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80.64% EL Mundo del Río / Chapter 225: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (35)

Capítulo 225: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (35)

¡Tonterías!

¿Qué? dijo Alice.

No tenemos ni la más ligera idea de lo que está pasando realmente por esa mente retorcida. Aunque no importa si la tenemos o no. Lo que importa es que debe ser detenida.

Sonó un fuerte campanilleo. Burton se sobresaltó, aunque había estado esperando el sonido, y se dirigió a la consola. La pantalla estaba ofreciendo un diagrama de la sección de un nivel de la torre y una pequeña luz brillantemente naranja moviéndose a lo largo de uno de los corredores. En la esquina de la pantalla podía leerse: NIVEL 4, CORREDOR

10.

Los otros se habían apiñado tras él. Frigate dijo:

¿Qué ocurre ahora?

Seguramente acaba de abandonar la habitación en la cual ha sido resucitada dijo Burton. La habitación debía estar pintada, por supuesto, de modo que la exhibición de su pasado no fuera visible para ella, y supongo que la Computadora lo muestra únicamente cuando puede ser visto por el sujeto. Lo que hice fue pedirle a la Computadora que me mostrara dónde se hallaba la exhibición de su pasado. Indudablemente Puñado de Estrellas le había ordenado a la Computadora que no revelara su presencia permitiéndonos sondear los pasillos cerca de donde se halla. Pero una cosa que no puede hacer es impedir que su pasado la acompañe tan pronto como abandone la habitación.

Ella es inteligente dijo Li Po. Pronto se dará cuenta de que tú puedes estar rastreándola a través de la exhibición de ese pasado. Lo que nosotros podemos hacer, también puede hacerlo ella. Le pedirá a la Computadora que le muestre las nuestras.

Sí dijo Burton, pero lo bueno de la Computadora es que aquel que llega primero con su orden puede inhibir las órdenes del otro. Le he dicho que no le muestre dónde estamos nosotros.

Ella lo sabrá cuando la Computadora no se lo muestre dijo Li Po. Eso la hará ser muy cautelosa.

Lo será de todos modos dijo Burton. Pete, ve a quemar el sello de la puerta de Gull. Explícale lo que ha pasado, dale un lanzador de rayos. Necesitaremos a cualquiera que pueda colaborar.

Frigate parecía reluctante a marcharse, pero lo hizo inmediatamente.

No podemos seguir en este lugar dijo Burton. No puede sellarnos la puerta mientras ésta permanezca abierta, pero puede pensar en alguna otra cosa... una máquina robot que nos dispare automáticamente en el momento en que asomemos nuestras cabezas por ella, por ejemplo... así que no vamos a quedarnos.

La luz naranja se detuvo en un pozo, el VC-A3-2.

Eso conduce hacia arriba hasta nuestro corredor dijo Burton. No tenemos mucho tiempo.

Se levantó de la silla de la consola y cruzó la puerta que conducía al pasillo de los dormitorios. Frigate acababa de fundir la materia sellante y estaba aguardando a que se disipara el humo. La puerta de la habitación de Gull se abrió de par en par. Burton gritó:

¡Dile que contenga el aliento y salga inmediatamente de ahí!

Los otros se dirigieron a sus dormitorios y tomaron sus armas y cápsulas extra de energía. Burton observó la pantalla mientras los demás se atareaban en eso. Cuando estuvieron todos de vuelta en la habitación principal, les dijo lo que debían hacer. Gull estaba confuso y no sabía todo lo que había ocurrido, puesto que Frigate solamente había tenido tiempo de hacerle un brevísimo resumen. De todos modos, asintió cuando Burton lo asaetó con unas rápidas instrucciones, y echó a correr.

Todos abandonaron el apartamento, y Burton hizo que la Computadora cerrara la puerta. El apartamento estaba a medio camino del corredor entre dos pozos ascensor. Puñado de Estrellas se hallaba en el piso cuatro, en la entrada del pozo a su derecha, cuando abandonaron el apartamento. Se apresuraron corredor abajo, en dirección al pozo, mientras Alice se quedaba atrás y entraba en un apartamento a la derecha. Allí se quedaría en la zona oscura junto a la puerta, que dejaría entreabierta. Desde allí podría cubrir la entrada del pozo, a unos ciento cincuenta metros de distancia.

