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22.73% The Guardian [Spanish/Español] / Chapter 223: Historia Paralela Nuevo Comienzo Capituló 4: Un destino incierto.

Capítulo 223: Historia Paralela Nuevo Comienzo Capituló 4: Un destino incierto.

Iniciaron la marcha y Aurora miró desde atrás a esas personas heridas y cansadas.

Lloraron por haber sido salvados, pero también por aquellos que murieron tratando de defenderlos.

Solo era un grupo de personas que deseaba ir a un lugar mejor lejos de los constantes enfrentamientos de los señores de la guerra.

Sin el poder para cruzar el mar que esos poderosos individuos controlaban y sin la fuerza para huir de este continente.

Una caminata lenta bajo su vigilancia.

¿Ella había pasado esto antes?

Tal vez, sus pensamientos no deseaban aflorar debido a que no era momento para decaerse y llorar.

Avanzaron lentamente en una marcha sin rumbo, con una atmosfera triste y lúgubre mientras revelaban miedo.

Miedo a las criaturas, miedo a los monstruos y miedo a que otros milicianos los atacaran.

El miedo era el compañero de los refugiados y era un conocido de todos… Incluso de ella.

¿Lo que hizo estuvo bien?

No lo sabía, solo se movió como lo hizo desde que llego aquí… De forma mecánica.

Escuchaba un pedido de ayuda y ella se movía para solucionarlo.

Salvar a personas estaba bien, pero ella se movilizaba solo por el simple hecho de ahogar sus emociones y pensamientos.

¿Lo lograba?

Solo por unas horas antes de decaer en un mar de lágrimas y llanto.

No era fuerte, solo era una joven cuyo sueño de ser heroína fue destrozado por la realidad cruel y trágica.

No, a lo mejor era una asesina con las manos teñidas de sangre y con demasiados cadáveres a su espalda.

¿Pero no era esa la realidad de este mundo?

En Oriente Medio se llevaba una guerra contra demonios y los reconocidos jugadores estaban en ambos lados asesinando a sus enemigos y oponentes.

Ya no era ingenua y entendía que en esas zonas de guerras había personas inocentes, ciudadanos de esos países caídos tratando de huir como refugiados.

Muerte, sangre, dolor y pena… Esa era la cruel realidad

Como si no deseara que los pensamientos revolotearan en su mente, Aurora se movió cuando llego el momento.

Llegó el almuerzo y las mujeres, niños y jóvenes se notaban hambrientos.

A pesar de que tenían suministros, nunca había sido demasiado y racionaron.

El luchador se levantó a pesar de que las pociones de curación no habían hecho tanto efecto.

Wiyghan Makeba era su nombre, solo era un refugiado de Rango A que deseaba a apoyar su gente.

El Señor de la Guerra 'Gran Kan' lo quiso reclutar porque era fuerte y por tal razón los milicianos utilizaron a sus conocidos cuando él los rechazo… Persiguiéndolos y asesinándolos.

Ese luchador se dispuso a cazar y ella lo ayudó.

Dándose cuenta de su garrafal error e imprudencia.

Su ahogamiento de sus emociones la llevaron a cometer errores.

No fue al salvar a las personas o ponerse en el lado malo de un señor de la guerra que se hacía llamar a sí mismo 'Gran Kan', era el error de venir a ayudar sin estar preparada.

Solo había tomado sus cosas y había tratado de venir lo más rápido posible, ignorando el hecho de que las personas que iban a rescatar podían no estar en las condiciones adecuadas.

No había traído ni siquiera alimento para todos.

La línea entre ayudar y causar problemas era fina y ella se tambaleó a la segunda.

Tenían una larga caminata por delante y era un viaje que ella no había esperado, mostrando que ni siquiera había pensado en esa posibilidad que debería haber sido un hecho.

Sin embargo, Aurora solamente se quejó unas cuantas veces en silencio antes de seguir moviéndose.

Hoy había cometido un error por no estar preparada, pero la próxima vez no iba a repetirlo.

Makeba le enseñó a rastrear algunas criaturas y a encontrar frutos comestibles por los alrededores.

Escondidos bajo un árbol o en la cima, hongos en la oscuridad de una gran roca.

Saber diferencia lo comestible de lo peligroso fue algo que a ella le costó, y Makeba le enseñó lo que pudo mientras terminaban el trabajo.

