La Ciudad Jartum antigua capital de Sudan.
Su ubicación era bastante peculiar, ya que era una ciudad dividida por el Nilo, partiendo la ciudad en tres partes, dejando que dos brazos del río se dividieran.
Como las pocas ciudades que quedaron tras el Gran Cataclismo, gran parte de las ciudades se amurallaban y esta no era diferente.
Las murallas eran de piedra y no tenían tantas defensas como uno se esperaría, pero había bastante milicianos en el lugar y también en las torres estaban instalados armas antiaéreas viejas.
Esta ciudad tenía bastante habitantes y algunos edificios, pero sus calles no estaban llenas de prosperidad, sino que era todo lo contrario.
Aurora que estaba utilizando el artefacto de ilusión para disfrazarse del hombre que había liderado la pequeña caravana que emboscaron, estaba conduciendo el jeep por la calle de la ciudad.
Algunas tiendas estaban en los costados y el lugar no era tan silencioso, pero estaban llenos de milicianos, aventureros, jugadores y mercenarios que rondaban por el área.
En las calles había bastante vagabundos, niños y madres desnutridos, ancianos que estaban pidiendo limosna.
Los milicianos que patrullaban las calles lograban que todos los habitantes buscaran hacer lo que debían, sin buscar problemas.
"Está ahí a la vuelta." Señaló una mujer que estaba fumando un puro a su lado.
Tenía la misma apariencia que la líder de la caravana, solo que en realidad era Melgar que se había disfrazado de esa mujer.
En los camiones estaba Abdellah, con un par de mercenarios y un par de paladines liderados por Claus disfrazados de los guardias.
Mientras que César y Rupert, estaban dentro de los camiones ocultándose como no-muertos con una ilusión de Celina.
Su hermana por su parte estaba oculta en su sombra, seguramente observando a su manera utilizando la oscuridad.
Aurora condujo en silencio por este lugar.
No podía hacer nada con aquellos que veía en las calles y tampoco podía hacer demasiado cuando los milicianos golpeaban o empujaban algunos ciudadanos, riéndose mientras seguían patrullando.
Y lo sabía, detrás de esos locales, bajo tierra en los sótanos y en lugares de esta ciudad que ella no podía observar, estaban llevándose a cabo situaciones peores.
Respirando hondo mientras estacionaba en un almacén, pudo ver que Melgar bajaba del auto disfrazado como mujer, saludando de forma coqueta a los guardias del almacén.
Su forma de actuar era femenino, coqueto y a la vez algo excéntrico, pero los guardias no le vieron nada raro y les permitieron entrar al almacén.
"Metan todo en este lugar. El Señor de los Muertos estará contento con su trabajo." Dijo el guardia y tras que todos los camiones entraran, añadió. "Vengan vamos por su pago."
"Espero que este tan contento que nos dé algo extra." Respondió Melgar con una voz femenina muy similar a la voz de la mujer a la cual se había disfrazado.
El artefacto de ilusión de Celina sin duda era increíble, ya que los ocultó perfectamente tanto en apariencia como en voz, pero gran parte del trabajo trataba de actuación.
Como Aurora era técnicamente el 'socio' de esa mujer, caminó de forma solemne, siguiendo al capitán de la guardia en dirección a una oficina privada.
"Hm… ¡Hmaa!"
"¡HMmmm!"
Apenas entraron, varias voces apagadas vinieron desde una esquina de la oficina y Aurora vio a dos mujeres desnudas, atadas y amordazadas mientras lloraban.
"Madre e hija. Vivían a unas dos casas de aquí y fueron especímenes elegidos por el Señor de los Muertos. A él no le importa que la disfrutemos de su producto, así que nos da algunos privilegios." Explicó el guardia al ver que ella estaba aturdida y dando una sonrisa, preguntó. "¿Quieres probarla? Si quieres te dejare usarla primero."
La forma tan calmada con el cual hablaba hizo que Aurora parpadeara sintiendo que algo estaba hirviendo en su interior.
Ese guardia estaba dando una sonrisa y el otro estaba sonriendo amistosamente como si le estuviera invitando una copa.
Tal vez conocían al hombre del cual se disfrazó y por esa razón lo estaban 'invitando', pero la facilidad con la cual hablaban, era algo que no visto tantas veces.
