mirada puntiaguda a su hija que se detuvo.
"Está bien." Respondió Antón con una sonrisa, que dejaba en claro que no tenía problemas.
La señora y la hija se fueron en otra dirección y Antón se quedó en el lugar observando, hasta que agitó su cabeza con una sonrisa.
¿Su hija iba a ser igual de hiperactiva?
En el caso de su hijo, en su juventud y niñez fue alguien tranquilo, serio y distante, ocultando por completo sus pensamientos.
A cierto modo, antes de Terra nova no era alguien problemático, aunque cualquiera que lo conociera durante Terra nova, pensaría lo contrario.
Al reflexionar sobre esos temas, Antón no ocultó su curiosidad sobre el futuro de su hija.
Con las probabilidades en su mente, se dirigió a la zona de juguetes y a mitad de camino, pudo distinguir a un grupo de usuarios de habilidades cerca de la entrada.
Parecía un grupo de rango C, equipado con armaduras de cuero y espadas metálicas.
¿Fueron ordenados a patrullar? Cada vez estaba siendo más normal que los usuarios de habilidades llevaran armas frías, aunque de cierta manera, las mismas personas eran armas.
Ignorando tal hecho, Antón al llegar a la zona de juguetes, buscó un juguete para su hija.
Tal vez tenía algunos meses de edad, pero en donde vivían la energía mágica era alta y su hija maduraba con una mayor velocidad que un niño de antes del 'Gran Cataclismo'.
Aunque en este punto, la mayoría de los niños se desarrollaban rápido gracias a la energía mágica.
"Debería llevar…"
Deteniéndose cuando estaba tomando unos juguetes, Antón sintió un movimiento de energía mágica de los alrededores y luego su expresión se hizo grave, al captar que la misma energía aumentaba.
Al final del pasillo, una grieta empezó a formarse cuando la energía mágica empezó a filtrarse y el grupo de patrulla se movió.
"¡No se preocupen! Podemos encargarnos." Gritó el líder del equipo con una sonrisa llena de superioridad.
La gente que estaba huyendo, se detuvo al escuchar la confianza del líder y la forma que el grupo se movía, fue orgullosa y pomposa, dejando en evidencia que deseaban posar más que cubrirse.
Durante Terra nova, miles y miles de empresas de todas partes del mundo realizaban negocios alrededor del 'juego' y si bien fue un duro golpe cuando todo acabo, los negocios siempre surgían.
Hacer publicidad con los usuarios de habilidades era la manera actual ganar dinero.
Si no fuera porque Antón percibió que esta situación no era normal, a él no le hubiera importado.
Sin embargo, para su lamento, la situación no solo era compleja, sino que probablemente más problemática de lo que cualquiera creía.
Y tal hecho, se mostró cuando desde la grieta salió una hiena de Rango C, sin que la misma grieta se cerrara como normalmente sucedía.
La hiena no estaba corrompida por el 'Caos', pero sus ojos llenos de energía mágica, en un estado enloquecido dejaba ver que era una criatura salvaje y como cualquier criatura, rugió y atacó al grupo de humanos.
Ese grupo se protegió bien y desviaron a la criatura, repeliendo el ataque, para luego rodearla y derribarla, pero no lo consiguieron cuando otra hiena salió.
"¡Corran! ¡Esa grieta no es normal!" Gritó alguien entre los espectadores y con una voz solemne, anunció. "¡Son múltiples apariciones! ¡Llamen a las autoridades!"
Antón maldijo para sus adentros, cuando una tercera hiena salió de la grieta y atacó al grupo, quienes fueron presionados lo suficiente para estar en problemas.
Observando a la gente correr, a las familias y notando a la señora de antes, Antón dudó por un segundo.
La grieta no se había cerrado y si bien él podía huir, las criaturas empezarían a salir, desbordándose en los alrededores y personas como esa madre y su hija, no podrían huir.
Al ver a la niña y a la señora, Antón se imaginó a su hija y a su esposa y tal escena, llevó a que tomara una máscara de zorro entre los juguetes y usándola, se dirigió hacia adelante.