La caza fue lo más fácil.

Ella era veloz y lo sabía, su maestro, que no había visitado recientemente deseando que no viera su estado, la alababa por ello.

Su sistema, que lo había llevado a conocer a su anciano maestro, se quedó en silencio, quizás sin saber cómo consolarla o que decir.

Ya no era una niña que al caerse y rasparse la rodilla podía ser animada, consolada y curada por su sistema.

No, ahora había crecido y se había caído.

Una caída más dolorosa de lo que había podido imaginar y una que su sistema no podía curar.

Sin querer reflexionar, ella, al volver al campamento temporal con los animales cazados, volvió a moverse para ayudar a preparar la comida.

Ellos tenían algunos utensilios y muy diferente a ella que no estaba para nada preparada.

Despellejando los animales y aprendiendo de los demás, como si su amiga no pudiera resistir su lentitud, se unió y a diferencia de ella, Alice aprendido más rápido.

Si, ella debería haber traído cosas para alimentar a su hermana, después de todo esa glotona amaba la comida.

A pesar de que llevaba algunas bolsas de papitas y no le gustaba compartir, al final lo hizo y ella pudo ver una mirada trágica y apenada.

Como si hubiera perdido todo… Esa era la mirada destruida que su glotona hermana dio y Aurora soltó una sonrisa.

Era pequeña, pero logró sorprender a su amiga… A su hermana e hizo como si su trágica perdida de papitas se hubiera recuperado.

"La próxima vez llevaré una gran reserva… Y una reserva para mi reserva."

Alice dio esas palabras en voz baja mientras veía como otros comían sus aperitivos delante de ella.

Una mirada bastante difícil que hizo, que Aurora diera otra sonrisa y le prometiera recompensarla.

También le había fallado a su glotona al no tenerla alimentada como se merece.

Cuando fue la hora del almuerzo, ella ayudó a preparar con los demás la carne de un antílope que consiguieron cazar de la zona y al comerlo, ella lo encontró sin sabor.

Como alguien que había acompañado a Alice a comer en distintos restaurantes y como siempre estuvieron solas, se podía decir que ella era… Una niña malcriada.

Al menos eso era cuando se trataba de las comidas.

No era como si estuviera asqueroso, se notaba la experiencia de los cocineros al hacer algo aceptable con lo poco que tenían y el inconveniente era la falta de especias que para aquellos acostumbrados resultaba difícil de dejar pasar.

Sin embargo, no se quejó y no puso mala cara, comiendo lo que debía comer.

Había pensado que su glotona hermana, que era una 'gourmet' frunciría el ceño al comer, pero a diferencia de ella, esa glotona estaba maravillaba.

Se podía decir que estaba mintiendo y estaba dando una falsa impresión, pero era imposible.

Alice era alguien que se quedaba absorta en la comida sin necesidad de ocultar nada y esta vez fue igual.

El día continuo y la marcha avanzó con lentitud… Demasiada lentitud.

Caminar entre los pequeños bosques secos tan normales de esta zona, por zonas llenas de insectos, serpientes y víboras peligrosas, fue una odisea.

Cuando la noche los alcanzó ella estaba cansada… No solo por ser uno de los tres miembros que tenían algún tipo de fuerza, sino que el mismo viaje la dejó exhausta.

A diferencia vagar sola en donde tenía algunas comodidades para ella misma, aquí había que cuidar a más personas.

Ahora en esta misión estaban solos y no estaban los gobiernos apoyando u otras organizaciones ofreciendo ayuda… Aquí estaba ella y Alice en una misión que terminó volviéndose más difícil de lo que había imaginado.

Llegado a la noche, ella sacó su carpa que tenía las comodidades básicas y la instaló.

Eran dos dormitorios y un baño, este último el bien más valioso de estas desoladas tierras.

A pesar de que deseo compartir su dormitorio con todos los demás, fue rechazado vehementemente por Turay, quien trataba de organizar todo para no molestarla.

Era como si no deseara exigirle más de lo que había dado y Makeba estuvo de acuerdo.

Al final, Alice entregó su dormitorio para que los más jóvenes pudieran descansar con más comodidades y ella aceptó felizmente a esa glotona que tenía una gran sonrisa al querer dormir a su lado.