Los cuatro hombres se separaron cuando llegaron a un cruce. El pozo ascensor estaba en el centro del cruce, y había enormes entradas en cada esquina para permitir el tráfico de máquinas grandes. Podía entrarse en el pozo por cuatro lados. Li Po y Gull se dirigieron a la derecha y tomaron posiciones en el corredor lateral detrás de puertas parcialmente cerrados a unos treinta metros del pozo. Burton siguió corredor abajo y entró en una habitación a unos treinta metros del pozo. Frigate tenía que dirigirse a la izquierda en la intersección y ocupar su puesto tras una puerta a unos sesenta metros del pozo.

Cuando Puñado de Estrellas abandonara el pozo en aquel nivel, sería el blanco del fuego cruzado de cinco lanzadores de rayos.

La habitación de Burton estaba a oscuras excepto el débil resplandor de la pantalla de la consola de la computadora. Observó la luz naranja, aguardando a que penetrara en el pozo y ascendiera hacia el tercer nivel.

Se está tomando realmente su tiempo murmuró. ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Intentando imaginar todas las posibles trampas? ¿O acaso había perdido los nervios?

Muy temprano aquella mañana, Burton había tomado unos cuarenta kilos de explosivo plástico del conversor e-m. Utilizando su sillón volante para subir hasta la parte superior de las puertas de siete pozos ascensor y a lo largo de sus costados, trabajando furiosamente, había apretado el explosivo alrededor de las entradas de los pozos más cercanos. No había aplicado el plástico a la parte inferior de las entradas porque probablemente Puñado de Estrellas lo vería antes de salir. Cuando hubiera abandonado

el pozo, aunque viera el plástico en los lados, sería demasiado tarde para escapar. Fulminantes de proximidad harían estallar el explosivo.

Era posible que aquello fuera inútil, puesto que ella podía tomar un pozo más distante. Pero si pasaba cerca de una abertura minada, podía provocar igualmente la explosión.

Miró por el corredor al otro lado de la abertura del pozo. Luego volvió su vista a la pantalla. ¡Ah! La luz naranja estaba ascendiendo por las líneas que señalaban el pozo cerca del cual aguardaban.

Se agazapó junto a la puerta. Unos segundos más tarde, un vehículo transparente, en cuyo centro estaba sentada Puñado de Estrellas, apareció ascendiendo a plena vista. Se detuvo, suspendido en medio del pozo, permitiéndole verlo en todos sus detalles. Era muy parecido al sillón blindado que él mismo había construido, excepto que disponía de lanzadores de rayos más potentes que el suyo.

Sólo pudo ver la espalda de la mujer hasta que ella volvió un poco la cabeza, permitiéndole examinarla de perfil. Era inexpresiva.

El blindaje resistiría por un tiempo los rayos de un lanzador a toda potencia. Sólo si el rayo podía ser mantenido un cierto tiempo sobre el mismo punto llegaría a penetrar el blindaje. Y Puñado de Estrellas mantendría su vehículo en movimiento.

Lo más descorazonador era que, si resultaba muerta, sería resucitada en algún otro lugar de la torre. Cualquier victoria de sus enemigos sería tan sólo una media victoria para ellos y un retraso temporal para ella. Sin embargo tenían que luchar, con la esperanza de atraparla antes de que pudiera matarse o resultar muerta. O la de encontrar todas sus esferas de grabaciones y dejarla finalmente en la misma situación en que encontraban ellos: que la siguiente muerte fuera la muerte definitiva.

Burton había esperado que Puñado de Estrellas apareciera en un vehículo blindado, y había confiado que su blindaje absorbiera tan sólo la suficiente cantidad de onda expansiva como para dejarla sin sentido. Era por eso por lo que había rodeado cada entrada solamente con 1,43 kilos de explosivo. De todos modos, no estaba seguro de que no fuera aún demasiado para lo que quería.

¡Adelante! dijo. ¡Adelante! ¿A qué estás esperando?

En el momento en que el vehículo avanzara desde el centro del pozo hacia la abertura, él retrocedería y, apretando los dedos contra sus oídos, se pegaría a la pared fuera del camino de la onda de choque directa. Los demás harían lo mismo.

Finalmente, Puñado de Estrellas se decidió. Había mirado al corredor directamente frente a ella y visto que todas las puertas de las suites estaban abiertas excepto una. Sabía que aquella puerta era la de Burton, y esperaba que supusiera que los cincos estaban dentro. Su rápido examen de los otros corredores que formaban ángulos rectos con el que tenía delante le había mostrado que todas las demás puertas a ambos lados estaban abiertas. Así era siempre en todos los lados de la torre.