Su esposa se iba a enfurecer si se enteraba de su participación en una batalla y si bien utilizó una tonta mascara para cubrir un poco su identidad, Antón supo que no sería suficiente.
Aunque su esposa estaría molesta de que arriesgara su vida, aun así…
*Boom*
"¡GRAa!"
Enviando a volar con una patada a una hiena de rango C, que estaba tratando de asesinar a un mago del grupo, Antón se giró y mientras sus músculos se tensaban en todo su cuerpo, cambiándolo con sutilidad, atrapó la cabeza de otra hiena.
"Gh…"
Era una hiena de rango C y él era un luchador de rango B, con una habilidad innata que potenciaba su cuerpo para que se adaptara a las batallas.
Harald sostuvo las mandíbulas de la bestia y mientras las venas aparecieron en sus brazos, lo torció antes de usar a la misma criatura, para golpear a otra hiena que buscaba atacarlo por la espalda.
"¡Corran! ¡Esta no es una grieta normal!" Gritó Antón con una voz llena de solemnidad y fuerza.
Recordó que su hijo en el video le mencionó que llegado un momento la alta densidad de energía mágica se quedaría en un punto y si había suerte, se formaría una mazmorra en el área.
No obstante, habría veces que la energía mágica se filtraría en altas densidades y saldrían un sin número de criaturas.
Estuvo claro que este era el caso y Antón se movió golpeando con su puño a otra hiena y buscando acercarse a la grieta, permitiendo que el grupo de usuarios de habilidades se retirara.
Algunas hienas parecían querer moverse hacia afuera y Antón apretando sus dientes, cargó hacia adelante, golpeando a las bestias con su cuerpo, mientras esas bestias rasgaban su carne.
Su cuerpo no solo empezó a regenerarse con una mayor velocidad, sino que su piel y músculos se endurecieron para adaptarse a las heridas cortantes y Antón al pasar por las criaturas, llegó a la entrada del supermercado.
Todo el lugar estaba destruido y la grieta al final seguía liberando criaturas, cada vez en mayor número y algunas de rango B entre ellas.
Si salían iban a causar una destrucción a la mayor parte de la ciudad y Antón tirando su camisa rota, revelando su torso desnudo, respiró hondo.
Sus músculos se tensaron con una única respiración y él se posicionó en la entrada, recordando su tiempo como jugador de Terra nova.
Era un luchador y ahora su cuerpo estaba diseñado para luchar… Y no se iba a retirar.
"¡VENGAN!" Rugiendo, liberó su deseo de batalla.
Para las criaturas enloquecidas tal grito fue una provocación y Antón sonrió.
Las hienas se giraron enloquecidas y cargaron hacia él y Antón las esperó, sin querer dejar que ninguna pasara.
******
Aurora era adorable y a pesar de que tenía unos meses, era capaz de pararse con un poco de ayuda.
Tal vez por la capacidad de su esposo o quizás su capacidad, Agatha estaba segura de que su hija a pesar de que era un bebe, era una usuaria de habilidad.
Específicamente, alguien capaz de sentir la energía mágica y era muy probable que cuando creciera pudiera elegir una profesión a su gusto o centrarse en algo en lo que tenía talento.
Por lo que ella había visto, la 'nueva generación', no nacía con la capacidad de sentir la energía mágica o como algunos llamaban, no nacían 'despiertos', no obstante, su hija fue diferente.
"Mi niña, hermosa. Me pregunto qué serás cuando crezcas." Dudó Agatha con una sonrisa animada.
Su hija con sus pequeñas manos, trató de atrapar sus dedos y Agatha se rio suavemente al ver que Aurora sonreía.
En la torre de su hijo mayor, había conocimiento sobre maneras de desarrollar afinidades a los elementos o alguna magia, hasta había métodos para aumentar la fuente de energía mágica e incluso maneras de convertir a un terrícola en alguien similar a los terranovense.
Capaz de sentir y utilizar la energía mágica, solo dependiendo de su talento, afinidad y capacidad.
Sin embargo, Agatha no quiso meterse con esos asuntos y prefirió que su hija decidiera lo que deseaba hacer cuando creciera.