Si estuvo feliz de recibirla y eso se mostró durante la noche.

Con Makeba haciendo la primera guardia, ella no pudo descansar como se debía.

Las pesadillas llegaron una tras otras como si desearan mostrarle que esto era un infierno… Que había caído en el pozo de la desesperación.

Cuando despertó a mitad de la noche llorando, su hermana la abrazó cómodamente.

"Llora... Puedes llorar, yo estoy aquí." Murmuró Alice suavemente en su oído mientras la abrazaba con cariño.

No tenían la misma sangre, pero esa glotona no era solo su mejor amiga… Era su hermana.

Esnifando y temblando en sus brazos, ella trató de resistir sus lágrimas, pero su amiga volvió a palmear su espalda.

"Puedes llorar, nadie te escuchará." Susurró suavemente ocultando el dolor en su voz.

Toda la habitación había sido cubierta por su sombra y ningún ruido podía salir, pero todo ruido podía entrar... Aislando en lugar en una oscuridad que para ella se sintió cálida.

Y lloró a cántaros.

Gastando todas sus lágrimas hasta que volvió a quedar dormida en el abrazo de esa glotona que estaba dando lo mejor de sí para tratar de ayudarla.

Cuando despertó ya era la mañana y todos estaban por partir, sin darse cuenta se había quedado profundamente dormida y quien hizo guardia fue solamente Alice.

Ella se disculpó, pero a los demás no le importó y solo Alice exigió que la invitara a comer.

La solemnidad de Alice fue tal que parecía como si le estuviera exigiendo que entregara su alma… Lo que hizo que su expresión se relajara un poco.

El día inició otra vez y esta vez a medio día Makeba, que llevaba una radio, escuchó un pedido de ayuda.

La otra parte estaba pidiendo ayuda a causa de que la aldea estaba siendo atacada por criaturas y era un pedido desesperado que expresaba total desesperanza.

Ella se movió.

No podía quedarse escuchando el pedido y dejando a Makeba atrás para que protegiera a la gente, se llevó a Turay.

A pesar de su velocidad llego tarde, lo suficiente tarde como para que bastantes personas murieran.

No solo eran adultos, sino que ancianos y niños… La crueldad de estas tierras se dejó a la vista cuando la criatura que Turay llamó 'Smilodon Fatalis' atacó un pueblo con otras criaturas.

Como si ella se deseara desahogar, mató a todas las criaturas, mientras que Alice la acompañaba en esa masacre.

Esa bestia mágica era de Rango A, pero tenía inteligencia y controlaba a otras bestias mágicas de menos fuerza.

Lo peor era que le gustaba la carne humana y era por esa razón que atacaba asentamientos humanos, eligiendo los lugares en donde no había usuarios de habilidades.

La crueldad no se encontraba solamente en humanos, sino que también en bestias mágicas.

Cuando le explicaron a donde iban, el jefe del pueblo miró a su hogar arruinado y pidió unirse.

Tras enterrar los cadáveres y que ella guardara la mayoría cosas de valor, se unieron a la fuerza principal y cinco días después estaban a mitad de camino con más de mil personas en su grupo.

Se empezó con cincuenta, pero solo se necesitó cinco días para que su grupo aumentara de manera inevitable.

¿Por qué y cómo?

Porque era fuerte.

Esa era la respuesta que le dio Turay cuando la vio aturdida al ver el gran número que se había formado o cuando algún pueblo le pedía unirse.

Estas tierras eran crueles.

La vida era dura antes del 'Gran Cataclismo', pero ahora… Era mortal.

Criaturas, bestias mágicas, señores de la guerra y sus milicianos, mazmorras temporales y mazmorras naturales.

Lunáticos, esclavistas y sectarios que buscaban material de sacrificio.

Ante esa crueldad el único alivio era estar bajo alguien fuerte, alguien que parecía cubrir el cielo por ellos, evitando su sufrimiento.

Ella lo pudo entender, pero entre más tiempo pasaba más cuenta, se daba de la dificultad de dirigir un gran grupo.

Turay se encargaba de hablar con todos tratando de organizar lo mejor que podía las cosas y a la vez calmar la situación.

Makeba trató de crear un grupo para defender a todos para que el peso en su espalda disminuyera.

Todo mientras ella y Alice pasaban por todas partes cazando criaturas, encontrando comida y deteniendo los peligros.

