21
"Me levanté el día está *feo*, el cielo es gris, no encuentro en mi cuarto a la señora inspiración, la casa está sola. Ya estaba listo, así que salí a tomar el bus. En la calle la gente caminaba de manera muy singular. Solo sus piernas se movían y el resto del cuerpo congelado, como estatuas andantes ,sin expresión, sin vida.
Espere en la estación el bus, me senté allí y se hizo claro que estaba solo, no había ni siquiera brisa que empujara las hojas. A mis espaldas, estaba el parque pequeño, esta vez solo era tierra seca. Sentía un hilo frío en la espalda, que subía y bajaba, dándome desconfianza, ansiedad y temor.
Llegó el bus y me subí apenas me abrieron, salió un hombre con una bolsa en la mano llorando desesperado. Inmediatamente bajo el hombre y se cerraron las puertas del bus y se apagó la luz del mismo. visualice mi entorno y las sillas estaban todas ocupadas por personas rígidas, habían tablas en las ventanas en vez de cristal. Cosa que era inquietante.
A Través de la puerta vi el único realmente humano, el señor que estaba llorando, quién se sentó en la silla de la estación donde yo me había sentado y tras de él llegó el tipo vestido de negro y que no tiene rostro. El maldito de las pesadillas.
Saca su puñal y en la espalda, daña numerosas veces al hombre. Nadie en el bus reacciono, solo se prendió el bus y arrancó nuevamente; no pude finalizar de ver la escena.
Un camino extenso, yo y las estatuas humanas. bajé de ese bus y llegué a la escuela; entré al aula, todo estaba muy deteriorado y tétrico. Vi en las ventanas rejas, barrotes, se cerró la puerta con fuerza rápidamente.
Por las ventanas se veía la lluvia, que causaba inundaciones.
El maestro estaba pegado a la pared dándome la espalda, se encendieron las luces blancas y con ello se dio la vuelta el maestro, como era de esperar, nuevamente el tipo. Fue avanzando por las filas de la mitad y daba puñetazos, codazos, tomaba del cabello a mis compañeros, para después estrellarlos contra los pupitres, veía en ellos las magulladuras y la sangre. Uno por uno, los lastimaba y botaba algunos al suelo con patadas o empujones. Ni una queja escuché, ni un movimiento. Todos eran autómatas. Se acercaba a mi lentamente al tiempo que agredía a los muchachos. Corrí a la puerta y esta no abría, de la puerta promino un rostro, no podía discernir si era de un hombre o una mujer, era como el de una estatua griega, que parecía estar observando al frente.
Acabó la última fila y se me hizo en las espaldas, sentía el horror, se formaron bolas en su rostro de negro y relieves que variaban y se movían cada vez más agresivamente; desapareció el rostro de la puerta, como hundiéndose en ella; entonces me tomó del cabello el tipo para después golpearme contra la puerta, una otra y otra vez.
Mis golpes no tenían efecto, por otro lado los suyos me mareaban y me hacían perder fuerzas.
En ese momento mis compañeros se levantaron del suelo y se dirigieron a mí.
De tantos golpes que me dió contra la puerta, el último que recibí fue una patada en las costillas, que padecí considerablemente, pero me permitió romper la puerta con mi cuerpo y escapar. Por todas las puertas del largo pasillo se dirigía gente a mí, por las ventanas. No había luz y corría por el pasillos golpeando a quien podía, haciéndome el espacio. Al final de pasillo estaba la puerta de las escaleras, corrí a ella, escapando del alcance de todos esos estudiantes que me seguían. Estaba apunto de llegar, apenas puse mi mano en la perilla, apareció nuevamente el rostro. Habían dos puertas más a ambos lados, mire a la pared de la izquierda y en esa puerta otra vez el rostro; en la puerta de la derecha también; mire atrás y no había pasillo, una pared y una puerta en medio. Estaba en lo que parecía un ascensor, rodeado de puertas y todas con esa cara. No podía pasar por ninguna. Al rato de estar pensando en qué hacer. Desapareció el rostro en una puerta, la cual sin dudarlo, me avalance para abrirla.
Había solo arena, era de noche, hacía un frío refrescante, a la distancia, en medio del infinito desierto vi una villa, pequeña y muy iluminada, sobre ella la luna, se veía muy cerca. Me dirigí allí, mientras caminaba por la hermosa arena. Al llegar, a mía alrededores vi casas hechas en pasta, personas y animales hechos de papel (llenos de letras), otras eran bolígrafos andantes. Era como un mundo de origami, con hojas escritas; entre ellas vi nombres importantes como Johannes Gutenberg, Isaac Newton, Karl Benz, Einstein, Charles babbage, Gandhi, Luther King. Entre otros; vi en algunas espaldas o pechos fechas importantes como el 29 de julio del 69, 12 de octubre del 1492. Entre miles otras tantas. Esa villa estaba hermosa, en la calle esos seres de papel tocaban instrumentos, Saxo, piano, violín, otros guitarra, maracas; saludaban a todos y todos me saludaban. Las luces que iluminaban estaban suspendidas por todo el aire y se movían, eran como luciérnagas y estrellas. En un café de esquina hecho de cartón (que se llamaba 100 años de soledad), cuyo cristal de las ventanas estaban ausentes, pude acercarme y ver a través de sus miradores. Personas de papel bebiendo de copas vacías, algo. Las demás casas, conjuntos y locales tenías nombres de obras literarias populares.