Jugando con su hija, ella escuchó un ruido en el sótano y una ligera ola de calor, que estaba más cerca de un aviso y Agatha tomó a su bebe y la dejó en su cuna.
"Espérame un momento, cariño. Volveré." Avisó Agatha dejándole juguetes para que se distrajera.
Apenas salió de la sala su expresión se hizo seria y bajo al sótano, sabiendo que su nuera la llamaba.
Algo raro que sucediera y más cuando Jezabel, únicamente se acercaba cuando era ella quien la iba a buscar.
"¿Sucede algo?" Preguntó Agatha al abrir la puerta a la torre mágica.
"Sí. Antón está enfrentándose a una grieta de donde están saliendo muchas criaturas. La batalla es desigual para su parte." Informó Jezabel observándola sin cambiar de expresión.
"¿Qué?" Cuestionó Agatha y con una expresión seria, preguntó. "¿Dónde está?"
¿Cómo era posible que su esposo se enfrentara a una grieta cuando fue a comprar? La forma que Jezabel le informaba fue tan indiferente que hizo que miles de preguntas pasaran por su mente, no obstante, no se dejó llevar por tales pensamientos y se concentró en su esposo.
Sacó su varita y se preparó para ir, pero…
"Fue a Estados Unidos. Puedo enviarte." Respondió Jezabel y con curiosidad, dudó. "¿Cuido a Aurora por ti?"
Los ojos rojos de esa pequeña, la observaban como si quisiera ver cada cambio de expresión y sentir cada una de sus emociones.
Dejarle su hija a su nuera, le causaba rechazo por el historial de esa existencia y mayor que todo, miedo.
"Confiaré en ti." Respondió Agatha controlando su expresión, sin importarle si la pequeña conocía lo que ocultaba en lo profundo de su mente.
El espacio a su alrededor se quemó y Agatha apareció a la puerta de un centro comercial, sin que nadie la notara.
"Avísame cuando quieras volver." Avisó Jezabel en su oído y en voz baja, añadió. "Pídemelo si necesitas ayuda."
Agatha que ignoró la voz, se centró en el supermercado rodeado de cientos de personas y algunas autoridades, notando que muchos de ellos grababan el interior, en donde se escuchaban ruidos de batalla.
Por las pocas cámaras del interior, se podía ver a una figura con una máscara de lobo, luchando contra hienas y la manera que luchaba, era sangriento.
Las hienas desgarraban, cortaban y mordían su carne y a pesar de todo ello, la figura se mantuvo en pie, sin detenerse, sin retroceder como un gigante al frente del fin del mundo.
Con cada mordida, su cuerpo se hizo más y más duro, hasta que las bestias de rango C o más bajos, ni siquiera pudieron morder su carne, como si su piel fuera de acero.
Agatha se sintió furiosa al ver que algunos usuarios de habilidades miraban sin deseos de entrar y ella se puso una máscara de zorro con magia de ilusión y flotó en el aire.
"No p…"
Cuando los guardias y los de seguridad lo intentaron detener, una ráfaga de viento los empujo al costado y Agatha entró al lugar.
Notando que su esposo liberaba una fuerte aura de rango A, mientras seguía luchando y viendo las heridas sangrantes, Agatha agitó su mano.
Decenas de cortes de aire, se extendieron por los alrededores, golpeando a las hienas que gruñeron de dolor.
Ella no era una jugadora que estudió magia en Terra nova, era la madre del 'Enemigo de la Humanidad' que supo que todo era real desde que todo inició.
Y eso significaba que aprendió la magia de forma directa durante esos años.
Ahora con su varita que era un arma sorprendente y la energía mágica que era capaz de controlar, fue bastante fácil utilizar magia para eliminar a sus enemigos.
Avanzando entre las criaturas flotando entre los cadáveres de hienas que dejó su esposo, Agatha se concentró en la grieta.
"Ciérrela." Pidió Agatha con seriedad.
A diferencia de lo que esperaba, no fue el fuego lo que se encargó de cerrarla, sino que el espacio mismo que se cortó de inmediato.