Las muertes sucedieron… Serpientes que mordieron a una anciana, desnutrición, insolación, fiebre y otros factores que ella jamás había imaginado.

La única razón por la cual podían atravesar esta crueldad era porque ella tenía pociones, pergaminos y todo tipo de objetos de curación.

Si algo le dio importancia su padre y su madre cuando la dejaron salir por su cuenta, era llevar objetos para protegerse o proteger a otros.

Los pergaminos de curación eran comunes y las pociones eran muchas.

Sin embargo, esto le mostró la dificultad de la tarea que estaba llevando a cabo.

Una misión en solitario en donde no había apoyo externo.

La comida pudo ser tratada debido a que, si bien ella no era buena para distinguir algunos alimentos de cosas peligrosas, su sistema empezó a darle algunos consejos hablando por primera vez en mucho tiempo tratando de ayudarla.

Su anillo espacial y su sistema que tenía un almacenamiento propio eran capaces de guardar todo lo comestible y al mismo tiempo impedir que se pudriera gracias a sus cualidades internas.

Aun así, Aurora había sentido el ambiente y sabía que las cosas estallarían rápido.

Lo hizo luego de que en la radio el 'Gran Kan' exigiera a toda la aldea y pueblo alrededor del antiguo país 'Chad' se rindiera y obedeciera a su nuevo 'señor'.

Aquellos que no aceptaban serian asesinados y sus hogares quemados.

Eso causó pánico y a pesar de que Turay trató de calmar los ánimos, no lo logró y todo estalló.

"¿A dónde vamos estaremos a salvo? No, ellos vendrán por nosotros."

Alguien hizo esa pregunta y debido a que todos ya conocían la historia de todos, se dieron cuenta de que el primer grupo era perseguido.

"Necesitamos rendirnos. El Señor de la Guerra vendrá a matarnos. Ellos mataron a su gente y el 'Gran Kan' exigirá venganza." Gritó otro hombre logrando elevar algunas voces de apoyo.

"Solo la muerte les esperaba bajo un lunático." Anunció Makeba con un tono serio.

Ese hombre se burló.

"La muerte nos espera de este lado. ¿Cuál diferencia hay? ¿Crees que esas niñas nos protegerán siempre? ¿Crees que tienen esa capacidad para luchar con un señor de la guerra veterano?"

Hubo silencio.

Era alguien que buscaba problemas, pero también era un individuo que tenía miedo y ese miedo fue evidente al ver más allá del ahora.

Esa 'niña' ante los ojos de todos era una joven que parecía querer convertirse en una heroína.

Salvando gente llegando desde el cielo, tratando de ayudar todo para sentirse bien consigo misma o por algún asunto de este estilo… A lo mejor, lo fue.

Era posible que cuando empezó a ayudar, cuando salió a luchar contra monstruos, simplemente lo hizo por el interés sobre los héroes, queriendo replicarlo.

¿Ahora era esa persona?

No, antes fue ingenua, pero se había dado cuenta de lo que quería hace bastante tiempo.

Si le preguntaran por qué ahora mismo ayudó, la respuesta era simple.

Era porque su cuerpo se movió de manera involuntaria.

Quería ahogar sus emociones, pero había múltiples formas para hacerlo, algunas no tan peligrosas, sin embargo, cuando alguien le pidió ayuda… Ella se movió mecánicamente para ayudarlo.

Sí, estaba aquí porque su cuerpo se movió de manera involuntaria para ayudar, pero incluso consciente se movería de esa forma.

¿Tenía la capacidad para luchar contra un señor de la guerra?

Ya había asesinado a individuos iguales de peligrosos y con la misma fuerza.

¿Los protegerá para siempre?

Esa era una gran pregunta y la respuesta que encontró de inmediato era que resultaba imposible.

Aunque le doliera no podía estar en todas partes y eso significaba que no podía proteger a todos… Tal como perdió a aquellas personas que le importaban cuando fueron dejados en una supuesta ciudad segura y ella estaba en otra parte.

"¿Cuándo el 'Gran Kan' venga exigiendo nuestras cabezas por seguir a unas niñas que haremos? Él vendrá y traerá su ejército de milicianos queriendo asesinarnos a todos para demostrar que no debe ser desobedecido." Expuso el hombre con un tono frío, logrando que el silencio se extendiera y mirando a las personas, anunció. "Si vamos con ellas, solo iremos a un pueblo que espera la muerte."