Era un pequeño pueblo increíble, había una fuente que regaba, algo que tenía más o menos la idea de que era, por que también se veía vacía; estatuas igualmente de origami que tenían frases célebres, como: "si muriera mañana, yo hoy todavía, plantaría un árbol.", "All we need is love.", entre otras. Fauna, flora de papel y objetos como plumas, bolígrafos y tinteros, caminando como comunes peatones.
Camine por ese pequeño pueblo, apreciando toda esa belleza. Increíble, todo basado en cosas reales. La noche infinita y la luna distante.
Me hablaron distintas escrituras en distintos idiomas y me tomaron de la mano, me llevaban a ver sus cultivos de letras, de ideas. Otros me ofrecían tomar la invisible pasión en las copas que así pareciera. no estaban vacías. Se reunieron en la fuente donde estaba yo y cantaron varias canciones mientras bailaban alrededor, sensuales hojas con todo tipo de letras y olores me coqueteaban. Se me acercó un personaje era alguien de origami, con olor a libro nuevo, pero a diferencia del resto, en su cuerpo no había ni una letra.
—Hola Juan Camilo
—Hola, ¿Dónde estoy?
—Estás aquí para ayudarme a encontrar mi futuro
—¿Qué?—me reí con confusión
—¿Vez el cielo?
—Sí, claro, allí está la luna—Respondí
—Pues hoy es mi día, hoy llega el indicado y con él subiremos a la luna. Es el momento que esperaba toda la villa, soy el único sin razón.
—¿A mí te refieres?
—Si, ayudame. ¿Cómo podemos subir a ella?
Me detuve a pensar.
—Un momento, creo que eres tu el que debería saber, pues vives aquí.—le dije en tono cómico
Nos quedamos en silencio.
Se acercó un ser de papel, completamente opuesto al que me hablaba. Párrafos por todo su cuerpo, era de color cálido y tenía olor de libro viejo.
—Vengan conmigo.
Lo seguimos, su casa no tenía reja, ninguna casa tenía puertas, a la entrada una fuente, llena de "pasión" como mi abuelo me había dicho en sueños pasados, está cuando hay en cantidades tan superiores alumbra, sin dejar la transparencia; parecía una especie de oro líquido y muy cristalino que ilumina sus bordes. Pasamos a la casa enorme y habían millones de libros en ella.
Dijo el anciano:
—esto lo necesitaran—Me entrego 1 libro que encontró en su biblioteca— vas a entender su utilidad. Es mágica, utiliza la fuente.
Con la mano me hizo gesto de despedida, como si nuestra presencia ya le estuviera estorbando.
—okay, muchas gracias.—dije, para darme la espalda he irme con el joven hombre de papel.
El libro carecía de mensaje en la pasta, no tenía portada, así que, siguiendo el consejo final del anciano me agache frente a la fuente y con mi mano tome una poca cantidad, la esparcí sobre el libro. Así no se viese la sustancia, se sentía como agua. Dio origen a una imagen en la portada, era una luna.
—Mira esto —le dije al hombrecito
—Si, esa sustancia mágica la puedes utilizar para revelar la utilidad del libro y darle origen a su funcionamiento.
—¿Cómo?—cuestioné
—Si mojas un poco la portada, entenderás su función y si lo sumerges, la pones en marcha.
Sumergí el libro inmediatamente en la fuente, este se deshizo en ella, un parpadear fue lo necesario para sentirme desconcertado. Después de que el libro se desintegró, supe qué hacer, esa era la función del libro, darme a entender cómo poder bajar la luna y para ello iba a necesitar otros dos libros.
Corrí a la biblioteca y tomé los otros 2 libros. Ya sabía para qué servían y cómo servían.
—Ven conmigo, rápido.—dije al hombrecillo
Salí de la villa rápidamente y caminamos por varios minutos por la arena, hasta llegar a la orilla un gigantesco mar. Casi transparente solo sus bordes generaban luz, era la sustancia "pasión" nuevamente. Habían varios botes alejados del canto del líquido.
—ayudame y pongamos uno a flotar.