"Mi compañero batea para el otro lado, pero yo a diferencia me gusta experimentar." Dijo Melgar con una sonrisa bromista y dándole una palmaditas en su hombro para que se calmara, se dirigió a esos guardias, que estaban sonriendo algo lujuriosos, y declaró. "Trabajar para el Señor de los Muertos debe ser bueno."
Aurora contuvo su sed de sangre y su ira, lo suficiente como para que nadie lo notara y vio como Melgar se acercaba a los guardias, quienes no se dieron cuenta de su desliz.
"Oh, sí. A veces necesita especímenes masculinos, pero cuando son femeninos… Es un día de suerte para nosotros y ni hablar cuando algunos de ellas son fuertes, ver a alguien fuerte derrumbarse es una excelente experiencia." Dijo el guardia con una risa mientras miraba a las mujeres y girándose, añadió. "Déjame darte tu pag… Ughh…"
Apenas el guardia se distrajo para sacar algo de su anillo espacial, Melgar en su disfraz de la mujer femenina le acuchillo el cuello con su daga y luego clavó su daga varias veces en el estómago, logrando que saltara sangre.
El otro guardia no tuvo tiempo para hablar cuando la sombra de Melgar apareció en la espalda con una daga parecida, degollándolo mientras retenía la cabeza.
La sangre saltó manchando el lugar, pero no hubo ningún sonido aparte de los ruidos apagados de ambos guardias y Aurora solo se acercó a las dos mujeres, liberándola de sus ataduras y cubriendo la visión.
Melgar se movió más silenciosamente de lo que ella podría hacer y fue por eso que se retuvo.
"Está bien. Vinimos a ayudar." Dijo Aurora tratando de dar una sonrisa, que solo dio aún más miedo a las mujeres y al darse cuenta de que estaba utilizando el artefacto y estaba disfrazada, lo desactivó y anunció. "Somos de Zerzura podemos ayudar."
Tan solo al entrar al almacén se encontraron con esta clase de situación… Aurora solo trató de contener toda su ira, su angustia y la sensación desagradable que estaba sintiendo.
Utilizando una frazada para cubrir a ambas mujeres que de inmediato empezaron a llorar, ella les trajo sus ropas y al darse vuelta, vio que una masa de oscuridad tragó a los cadáveres y limpio la sangre, tan solo para que al momento siguiente Alice apareciera, dándole una mirada preocupada.
"Estoy bien." Dijo Aurora y saliendo de la habitación, vio que había un par de cadáveres más de otros guardias que estaban protegiendo este lugar, que fueron eliminados por sus compañeros.
Su expresión solo se volvió más fría al acercarse a una prisión en donde estaban atados un par de ancianos y dos hombres.
Claus junto a sus paladines estaban ayudándolo a desactivar los encantamientos de las rejas, para permitir ayudar a los de adentro.
Un paladín femenino subió para encargarse de las mujeres y Aurora trató de respirar hondo, calmando sus manos temblorosas.
Los mercenarios y los paladines mostraban expresiones solemnes y graves mientras observaban algunos contenedores.
En un refrigerador gigante almacenado en este lugar se encontraban cadáveres congelados de varias edades colgados como si fuera ganado y en otro refrigerador pequeño, estaba lleno de carne y partes de cuerpos.
"¿Qué dijiste que dirigía el Señor de los Muertos?" Preguntó Aurora tratando de mantener la calma.
"Una 'Casa del Deseo'. Un lugar en donde los visitantes pueden cumplir cualquier deseo retorcido. Él también realiza experimentos nigrománticos y cuando sus 'especímenes' mueren o no le son útiles, los reutiliza en su negocio." Explicó Melgar sacándose el disfraz que lo ocultaba.
Aurora no necesitaba preguntarse qué clase de lunático iba a ese lugar y tampoco necesitaba pensar en que deseos podían 'cumplirse' en ese sitio.
Con solo ver el refrigerador con esa carne extraña, era suficiente para que ella se sintiera asqueada y no deseaba pensar en que otras cosas macabras realizaban.
"¿Y los otros?" Preguntó Aurora con su voz aún más fría.
Melgar se detuvo un momento mirando a los demás, pero al ver que nadie intervenía, redirigió su mirada hacia ella.
"La Señora de las Batallas, tiene un coliseo en donde se realizan espectáculos, que van desde humanos luchando contra otros humanos con bestias o con monstruos. Algunas veces son espectáculos de bestias matando a gente indefensa para el disfrute de los espectadores." Informó Melgar y viendo que ella le instaba a continuar, agregó. "La Señora de la Mente, dirige una 'Mansión de la Obediencia'. Un lugar en donde se realiza lavados de cerebro a las personas y son utilizadas para que sirvan y cumplan los deseos y las fantasías de los clientes. También se encargan de lavar el cerebro a aventureros, mercenarios o cualquier persona o bestia que sea llevado a ese lugar."