Turay se quedó en silencio dejando ver que en cierta forma era verdad.

El pueblo era pequeño, peligroso y estaba en medio del desierto, alejado de todo.

Como si fuera poco tenía el bosque mágico al sur cerca de ellos y si no fuera por ellas, entonces era posible que ya hubieran muerto la primera vez.

No era una suposición o para creerse importante, la primera vez que ella llegó a ese pueblo los residentes estaban en peligro.

Todas las miradas se dirigieron a ella y a su compañera.

Alice recibió las miradas de manera indiferente y esperó a que ella respondiera.

¿Los protegería para siempre?

No.

¿Tenía la forma de salvarlos?

Sí.

—No estás sola.

Su sistema dio su comentario, uno que no solo apuntaba a su hermana, sino que a sus padres y en cierta forma a él… Sea lo que fuera.

Era porque sabía que no estaba sola, que podía ayudar a las personas y no a medias, sino que hasta el final.

Teniendo todas las miradas en ella, su expresión se volvió seria.

"Si se quedan a mi lado les prometo que daré lo mejor de mí para protegerlos a todos… Me encargaré de protegerlos hasta que todos puedan estar a salvo en un buen lugar."

Esas fueron las únicas palabras que salieron de su boca.

No iba a dar un discurso motivacional tratando de alentar a que todos la siguieran convenciéndolos uno por uno.

Daría lo mejor de ella para protegerlos dando todo de sí… Haciendo lo que debía hacer para protegerlos.

Eso era lo que podía hacer ahora mismo y lo trataría de demostrar con sus acciones.

Ellos la veían como alguien fuerte, pero no lo era… Solo era una niña que tenía pesadillas dolorosas por la noche y se despertaba llorando en los brazos de su hermana hasta quedarse dormida otra vez.

Solo era una joven que cuando tomaba su espada temblaba logrando que su mente recordara la viscosidad de la sangre… De todos a los cuales había cortado con ella.

No era una heroína con altos valores, solo era alguien que deseaba dar lo mejor de sí para todo lo que tuviera que hacer.

Las personas se dividieron y cerca de trescientas personas decidieron irse.

Ella no fue tacaña y dio parte de sus pociones u objetos junto a una parte de la comida que no era necesaria todo en uno de sus anillos espaciales.

A pesar de que no confiaban en ella, no le molesto y ella trató de ayudarlos lo mejor que pudo.

Entonces Aurora los vio partir mientras que su grupo se preparaba con una atmosfera de desesperanza.

"¿Qué harás?" Preguntó Alice mientras estaba a su lado.

Ella miró hacia adelante a su grupo.

Sabía que tenía dos opciones.

Una era irse de ese continente llevando a todas las personas que la siguieron.

Sin embargo, a pesar de que no había conocido a ningún señor de la guerra y no conocía al 'Gran Kan' conocía a los lunáticos de esa misma especie.

Sabía que incluso si ella se iba muchos se quedarían aquí y sufrirían cruelmente el destino de los conquistados.

Así que solo tenía que elegir la segunda opción.

"Me quedaré." Respondió en voz baja.

Su cuerpo se seguiría moviendo de manera involuntaria y era probable que más personas se unieran al grupo en el futuro.

¿Lo hizo porque estaba perdida en sus emociones y quería distraerse en otra cosa?

No lo sabía, pero al menos ahora quería hacer esto.

"Entiendo me encargaré de informar a nuestros padres. La última vez que conteste su llamada me regañaron por 'escapar de casa' y 'malcriar' a mi hermana." Murmuró Alice en un tono bajo.

Era como si no le gustara ser regañada, pero a la vez soportó la culpa.

Si fuera por Alice, al único lugar que 'escaparía' seria a un restaurante… Y la verdad era que desde que eran jóvenes, Aurora era la fuente por la cual ambas se movían.

Hacia un destino incierto.


PENSAMENTOS DOS CRIADORES
Evil_Warlord Evil_Warlord

No se olviden de dejar una reseña para animar a otros a leer.

Capítulo 224: Historia Paralela Nuevo Comienzo Capituló 5: ¿Confiable o seguro?