¿'Él' estaba mirando? Agatha controló su expresión y girándose a su esposo, se acercó a él, sin importarle como los de afuera, entraban.
El espacio a su alrededor volvió a torcerse cundo el espacio actuó y al instante siguiente, se encontraron en una sala de la mansión de su hijo.
Por el sonido del juguete, su hija seguía jugando, pero al menos 'Él' fue considerado como para no enviarlos a delante de ella.
Agatha utilizó magia de curación en su esposo y sin importarle la velocidad de regeneración, le dio una mirada.
"¿Estás bien?" Preguntó con una voz que sonó temblorosa.
"Estoy bien, cariño." Respondió Antón levantándose dando una sonrisa.
Parecía haber ganado un par de centímetros y su cuerpo se veía más musculoso y fornido con el torso desnudo y a la vez saludable, no obstante, Agatha al ver la sonrisa tonta de su esposo, su mente pasó de preocupación a ira.
"¡¿Qué estabas pensando?!" Cuestionó Agatha con una voz elevada y sintiendo que su ira aumentaba, continuó. "¡¿Por qué mierda te enfrentaste a tantos enemigos?! ¡Arriesgaste tu vida por nada!"
La única tarea que tenía era ir a comprar y volver con su familia, eso era todo.
Antón la observó con calma y su sonrisa disminuyó lentamente, pero a diferencia de ella, no estaba enojado que lo criticaran, solo que a la vez tampoco arrepentido.
"Estoy bien, cariño. Sobreviví." Respondió Antón y viendo que su ira aumentaba, explicó. "Soy fuerte. Entre más estoy en combate, más fuerte me vuelvo."
Tal era la habilidad innata que poseía ese cuerpo y era sin duda impresionante, no obstante, la ira de Agatha no se redujo.
"¿Y qué? ¿Por eso te arriesgaste? ¿Orgullo? ¡¿Deseo de probarte?!" Criticó Agatha y mirando a su esposo, declaró. "Antón, tienes una hija, una familia… Que hubiera pasado si…"
No pudo decirlo, su voz se quebró ligeramente al pensamiento más doloroso que tuvo en su mente.
Era un miedo natural, que luego de tantos años con su esposo no se redujo y era probable que nunca desapareciera.
El miedo a la muerte y a la soledad, solo que, en este momento de su vida, no estaban ellos dos, ya no.
"Yo te hubiera buscado… ¿Qué pasaba si no volvíamos? ¿Qué pasaría con Aurora?" Cuestionó Agatha y viendo que la expresión de su esposo cambiaba, añadió. "Sabes que nuestro hijo se encargaría de su hermana, pero él no está aquí… Y 'Ellos' puede que ni siquiera le importemos, como nos hacen ver."
Ella hubiera ido para tratar de salvar a su esposo y luchar a su lado, sin embargo, si la situación se volvía peligrosa, no se retiraría dejando atrás a su esposo.
Karzhal podría encargarse de su hermana, él era alguien que haría todo por su familia, pero si lo que decía esa niña era cierto, entonces ni siquiera estaba en este universo y tampoco estaba consiente.
Por otra parte, confiar en aquellos que vinieron a esta isla, era para Agatha un peligro mayor de lo que imaginaba.
"No somos iguales, Antón. Ellos son Dioses, que podrían divertirse con nosotros. Que, si lo desearan, podrían hacer que nuestra hija quede huérfana, solo para ver cómo sería su vida." Murmuró Agatha sin bajar la mirada grave.
Esa niña en el sótano era una entidad que estaba muy por encima de ellos y tal diferencia era innegable.
Creer que lo ayudarían porque esa niña estaba saliendo con su hijo, era para Agatha un sin sentido y más cuando, uno pensaba en el historial de esa entidad.
"Te molestas porque Karzhal es un asesino, un genocida y que hizo las cosas mal, pero te has preguntado quien le dio las herramientas para lograrlo. Has dejado a tu hija a su cuidado." Añadió Agatha sintiendo que su miedo se filtraba.
¿Su nuera era capaz de hacerle algo a su hija tan solo para ver el dolor de dos padres? No lo sabía.
