Capítulo 20: Antídoto
"I wanna be alone. Alone with you, does that make sense?"
Luego de entrar a casa, mis padres me recibieron con gusto y tuve una pequeña plática con ellos de "cómo estuvo la película" y qué tal me la pasé con Alice antes de que se quedaran tranquilos y yo pudiera subir a mi cuarto. Tenía sólo cinco minutos antes de reunirme con Edward en mi cuarto así que me dirigí con rapidez hacia el baño y , una vez ahí, me puse la pijama y me quité el poco maquillaje que tenía antes de lavarme la cara y cepillar mis dientes.
Una vez que regresé a mi habitación, lo primero que vi al abrir la puerta fue a Edward, el cual se encontraba sentado en mi escritorio con una sonrisa pícara en el rostro y se limitó a mirarme mientras yo observaba mi cuarto con sorpresa: pues, en menos de cinco minutos, él había limpiado mi cuarto por su cuenta y lucía impecable.
— ¿Acaso limpiaste todo esto tú sólo en cinco minutos? Dime dónde está el truco, ¿Hay ropa debajo de mi cama y basura en los cajones?
— Cuatro minutos, de hecho. Y no, no hay truco pero si quieres también limpio tus cajones. — dije riendo por lo bajo mientras se acercaba a mí
— ¡Los cajones no son el problema! Creí que teníamos un trato. — dije en un tono de enojo falso y con un ceño fruncido fingido.
— Bueno ya, para de quejarte de mi excelente servicio, lo hice porque quiero verte mañana en la escuela y para eso necesitas descansar bien. Es muy tarde y de hecho deberías estar en la cama ya.
— De acuerdo, ya paro. Pero sólo iré a la cama si vienes conmigo…
— ¡Qué buen trato! — respondió y en cuestión de segundos ya estaba a mi lado, luego me levantó en brazos como un bebé o una recién casada para finalmente depositarme delicadamente en la cama y cubrirme con las mantas luego de echarse junto a mí.
Charlamos un rato acerca de la escuela y también de nuestras vidas personales con la intención de conocernos un poco más. Veinte minutos después, apagué mi lámpara dejándonos sumidos en completa oscuridad y silencio.
— Edward.
— ¿Sí pequeña?
— Yo te… Yo te-te amo… — dije titubeando y entre tartamudeos a causa de los nervios que me provocaba hacer tal confesión.
— Dulces sueños Lizzy. — respondió secamente luego de soltar un largo suspiro y mientras besaba mi frente con un intento de ternura.
— Serás idiota… ¿Pretendes jugar conmigo o con mis sentimientos? Porque te está saliendo de maravilla.
— ¡¿Qué?!, ¡Ninguna de las dos! ¡Por supuesto que esto no es un juego para mí.
— Mientes, ¡¿Cómo quieres que lo tome si me ignoras totalmente cuando te digo que te amo?! Digo, no esperaba que sintieras lo mismo que yo al pie de la letra o que ya estés enamorado de mí como yo pero tampoco tenías que darme mi avión, ¡Eso no es justo! Aparte…
— Shhh. — dijo interrumpiéndome antes de intentar besarme.
— ¡No!, ¡Aléjate de mí imbécil!
— ¡Jamás! Lizzy, por favor deja de exagerar las cosas y deja que te explique lo que pasa. Todo esto no es más que un malentendido, prometo que no es lo que piensas. — dijo mientras me cobijaba entre sus brazos nuevamente.
— Bueno, ¡Entonces explícame que me desespero! ¡Y no quiero excusas sin sentido como el tiempo y esas cosas porque…!
— ¡Nunca antes había amado a alguien! ¿Okay? ¡Es por eso que estoy tan confundido! Estoy enamorado de ti Elizabeth, ¡Te lo juro! Me vuelves loco, eres como el antídoto que acaba con el veneno de mi sufrimiento y mi soledad, la dopamina más dulce que mis labios han probado jamás. No quiero perderte Lizzy, pero tengo miedo de perderte apenas comience a aferrarme a ti… — dijo a punto de romper en llanto pero de la manera más dulce y romántica que había escuchado jamás.
— Ay, cariño… No vas a perderme, ¡Te amo!
— ¿Pero y qué si tu…?
— Shhh. — dije callándolo como él lo hizo antes y luego lo besé liberando toda la tensión contenida de la manera más apasionada que pude.
Diez minutos después, de acuerdo con la pasión y euforia del momento, fuimos deshaciéndonos poco a poco de nuestras ropas y nuestros miedos hasta que finalmente hicimos el amor por primera vez. Pero, antes de ello, él culminó todos mis miedos restantes diciendome suavemente al oído: "Ya no me quedan más dudas, ¡Te amo Elizabeth Denker!"
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