Al frente de un pequeño pueblo marcado por el paso del tiempo, el espacio se distorsionó en lo alto del cielo.

*BOOM*

Una figura cayó en el suelo y formó un cráter levantando una nube de polvo bastante grande.

Cuando el polvo se asentó, se pudo ver la figura.

Era un hombre de dos metros y varios centímetros de alto, pero cuando se combinaba con su complexión fuerte y su físico musculoso, entonces las personas pensarían que era un 'gigante'.

A pesar de que llevaba ropa informal, todos podían ver sus músculos y cuando lo miraban daba la sensación de que podía aplastar todo a su paso.

Sus ojos parecían ligeramente apacibles y su rostro estaba bien marcado con la experiencia de un hombre adulto, agregando su calvicie, lo hizo ver como un hombre imponente en sus cuarenta y tantos.

"Cariño, eres demasiado llamativo." Murmuró una voz y una mujer descendió del cielo con suavidad.

Una mujer en sus treinta y tanto, su rostro era suave y delicado, mientras que su figura delgada y curvilínea era demasiado atractiva.

La sonrisa encantadora no combinaba con sus ojos azules que parecían fríos al mirar a los alrededores y que solo se apaciguaron al mirar a esa gran figura.

"Lo siento, estoy emocionado por verlas." Respondió el gigante entrecruzando sus brazos, mirando al pueblo que había sentido la conmoción.

La bella mujer se rio y miró al pueblo en donde un hombre africano se acercaba con una expresión que ocultaba miedo.

"¿Quiénes son?" Preguntó Turay tratando calmarse al ver que ambos salían del cráter cubierto por una ligera nube de polvo que había causado ese gigante.

"¿En dónde están mis hijas?" Preguntó el gigante mirando con seriedad.

Su sola figura liberaba una atmosfera intimidante e imponente, como si advirtieran que nadie se metiera con él.

Turay pudo ver bien sus figuras y los reconoció claramente, pero eso no hizo que su temblar disminuyera.

"Cariño, estás demasiado emocionado." Intervino la mujer dándole una mirada seria para que se tranquilizara.

El gigante soltó un suspiro y murmuró. "Es normal, no la hemos visto desde que 'eso' sucedió y estoy preocupado."

"Yo también." Murmuró la mujer cuando sus verdaderos sentimientos salieron a la luz.

Ambos se miraron y juntos soltaron largos suspiros.

"Somos malos padres." Anunció el gigante logrando que la atmosfera decayera un poco debido a su propia depresión.

"Lo somos." Respondió la mujer compartiendo la atmosfera.

Esa era la verdad.

Ellos mismos sabían que eran malos padres y si bien se podían excusar diciendo que su hija era incontrolable y demasiado entusiasta, la verdad al final era que ellos les permitieron salir al mundo.

Su hija, con tan solo quince años se alejó de su hogar luego de ser golpeado física y mentalmente por la realidad, tiñendo sus manos de sangre en el proceso y desapareció.

Recién cuando llamó era para pedirle que la ayudaran y le confesó que estaba en áfrica y que necesitaba su ayuda.

"Al menos de todos nuestros hijos, Alice es más obediente." Murmuró el gigante soltando una risa hueca.

Su hijo mayor fue extremadamente problemático, pero su hija también lo era a su manera.

Con un 'sistema' como ella lo llamaba, era capaz de muchas cosas y entrenar fue una de ellas.

Antes de que se diera cuenta, esa niña estaba saliendo para cazar monstruos y de los monstruos empezó a extender su área de influencia por zonas peligrosas y antes de que se dieran cuenta, ya estaba en áfrica tras haber perdido personas que conocía y quería.

En ese sentido, su otra hija era lo más obediente que podían tener, ya que se comunicaba con ellos y los llamaba para avisarle de todo e informarle de la situación.

"Aunque seguramente nos traicione si Aurora le da de comer." Murmuró la mujer con una sonrisa agradable.

Ambos se volvieron a mirar y soltaron una suave risa.

Problemáticos u obedientes eran sus hijos y siempre le dieron la libertad que deseaban, sin restringirlos si no lo querían.

Independientemente de lo brillante que fue su hija o de lo oscuro que fue su hijo, al final lo único que pudieron hacer era estar al lado de ambos cuando lo necesitaban.