No importa cuánto intentara confiar en sus palabras, Jezabel era un Dios… Uno con un poder abrumador, que no era capaz de sentir emociones y que disfrutaba de las vicisitudes de los mortales.
Su esposo abrió y cerró su boca, antes de bajar la cabeza.
"Lo siento. Trataré de que no vuelva a pasar." Dijo Antón de forma honesta y quedándose en silencio durante unos segundos, agregó. "No pude evitarlo. Cuando pensé en esas mujeres y hombres que iban de compra, cundo vi a una madre y a su hija… Las vi a ustedes en ese lugar y me moví."
Con la esperanza de que algún día alguien se moviera, cuando la viera a ellas en esa misma posición… Tal idea, no fue dicha de forma evidente y fue Agatha quien la comprendió.
Ambos se sentaron en la mesa y su esposo, le dio una pequeña sonrisa, antes de suspirar.
"Cariño. ¿Te has preguntado qué mundo le estamos dejando a nuestra hija?" Cuestionó Antón y observando su expresión, continuó. "¿Qué mundo estamos dejando que se levante mientras nos mantenemos alejados en una isla? Yo si me lo he preguntado y a veces es en lo único que pienso."
¿Qué mundo dejarían atrás? Ellos quienes podían salir y cambiar el curso de la historia, en vez de hacerlo, se mantuvieron en esta isla, alejado de todos.
Sin embargo, su hija en algún momento necesitaría salir, ir a una escuela, tener amigos y vivir en un lugar seguro.
No podían mantenerla encerrada para siempre y si dejaban que todo siguiera su curso, Agatha sintió que podía ser un desastre.
El mundo estaba en paz, sin embargo, era ingenuo no pensar que las aguas se movían en secreto y era probable que los conflictos comenzaran a aparecer eventualmente.
Los paradigmas que duraron años, estaban cambiando y eventualmente los conflictos surgirían.
Agatha lo supo, aun así, salir afuera era arriesgarse por intereses que no importaban… Al menos a ella.
"¿Quieres crear un mundo mejor para nuestra hija o cambiar el mundo que ha dejado nuestro hijo?" Preguntó Agatha observando a su esposo y viendo que él daba una sonrisa complicada, murmuró. "Te ayudaré."
"¿Cómo?" Dudó Antón a su murmullo.
¿Ese hombre deseaba dejar un mundo agradable en donde su hija creciera o reparar el daño de su hijo mayor? Agatha no lo sabía con exactitud, pero comprendió que ella no podía quedarse quieta.
No solo porque su hija necesitaba un lugar seguro, al menos hasta que creciera y tomara sus propias decisiones, fue porque era necesario también para su esposo.
Ese hombre no era igual que ella o su hijo mayor.
No era indiferente, frío y a diferencia de ella, le interesaba la vida de los desconocidos, sentía empatía y muy probablemente se sentiría mal, viendo como las cosas sucedían, sabiendo que era capaz de ayudar.
"Te ayudaré a cambiar el mundo. A salvar a las personas y hacer todo lo que tu tonto corazón te pide que hagas." Murmuró Agatha e ignorando la sonrisa tonta de su esposo, precisó. "Pero Antón. Lo haremos a mi manera."
Se enamoró de un hombre que le gustaba ayudar y que sentía más emociones de lo que ella podría alguna vez sentir.
Y por más incompatible que fueran lo amaba y no deseaba que sufriera tan solo para que siguiera sus órdenes, quedándose en casa.
Así que prefirió ayudar, no obstante, deseaba hacerlo a su manera y eso significaba que, si era necesario tomar decisiones duras, las tomaría sin importar las consecuencias.
"Entiendo, cariño." Respondió Antón y dando un largo, suspiro le sonrió de forma encantadora y murmuró. "Gracias."
Su agradecimiento era honesto y supo, entender que si ayudaba debía hacerse en las condiciones que ella deseaba.
Agatha suspiró, enamorada de la sonrisa de su tonto y cariñoso esposo.
Lo he dicho antes. Pero los últimos meses del año son agitados para mí. Así que me disculpo si me retraso en publicar o no publico nada.
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