Satisfecho al ver que se encaminaba hacia la salida, Burton retrocedió unos cuantos pasos de la puerta. Luego perdió el conocimiento; nunca oyó la explosión.

Cuando volvió en sí, sus golpeados sentidos aún no recuperados del todo, estaba tosiendo en medio de la ardiente humareda que le rodeaba. Se sentó, apoyando la espalda contra la pared, e intentó ponerse en pie, pero no lo consiguió. Sus fuerzas le habían abandonado, y sus sentidos estaban tan dispersos como unos excursionistas domingueros ante la repentina aparición de un oso. Cuando consiguió ponerse finalmente en pie, cruzó tambaleante la habitación, cuyo aire empezaba a aclararse un poco a medida que los acondicionadores absorbían el humo. La pantalla seguía brillando, mostrando la pequeña esfera naranja avanzando hacia él por el corredor perpendicular al suyo. Se dio cuenta vagamente de que allí era donde estaban apostados Li Po y Gull.

Al menos, sabía quién era él y dónde estaban él y los demás. Sus movimientos eran lentos, sin embargo.

Salid de ahí, atrapadla dijo. Sus labios se habían movido conjuntamente con su pensamiento, pero no pudo oír su propia voz, del mismo modo que no podía oír las voces de sí mismo y de Isabel, su esposa terrestre, en la exhibición de su pasado en la pared al lado de la puerta.

Cuando consiguió alcanzar la puerta, podía pensar ya con la suficiente claridad como para saber que algo había ido mal. La explosión había sido mucho más violenta de lo que hubiera debido ser. ¿Era posible que hubiera calculado tan mal, o se había producido algo imprevisto?

Se miró a sí mismo junto a la puerta, se dio cuenta de que había dejado caer el lanzador de rayos, retrocedió para recogerlo, y regresó a la entrada. El humo era ahora un velo tenue. Pudo ver las esparcidas piezas del vehículo en el suelo. La esfera había sido hecha de algún material inastillable. El explosivo que rodeaba la abertura más cercana a Burton había desaparecido. Probablemente, una pieza de la máquina había salido disparada hacia aquella abertura y había activado el fulminante. La explosión adicional había doblado el efecto de la onda de choque, pero incluso así aquello no era suficiente para explicar la violencia que lo había dejado sin sentido.

El vehículo debía haber contenido también una apreciable cantidad de explosivos, que habían estallado también cuando la trampa de Burton entró en erupción. O quizá fuera una coincidencia que los explosivos en el vehículo hubieran estallado en el momento preciso en que el vehículo cruzaba la entrada del pozo.

La cosa que operaba el vehículo había sido un androide, el duplicado exacto de

Puñado de Estrellas, que ésta había enviado por delante para ser sacrificado.

La cabeza de Burton seguía doliéndole. Sus pensamientos habían estado ascendiendo una empinada ladera, luchando por alcanzar la cima, donde pudieran reafirmarse y volver a ser una fuerza potente. La mayoría de ellos habían alcanzado ya esa cima, pero todavía no se habían organizado. ¿Por qué la exhibición del pasado había acompañado a la mujer falsa y no a la auténtica?

Lentamente, se le ocurrió que ella debía haber hecho salir primero al androide. Y la idiota de la Computadora, identificándolo como la auténtica Puñado de Estrellas, había enviado la exhibición de su pasado con él. Entonces la auténtica mujer había salido de su escondite... debía haber ocultado sus rasgos con una capucha o una máscara... y había subido por un pozo no minado.

Y allí estaba, girando la esquina de la intersección del corredor donde estaban apostados Li Po y Gull. Iba, como era de esperar, dentro de una máquina volante esférica blindada, un duplicado de la del androide. Si había ido enmascarada, no lo iba ahora. Al contrario del androide, su rostro era expresivo, exhibiendo una sonrisa demoníaca en unos labios que se agitaban lentamente, como si estuviera hablando consigo misma.

La máquina llegó al centro del corredor justo más allá de las paredes del pozo podía ver a través de sus aberturas y se detuvo, luego dio un cuarto de vuelta para enfrentarse al otro corredor. ¿Qué les había ocurrido a Li Po y Gull? ¿Estaban aún inconscientes por la explosión? ¿O la habían atacado estúpidamente cuando ella pasó por su lado? No tenía forma de saberlo; seguía sordo a cualquier sonido.