Hubo un silencio, pero los paladines y mercenarios estaban soltando una silenciosa sed de sangre, dándose cuenta de lo que se iban a encontrar.
Aurora trató de contener sus emociones.
Necesitaba estar en control, necesitaba dirigir y moverse para tratar de ayudar a todos los posibles sin generar más problemas.
Sin embargo, lo sabía.
Toda esta ciudad estaba llena de mierda y era lo suficiente como para que ella sintiera náuseas.
La razón era simple.
"En el plan todos estos lugares están seleccionados, pero ¿qué sucede con los otros lugares o con almacenes como estos?" Preguntó Aurora tratando de contener su voz gélida.
Su sed de sangre se filtraba de forma sutil, pero solo César y Rupert temblaron al sentirla.
Aquí estaban expertos que habían visto demasiada mierda en sus vidas y aunque algunos estaban enfurecidos, se controlaron y calmaron.
Todos los lugares principales estaban señalados para ser atacados, pero la ciudad era grande y Aurora sabía que, si dejaba un pequeño espacio, otros lugares tratarían de limpiar las pruebas o huir.
El problema era que algunas veces la prueba eran personas esclavizadas por milicianos que lo compraban o incluso situaciones peores.
Su primer pensamiento fue llamar a sus padres… Ambos podían solucionar este problema y evitar cualquier repercusión sin ningún esfuerzo y sin tener que esperar demasiado.
"He estado trabajando por un tiempo en esto. Quiero vengarme, pero en el proceso destruiré la ciudad que ellos han creado." Dijo Melgar y viéndola directamente, explicó. "No he desperdiciado el tiempo de espera. Solo nos hemos preparado. De la mejor manera."
En su venganza era destruir el legado de esta ciudad en el cual todo era prácticamente legal y su manera de destruirlo era de deshacerse de eso y convertirlo en algo más.
Similar a lo que hizo en el Obeid.
En cuanto a sus segundas palabras, ese demonio se dio cuenta de cuáles eran sus pensamientos.
Fue ella quien retraso el asalto y si bien fue pensando en el panorama general en el que se encontraba Zerzura, la verdad era que su falta de acción tenía sus consecuencias.
¿Cuántas personas han muerto durante este tiempo en el cual ella no atacó? ¿Cuántas personas sufrieron durante este tiempo? En estos lugares de mala muerte la vida era insignificante.
Ahora Melgar le estaba señalando con confianza que mientras ella retrasaba todo, él no se quedó de los brazos cruzados y se preparó.
"¿Necesitarás más refuerzos? Puedo crear un círculo mágico de teletransporte y traer más mercenarios confiables." Intervino Abdellah y con una voz más fría de lo normal, añadió. "También podemos traer milicianos o paladines."
"Todas las piezas están en su lugar. No obstante, refuerzos en reserva siempre son bienvenidos." Respondió Melgar y mirándola a ella, señaló. "Pero traer milicianos y paladines es otro asunto."
Si Abdellah estaba diciendo que todavía podían pedir refuerzos de Zerzura y movilizar a su gente, Melgar estaba señalando que, si traían a los milicianos y paladines de Zerzura en mayores cantidades que las actuales, podría ser problemático.
La razón era que pasaría de una batalla entre 'Señores de la Guerra' a una batalla entre Zerzura y Jartum… Le estaba diciendo que ella como la jefa tenía que ver el panorama general.
Un panorama en donde no solo estaba ella, sino que estaba toda Zerzura a su espalda y si bien utilizar un par de paladines junto a Claus era ligero, traer una mayor cantidad podía afectar no solo a la ciudad, sino que a la iglesia.
Sin embargo…
"Traigámoslo en caso de necesidad." Dijo Aurora y respirando hondo, anunció. "Hagamos esto bien."
Confiaba en Melgar y en todos sus preparativos, pero le gustaba estar preparada para cualquier situación y si traer paladines o milicianos causaban problemas, en el futuro también debería encargarse de solucionarlos.
Tenía que aprovechar el temor que causo su madre con la Señora de las Bestias y a su vez tenía que aprovechar que el General McLean estuviera con la ciudad.