Al igual que ahora donde dejaron todo para venir a este lugar.

Mirando al hombre que estaba dando una mirada extraña a su lado, el gigante se rio y señaló. "Antón Campbell y mi esposa Agatha Campbell."

"El Gigante de Acero y Luz de Plata…" Murmuró Turay tragando con severidad a ver a dos Rango SS altamente reconocidos.

Pioneros, héroes o ilustres figuras.

No importaba cómo lo llamarán, ambos individuos se crearon un nombre por ellos mismos luego del 'Gran Cataclismo'.

"Esos son nuestros títulos." Murmuró Agatha y dando una mirada al pueblo, preguntó. "¿Dónde están nuestras hijas?"

Una sola de su mirada fue suficiente para escanear todo el pueblo que se hizo demasiado grande como para soportar a toda la gente.

"Ambas han ido a ayudar a un pueblo con una mazmorra temporal y es muy seguro que se demoren debido a que probablemente traerá otro grupo de personas." Informó Turay con una expresión ligeramente agotada.

"Oh, la misión 'Arca'." Dijo Agatha y cuando ambos lo miraron, comentó. "Alice lo llamo así. Por qué reúnen personas de todas partes y lo acompañan a un lugar a salvo… Como un arca."

Ambos hombres se quedaron en silencio ante esa forma de ver las cosas, pero ambos no lo cuestionaron a pesar de que sonaba… Extraño.

Antes de que pudieran decir algo para aliviar la atmosfera, el reloj holográfico de ella sonó y dio una expresión seria.

"Ya vienen."

Con esas palabras se levantó y flotó en el aire, dirigiéndose un poco lejos del pueblo y entonces agitó su mano.

Las plantas que cubrían esa pequeña llanura fueron quemadas por completo hasta sus raíces cuando el fuego se extendió por la zona.

Agitando otra vez la mano, la tierra se aplanó perfectamente y se endureció al nivel de un edificio ajustado.

No lo estaba haciendo por varios metros, sino que todo eso se estaba llevando a cabo alrededor de cientos de metros.

"¿Una pista para aviones?" Murmuró Turay al ver que eso era lo que estaba tomando forma.

El camino para que los aviones aterrizaran no era pequeño, dejando ver que lo que deseaban recibir eran aviones grandes.

La calle se endureció completamente, logrando que fuera difícil romper y lo extendió por varios metros para lograr que no hubiera problema para que un avión frenara.

La mujer realizó todos los preparativos desde el aire únicamente agitando la mano y fue hasta el punto de que creo las luces de señalización con magia de luz y hasta formó una torre básica de varios metros.

Todo lo hizo con magia… Las múltiples magias que podía manejar.

Esa era la mujer que llevaba el título 'Luz de Plata', alguien con la capacidad de controlar la energía mágica y con la capacidad de emplear cualquier magia.

Reconocida Gran Archimago, era uno de los más fuertes Rangos SS con profundas conexiones con la Iglesia del Tiempo y el Espacio y también reconocida como uno de los antiguos héroes.

Quienes con su esposo, el 'Gigante de Acero' junto a individuos poderosos como el Gran Archimago Vincent, fundaron lo que fue la base del Gremio de Héroes.

A lo mejor la mayoría no los reconocería por sus nombres, no obstante, los títulos eran inolvidables.

Agatha al terminar el trabajo aterrizó asintiendo al observar su creación y entonces tras esperar varios minutos vieron un avión.

Era un avión bastante grande y rápido.

La primera vez voló sobre ellos escaneando toda la ciudad y el aeropuerto, permitiéndole a la vuelta aterrizar con calma.

Ese aeropuerto se podía considerar como algo de 'emergencia' a pesar de lo excelente que era, pero funcionó a la perfección.

La cola del avión se abrió y decenas de personas empezaron a bajar junto a algunas máquinas que llevaban cajas.

"Bajen todo con cuidado. Esas cajas tienen un espacio de almacenamiento en su interior y se guardan mucho equipo." Ordenó un anciano con un cabello blanco canoso llevando un traje formal y al ver que más personas bajaban, agregó. "Quiero que mejoren este aeropuerto, necesitamos algo decente y grande para cuando lleguen los aviones."

Su tono era estricto, pero seguro y confiable, logrando que todos los demás se pusieran a trabajar.