La máquina, moviéndose a unos dos metros por encima del suelo, llegó delante de la puerta cerrada. Se detuvo y se giró. Una especie de cañón brotó de una caja debajo del asiento, atravesó un orificio en la esfera, y escupió líquido violeta. Los procesos mentales de Burton seguían siendo aún torpes; hubiera debido reconocer inmediatamente el fluido como sellante. Estaba emparedando a la gente que creía que se hallaba aún en la suite. O, aunque no estuviera segura de que estaban allí, debía realizar aquella operación de todos modos.

Vio la oscura cabeza de Alice asomarse por su entreabierta puerta. Retrocedió inmediatamente después de echar una muy rápida mirada. Puñado de Estrellas,

enfrascada en mover el vehículo a lo largo de los lados de la puerta de la suite de Burton, no la vio.

Podía distinguir una mancha brillante en la pared al lado de Puñado de Estrellas. Debía ser la exhibición de su memoria. La Computadora, después de que el androide desapareciera en la explosión, había pasado la imagen a la auténtica mujer. Ahora que estaba acercándose a su asesino objetivo, no le importaba que supieran quién era. Quizá deseaba que lo supieran, a fin de que se aventuraran a salir y atacarla.

Li Po, con un lanzador de rayos en la mano, apareció a la vista de Burton. Viendo a la mujer, retrocedió Era una suerte que Puñado de Estrellas no lo hubiera visto ni a él ni a su pasado, que debía haber aparecido en la pared opuesta.

Había una pequeña cámara de televisión montada en la parte izquierda del vehículo. Puñado de Estrellas debía estar en comunicación con la Computadora, y debía estar utilizándola para averiguar si los cinco estaban libres y, si lo estaban, para seguir su rastro.

Por aquel entonces, el líquido violeta se había endurecido lo suficiente sobre la puerta y la zona de la pared que la rodeaba. Burton esperaba que ella regresara con su máquina por el mismo camino por el que había venido, pero no fue así. En vez de ello, empezó a repetir la operación de sellado. Evidentemente, deseaba que la puerta quedara doblemente inamovible.

Burton tenía un minuto, quizá dos, antes de que ella empezara a buscar. Se dirigió al conversor e-m y le dio instrucciones a la Computadora. No le preocupaba el que Puñado de Estrellas pudiera estar escuchando o fuera capaz de saber sus actividades o localización en aquel momento. Hacía tiempo que le había ordenado a la Computadora que no le revelara a ella nada acerca de él o de sus compañeros. Puñado de Estrellas podía hacer registrar todas las habitaciones de la torre, y no obtendría ninguna imagen de aquélla. De todos modos, la negativa de la Computadora de registrarla le proporcionaría un conocimiento negativo Si él no estaba en las habitaciones registradas, entonces debería estar en una de las otras.

Abrió el conversor, se inclinó, y recogió con una mano una masa pastosa y gris, un kilo y medio de explosivo plástico. Tras llevarlo a la puerta y colocarlo en el suelo, regresó al conversor. Cerró su puerta; dos segundos más tarde, la abrió. El fulminante de proximidad estaba en su suelo. Volviendo a la puerta de la habitación, insertó la larga y delgada varilla de metal que surgía de la pequeña caja metálica en el centro de la masa.

Activó el fulminante con la voz, y miró de nuevo al exterior.

¡Oh, Dios mío! exclamó. De alguna forma, Puñado de Estrellas había averiguado que Alice estaba en la otra habitación, quizá mediante un detector de calor-y-sonido. Alice había hecho lo único que podía hacer, cerrar la puerta con un código. Y Puñado de Estrellas la estaba sellando.

Burton saltó de detrás de la puerta, apuntó el lanzador de rayos, y vio el rayo, una brillante línea escarlata con un diámetro de cinco milímetros, brotar del bulbo al extremo de su arma y golpear contra el lado de la esfera transparente. Si el rayo hubiera conseguido atravesar el blindaje, hubiera atravesado la cabeza de Puñado de Estrellas cerca de su oreja izquierda. En vez de ello, la protección empezó a brillar en aquel punto, y la mujer lo vio inmediatamente. Accionó un control en el tablero de mandos junto a su mano derecha. El vehículo, girando, se apartó de la puerta, se detuvo, y se lanzó contra Burton.


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