Tal como le había dicho ese individuo, ella podría actuar libremente causando cualquier problema con otros individuos, ya que él sería el rango SS de la ciudad.
Aunque mirando a Melgar que asentía sin verse perturbado, estuvo claro que tenía confianza.
******
Un hombre latino bebió una cerveza en un bar en la ciudad Jartum.
El tabernero estaba sirviendo la cerveza y de vez en cuando mirando a una jovencita que estaba llevando varias jarras de cerveza a un grupo de milicianos, que la hacía poner nerviosa.
"¿Por qué no te quedas y nos ayudas a relajarnos?" Preguntó uno de los milicianos, tomando de la cintura a la jovencita.
¿Qué edad tenía? El aventurero supuso que apenas superaba la mayoría de edad, pero al miliciano no le importo y empezó a toquetear sus piernas.
"Señor… Por favor…"
"¡Tabernero! ¿A cuánto está la noche con su hija?" Preguntó el miliciano y cuando el tabernero estuvo por responder, un aura de rango A se extendió volviendo pálido al tabernero.
Los pocos bebedores locales que deseaban matar sus penas en este lugar tratando de alcoholizarse para olvidar el lugar en el que vivían, se retiraron y huyeron dejando a varios aventureros y mercenarios junto al grupo de milicianos locales, quienes se rieron a carcajadas cuando el miliciano que daba la impresión de ser líder lanzó una moneda al tabernero.
"Esto debe ser suficiente para una noche con toda mi gente." Dijo el miliciano y cuando trató de besar a la joven, esta se alejó, logrando que el hombre diera una sonrisa viciosa y tras forzarla para que la joven lo mirara, preguntó. "¿Sabes quién soy? Soy el Campeón de rango A del Coliseo. Si no quieres que mate a tu padre y destruya este lugar, es mejor que vayas arriba, te bañes y me esperes con las piernas abiertas."
El aventurero que estaba en la barra del bar, bebió su cerveza haciéndole una señal a un par de aventureros para que no interviniera.
La jovencita tembló de miedo ante esas palabras y con lágrimas en los ojos, se movió hacia la escalera.
El tabernero que estaba rojo de ira, trató de sacar una escopeta desde debajo de la mesa, pero fue detenido por su hija, que le susurró palabras de calma, antes de retirarse.
Esta no era la primera vez que ella pasaba por esto… Ese hecho no fue solo algo que él vio, sino que fue suficiente para que una aventurera se levantara de su asiento.
Que el tabernero bajara la mirada temblando con impotencia y frustración, ocultando su rostro en silencio, solo intensificó la atmosfera del lugar.
"Roja siéntate en tu maldito asiento y no busques problemas." Ordenó el aventurero que estaba bebiendo cerveza.
Los milicianos también se habían levantado y estuvieron a punto de desenfundar sus espadas, pero luego tras mirar a su jefe, se detuvieron.
"Mi compañera es impulsiva. Pagaré otra ronda como disculpa." Dijo el aventurero levantando su jarra.
"Inteligente. Aventureros del extranjero, ¿cierto?" Preguntó el miliciano y con una sonrisa, cuestionó. "¿Cómo te llamas sudaca?"
Estaba utilizando la terminología de forma despectiva, pero el aventurero no se inmutó.
Su tono de piel dejaba ver que era un latino y su acento colombiano reveló que era de América del sur.
"José Vázquez y este es mi equipo." Respondió el aventurero y tomando unas jarras la acercó para dejarla en la mesa para todos y comentó. "Sí, somos del extranjero, estamos aquí por unas misiones bien recompensadas."
Los milicianos dieron sonrisas despectivas al ver que él estaba actuando tan servicial y su equipo a su espalda, mostraba enfado, logrando acrecentar aún más la arrogancia de estos milicianos.
Del Campeón de rango A del Coliseo y todo su séquito… Quien ocultaba perfectamente su fuerza de rango S debido a los arreglos de torneo.
Las risas de ese campeón redujeron la tensión y los demás mercenarios que estaban presentes, siguieron tomando su bebida, mientras miraban por la ventana.
La luna estaba en lo alto y pronto seria medianoche.
"¿Qué clase de misión bien recompensada haces? Me gustaría intentarlo." Preguntó el campeón intrigado.
La cerveza mágica que había estado bebiendo ya le estaba afectando y era normal cuando había estado bebiendo como si no tuviera fin desde que había llegado a este lugar.
