LA OSCURIDAD SE EXTIENDE POR EL CIELO, eclipsando las rayas pálidas de la luz que formaban un abanico desde el horizonte. Caminé a toda prisa hacía la salida del parque. Podía ver las puertas delante de mí. Casi allí, empujaba entre el acumulo de gente abriéndome una franja entre la multitud cuando me paro en seco. A menos de doscientos metros de distancia, Scott se acercó a las puertas, sus ojos recorrieron el aplastamiento de los cuerpos que se vertían dentro y fuera de las puertas. Él había descubierto que yo había escapado del cuarto de baño y bloqueaba la única salida del parque. Una alta valla de malla con alambre de púas rodeaba el parque, y la única manera en que podía huir era a través de las puertas de salida. Yo lo sabía y Scott también.
Me volteé bruscamente y me introduje entre la multitud, miraba hacía atrás cada pocos segundos asegurándome que no me había visto.
Me abrí paso en el parque, suponiendo que Scott aún estaba en el último lugar donde lo había visto, en las puertas. Mi mayor interés era estar lo más lejos posible de ellos.
Podría esconderme en la oscuridad de la casa de la risa hasta que llegase la policía, o podía subir al paseo del cielo y sobre el parque podría ser capaz de ver a Scott y mantener la vista sobre él. Mientras Scott no levantase la vista, estaría bien. Por supuesto que si él me viese, no tendría duda que estaría esperándome al final del paseo. Decidí seguir moviéndome entre la mayor cantidad de gente, donde hubiese más trafico y esperar por esto.
Había una división en el paso de peatones en la rueda de la fortuna, una de las rutas se desviaba hacía el paseo de agua, mientras que la otra llevaba a la montaña rusa del arcángel.
Me acababa de virar cuando veo a Scott, él también me vio. Estábamos en caminos paralelos, tan sólo el teleférico del paseo del cielo nos separaba. Un chico y una chica se sentaron en la silla, esta se balanceo, rompiendo momentáneamente el contacto visual que tenía con Scott, así que tomé ese momento para correr.
Me abro paso entre la multitud, pero los pasillos están congestionados, lo que hace imposible moverse rápido, tengo que parar y seguir. Peor, las calles de esta sección del parque están llenas de altos arbustos, exprimiendo aún más el tráfico por el laberinto que está lleno de torceduras y vueltas.
No me atreví a mirar detrás de mí, pero yo sabía que Scott no podía estar muy lejos. Él no intentaría nada frente a toda esa gente ¿O si? Negué con la cabeza para eliminar aquel pensamiento y me m concentré en mi camino.
Había estado en Delphic antes, sólo tres o cuatro veces, siempre de noche, por lo que no sabía que el diseño era así. Me podría haber golpeado por no haber tomado un mapa del camino. Encontré absurdo e irónico que hacía treinta segundos yo había estado huyendo de la salida; ahora tomarla era la única cosa que tenía en mente.
—¡Hey! ¡Cuidado!
—Perdón —dije sin aliento —, ¿Qué camino es el de salida?
—¿Donde está el fuego?
Me abrí paso entre la multitud. "Disculpe, tengo que pasar, permiso". Por encima de los arbustos, las luces de los paseos ardían y brillaban sobre el fondo de la noche. Me detuve en una intersección, tratando de orientarme. ¿Izquierda o derecha? ¿Cuál aseguraría mi existencia?
—Aquí estás—el aliento de Scott calentó mi oído.
Él puso su mano en mi cuello enviando escalofríos que rebotaron hasta mis huesos.
—¡Ayuda! —grité por instinto—, ¡Alguien que me ayude!
—Mi novia—Scott explicó a las pocas personas que habían hecho una pausa suficiente para dirigir su atención hacía nosotros —, este es un juego que solemos jugar.
—¡No soy su novia! —grito presa del pánico—. ¡Quita tus manos de mí!
—Ven aquí, encanto —Scott me atrapó entre sus brazos manteniéndome presionada a él —, necesito el anillo, Nora, no quiero hacerte daño, pero lo haré si tu lo haces.
—¡Aléjenlo de mí!—grité a alguien que pudiese escucharme.
Scott puso mi brazo detrás de mi espalda. Hablé entre dientes tratando de combatir el dolor.
—¿Estás loco? —dije —. Yo no tengo el anillo, se lo dí a la policía anoche.
Ve y consíguelo con ellos.
—¡Deja de mentir! —gruñó.
—Llama tu mismo. Es la verdad, se lo dí a ellos, ya no lo tengo —cerré los ojos rezando para que me creyese y me soltase el brazo.
—Entonces vas a ayudarme a recuperarlo.
—Ellos no me lo entregarán. Es evidencia y les dije que era su anillo.
—Lo devolverán —dijo lentamente, como si estuviese formando su plan—, si negocio por el anillo.
Entonces todo hizo clic y se puso en su lugar.