Entonces se acercó al grupo mientras Turay estaba aturdido al ver las cosas que estaban sacando del avión que llevaba un logo reconocido.

Quizás era un marinero que había permanecido en su barco durante mucho tiempo, pero ese logo era bastante reconocido y las palabras grabadas en el avión demostraba a quien pertenecía.

Empresa Apicius.

Sus negocios de comida se extendían por varias zonas y a pesar de que áfrica era agitado, algunos gremios que estaban en estas tierras le vendían materiales.

"Oh, James, no pensé que fueras tan entusiasta." Dijo Agatha y mirando que otro avión de carga se acercaba, señaló. "Cuando Alice me dijo que te pidió ayuda, pensé que enviarías algunos suministros y no… Esto."

El primer avión trajo a muchas personas y algunos eran mercenarios que estaban encargados de mantener la seguridad, pero los suministros eran numerosos.

Cajas y cajas que cuando se abrían dejaban ver bastantes cosas, desde comida, medicina y materiales de construcción de todo tipo.

El segundo avión también tenía otro gran grupo de personas y trabajadores que bajaron la caja junto a algunos mecánicos que abrieron una caja y ensamblaron varios robots de construcción.

La robótica no estaba tan avanzada al nivel de ser usada en la guerra, pero en la construcción se encontraba bastante avanzado y como si fuera poco también sacaron varias centrales de drones que liberaron decenas de drones.

Algunos drones exploradores, otros drones médicos hasta drones cocineros y constructores.

Lo primero que construyeron fueron los almacenes que se empezó a construir a una alta velocidad gracias a que tenían todo preparado.

Hasta había cajas que sacaron decenas de muebles de todo tipo.

"Había pensado que no vendrías, pero esto…" El gigante no supo qué decir al mirar tal escena.

"Me sorprendió cuando Su Exece… La joven señorita deseaba ayudar a un pequeño pueblo en medio de áfrica, pero aquí estamos." Respondió James Wiley con una sonrisa muy normal.

Su 'aquí estamos' era como si diera la respuesta definitiva ante todas las dudas que alguien podía tener.

Turay tragó sin saber lo que estaba ocurriendo, aunque lo podía suponer al observar cómo se estaban construyendo almacenes temporales.

"¿No habrá problemas con los demás accionistas?" Preguntó Agatha con curiosidad y una mirada seria.

Lo que se estaba dejando ver con esos almacenes y con todo lo que estaban sacando de los dos grandes aviones no era algo a nivel de simple 'ayuda' humanitaria.

Parecían que estaban viniendo para asentarse… Y se notaban preparados para ese objetivo.

"Sí, hubo bastantes problemas por parte de los demás accionistas. Ir a áfrica para asentarse es una locura. Pobreza, peligros con los señores de la guerra O el bosque mágico. Asentados en medio de la nada, teniendo como vecinos a bestias mágicas que por años han sido cazadas y atacadas. Si es una locura." Dijo James asintiendo con seriedad y con una sonrisa, agregó. "Sin embargo, es una oportunidad única. Si fallamos tal vez vayamos a bancarrota y si lo logramos… Seremos unas de las empresas más ricas y replicaremos la hazaña de la Ciudad Atlántida, solo que en medio de áfrica."

Estaba dejando ver su entusiasmo como comerciante y a la vez estaba demostrando la actitud del CEO de unas de las grandes empresas que se formaron tras el 'Gran Cataclismo'.

¿Confiable o seguro? No, solamente audaz y decidido.

Lo suficiente como para convertir a la Empresa Apicius en una multinacional de lo más importante en la actualidad.

"Claro. Solo es una idea y a pesar de que esto parece mucho, solo es una primera y pequeña inversión cuyas pérdidas incluso puedo pagar de mi bolsillo." Comentó James encogiéndose de hombros y dando una mirada seria, reveló. "He logrado recibir la aprobación de los demás accionistas, pero para llevar a cabo tal colosal tarea, primero necesito conseguir el apoyo de la principal accionista. Bueno, la de ella y seguramente su hermana."

Una sonrisa apareció en el hombr.


PENSAMENTOS DOS CRIADORES
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Hoy acabo de terminar "Lord of the Mysteries" y la recomiendo... Quieres otra historia para leer? Esa seguramente te gustara, la recomiendo.

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