"Mi equipo y yo cazamos bestias peligrosas. No solo son fuertes, sino que muy inteligentes y le gusta viajar en manada. Pero una vez que la conoces y aprendes de ellas, son solo animales feroces." Dijo al aventurero y viendo que su reloj holográfico brillaba con la nota de empezar, anunció. "Es fácil cazarlas. Necesitas seguirlas por un tiempo, reconocer sus pasatiempos, sus gustos y luego rodearlas. Como normalmente no tienen depredadores, bajan la guardia con facilidad."
Los ojos de la bestia que era su objetivo se entrecerraron y ese hombre lentamente empezó a liberar el aura de rango S que había tratado de ocultar.
En los combates de coliseo se hacía pasar por un rango A para ganar las batallas y era alguien importante para la Señora de las Batallas… Por eso ahora era su objetivo.
Ese hombre se levantó, pero a mitad de camino se tambaleó y sus ojos se abrieron.
"Nos llamamos las 'Cuchillas Afiladas' y somos aventureros que cazan bestias peligrosas. Luchamos cuando es necesario, pero cuando no lo es, simplemente utilizamos trampas y estrategias." Dijo el aventurero y viendo que los milicianos lentamente se paralizaban y empezaban a vomitar sangre, añadió. "El veneno es un buen ejemplo."
El tabernero que estaba sirviendo dio una sonrisa viciosa al ver al bastardo que iba a violar a su hija morir junto a todos los milicianos que se habían reído… Como alguien que tenía una taberna y se encontraba con todo tipo de malhechores, supo cómo ocultar sus emociones y sabía como actuar.
También guardaba rencor, lo suficiente como para cooperar con extranjeros cuando se encontraban con personas confiables.
Su compañera que estaba en silencio escupió al suelo y los otros mercenarios se levantaron cerrando las cortinas del local, dejando todo cubierto.
"Tú… No sabes… En lo que… Te metes." Gruñó la bestia envenenada.
Un rango S bastante duro que incluso resistió el veneno de la bebida que le había dado y el joven aventurero solo dio un suspiro.
Si no fuera porque el veneno fue creado por un profesional para actuar a una hora determinada, esta caza hubiera sido difícil… Al menos el inicio.
"Malditos luchadores son aterradores…" Murmuró un mercenario que estaba equipándose con su armadura y viendo como la bestia moría lentamente, añadió "Y a la mierda Jartum. Este lugar en unas horas va a estar al mando de otro."
"¿No quieres revelarle también nuestros movimientos?" Preguntó Roja con una mirada irritada.
Vázquez dio una risa.
Su oponente estaba muriendo lentamente y nadie terminaba el trabajo debido a que los luchadores eran jodidamente duros y este merecía morir de forma lenta y dolorosa.
Al menos su empleador le dio un fuerte veneno que fue muy útil y muy puntual para actuar, así que no había problema.
El Campeón del Coliseo de rango A murió vomitando sangre en silencio con los ojos abiertos.
Eran bestias que estaban en la cima de la cadena alimentaria y que no se habían enfrentado a peligros durante demasiado tiempo, volviéndolos complacientes.
La Luz de Plata y la caída de la Señoras de las Bestias los asusto, pero este individuo era solo un idiota que confiaba que no los atacarían.
Se equivocaron.
"Jasar el Pálido es nuestro empleador. Es un imbécil, pero uno que últimamente ha hecho un buen trabajo y coopera tanto con la iglesia como Zerzura." Dijo Vázquez al equiparse y observando a los presentes, anunció. "Muévanse. Maten a todos sus objetivos. Solo protejan a los inocentes y tengan cuidado con sus presas. Nadie quiere que una bestia rabiosa ande suelta."
Cada individuo que estaba en este lugar había sido contratado por Jasar el Pálido, que había convertido el Obeid en una ciudad de influencia y un lugar 'sano'.
Un lugar en donde aventureros y mercenarios que venían a ganarse la vida y no querían enfrentarse con lunáticos, tiranos o avariciosos milicianos, le gustaba bastante.
Como si fuera poco los rumores decían que estaba trabajando con la Iglesia del Tiempo y el Espacio y especialmente con las Protectoras de Zerzura, cuyas historias llegaron a esta tierra.
Era posible que esos individuos estuvieran participando en este gran asalto y si era así, entonces Vázquez deseaba hacer un buen trabajo.
Ya estaba cansado de toda la mierda que se amontonaba en este lugar y era hora de que alguien por fin lo limpiara.
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