—¿Qué me vas a mantener como rehén? ¿Me negociarás por el anillo? ¡Ayuda! —grité —, ¡Alguien, aléjelo de mí!
Una de las personas que estaba cerca se rió.
—¡Esto no es una broma! —grité, sintiendo la sangre subiendo a mi cuello, el terror y la desesperación raspándome. "Quítalo—"
Scott tapó mi boca con su mano, pero yo tenía mi pie levantado, entonces le dí una patada en el tobillo. Soltó un grito de dolor, torciéndose hacía delante por la mitad. Sus brazos se aflojaron un poco ante la sorpresa del ataque, me había liberado a mi misma. Miré hacía atrás y vi su rostro agónico, me giré nuevamente y me largué, viendo entre la muchedumbre los juegos, todo lo que tenía que hacer era distinguir, la policía tenía que estar cerca. Entonces yo estaría segura. Segura. Repetí la palabra frenéticamente como motivación para mantener mi cabeza y no sucumbir ante el pánico.
Había una luz pálida en el cielo, en la zona oeste, con esto me orientaría hacía el norte, pues si continuaba hacia el norte y seguía la ruta no tardaría en encontrar las puertas.
Una explosión destrozó mi oído, me sorprendió tanto que tropecé y caí de rodillas. O tal vez había actuado de manera refleja, porque había otros a mí alrededor que también se habían dejado caer al pavimento. Hubo un momento de escalofriante calma en que se me erizó la piel, y luego todo el mundo estaba gritando y luchando en todas las direcciones.
—Tiene un arma de fuego—las palabras borrosas sonaban a lo lejos.
A pesar de que una parte de mí no quería, me encontré dando vuelta atrás.
Entonces vi a Scott que se agarraba fuertemente, mientras un líquido rojo vivo afloraba por su camisa. Su boca estaba abierta y sus ojos amplios en evidente estado de shock. Cayó sobre una rodilla y vi a alguien a varios metros detrás de él, con una pistola. Rixon. Vee estaba a su lado, sus manos estaban sobre su boca y su cara era tan blanca como una hoja.
Hubo una estampida caótica de gente caminando adjunto al pánico y a gritos escalofriantes, me escabullí hacía un lado del camino evitando ser pisoteada.
—¡Está huyendo! —oí gritar a Vee —, ¡Qué alguien lo atrape!
Rixon disparó varias veces, pero no le dio a nadie. La prisa por salir se había intensificado, me levanto y miro hacía donde había visto por ultima vez a Rixon y Vee.
El eco de los disparos aún resonaba en mis oídos, pero he leído las palabras que salieron de los labios de Rixon. Aquí. El movió su brazo por el aire, lo que pareció un movimiento lento. Luché contra la corriente de personas y corrí hasta él.
—¿Qué demonios? —Vee chilló —. ¿Por qué le has pegado un tiro, Rixon?
—Arresto ciudadano —él dijo—, bien, eso me dijo Patch.
—No puedes disparar a la gente porque Patch lo dice —dijo Vee con una mirada devoradora—. ¿Qué vamos a hacer ahora? —gimió.
—La policía está en camino —dije —, saben sobre Scott.
—Tenemos que salir de aquí —dice Vee que estaba aún histérica, agitando sus brazos, girando una y otra vez desde donde había empezado.
—Tomaré a Nora en la estación de policía. Rixon ve a buscar a Scott, pero no le dispares de nuevo ¡Átalo como la vez anterior! —señala Vee.
—Nora, no puedes usar las puertas—dijo Rixon—, Eso es exactamente lo que él esperará, sé que hay otra salida. Vee, toma el neón y reúnete con nosotros en el extremo sur de la playa, cerca de Dumpsters.
—¿Cómo vas a salir? —Vee preguntó.
—A través de los túneles subterráneos —respondió Rixon.
—¿Hay túneles bajo Delphic?
Rixon la besó en la frente.
—Date prisa, cariño—dio como respuesta.
La multitud se había dispersado, dejando la calle vacía. Todavía podía oír los ritos de pánico resonando por la calle, pero sonaba a un mundo de distancia.
Vee dudó un momento, pero luego asintió con su cabeza.
—Sólo date prisa ¿de acuerdo? —pidió Vee.
—Hay un cuarto de máquinas bajo la casa de la risa —Rixon me explicó mientras caminábamos a toda prisa —, tiene una puerta de acceso a los túneles de Delphic, quizá Scott haya oído hablar de los túneles, pero si se da cuenta a donde hemos ido y nos sigue no hay manera que nos encuentre, abajo es un verdadero laberinto y continúa por varias millas—dio una sonrisa nerviosa—. No te preocupes, Delphic fue construido por ángeles caídos. Yo no, en particular, pero si ayudaron algunos de mis compañeros, me sé las rutas de memoria. Hum... en su mayoría.