—listo—me respondió
Pusimos el bote sobre el agua y nos subimos. Con las manos remé hasta llegar bajo la luna. Allí tome los dos libros y até las cintas separadoras que pasaban por todo el lomo del libro y salían por la cabeza; los dejé en el bote y me lancé al mar, su contenido era inmóvil y casi transparente, estaba oscuro donde yo nadaba, me hundí un poco y observé la luna cercana, bajo la superficie de espejo, pude aislar un poco su brusco brilló, lo suficiente para analizarla un poco y memorizar sus más enormes orificios, que parecían de queso.
Me subí a la barca y tomé los libros, limpie sus portadas y en uno había un ancla, el otro tenía un gancho y un lazo. El objetivo era simple, iba a tomar el libro del gancho y la soga, lo sumerjo en la sustancia para activar su función (materializar el gancho y la soga), luego mandarlo a la luna hasta engancharla; por último tomar el libro del ancla y sumergirlo en el agua para que una vez materializada se hunda y hale la luna acercándola a mí. Tomé los libros de los separadores, los amarre para así unirlos. Sumergí uno, el otro no, en ese momento irradio muy fuerte una luz creada por el contacto y al sacarlo, ya no era un libro, era una soga que tenía un gancho en un extremo (su otro extremo estaba anudado con el separador del libro del ancla); Calculé y utilicé mi memoria para recordar el orificio más grande de la luna y con fuerza tiré el gancho, espere si bajaba, pero no llegó, entonces hale la soga y se tensó. ¡Excelente!, Faltaba solo un paso, tomé el otro libro que ahora estaba unido de su separador a la soga y lo tiré al mar, dejándolo caer, para que iluminase con poder unos segundos y luego continúe cayendo hasta el fondo como una pesada ancla atada a la cuerda. La luna descendió, metros y metros, la tenía a 3 pisos de distancia ahora.
Sí con dos libros basta para bajar la luna, con una biblioteca se podría cambiar el universo.
— Súbete a mis espaldas y cógete fuerte
— Bueno— dijo entusiasmado mi compañero.
Hizo lo solicitado y salte de la barca, a la cuerda, la empecé a subir, hasta llegar al orificio enorme y entrar.
Ambos empezamos a caminar por los conductos lunares, era muy oscura por dentro, casi totalmente negro todo. Con unos cuantos pasos llegamos a su corazón. Había lo que parecían ser varios cuerpos organizados.
—Bueno. Ya estamos aquí— Dije—. ¿Y ahora?
—Ahora sabremos qué nombre y que sentido llevaré. Vamos y observemos más de cerca.
Ya aproximados a los objetos que habían, el piso era una tabla de ajedrez y sus fichas, ya no eran peones, eran animales, leones, lobos, entre otros; todo era conformado por distintas especies animales, a excepción de los alfiles y la reina que eran humanos; el rey faltaba. todos tenían gestos agresivos mirando al otro lado de la tabla. Pero en la mitad de esta había un enorme muro gris, que tenía una puerta con ese mismo rostro que nunca me deja pasar. Divagamos y no vimos nada más que esa puerta cerrada, además de unos agujeros de luna que dejaban que la tenue iluminación del exterior aclarara de manera pobre, pero útil la habitación. en la distracción me puse en la posición del rey, está tenía una baldosa que al presionarla abrió la puerta.
—¡Ey!, quiero entrar, párate aquí.—le dije al muchacho de papel
—Esta bien
Se puso de pie y esperé, pero no pesaba lo suficiente para activar la puerta. Era yo el único que la podía pisar.
—Bueno, yo la piso y vas tú, ¿De acuerdo?—le dije
—Si señor.
Pisé la baldosa y la puerta se abrió, el hombrecillo siguió. Su interior era oscuro, se perdió en la sombra y se cerró la puerta, fuertemente. Con la cara en su centro, Ni Saltando en la baldosa la puerta quería abrirse, me dirigí a ella y grite.
— ¿¡Cómo está todo!?
Ninguna respuesta, repliqué:
—¿¡Me oyes!?
Sin contestación, golpee la puerta cada vez más fuerte, me paré, para darle patadas.
—¡Ábrete maldita!
Le di golpes al rostro que salió de ella.
—¡Quítate!, ¿Que diablos es lo que quieres?
Inexpresivo, se hundió hasta desaparecer lentamente, se abrió la puerta y cayó el hombrecito de papel al suelo, me alcance a quitar. Acostado, totalmente inerte sobre el tablero de ajedrez, tenía con letras que parecían haber sido escritas en fuego, tenía escrito: "El Gringo"
Se parecía mucho a mi letra y veía en ellas la candescencia y sus rastros, después de leer claramente se expandieron esas partes incendiarias, se prendieron en llamas frente a mi, desintegrando a ese personaje que me acompañaba. En la grabe risa del fuego, lo observaba desaparecer, comenzó el exterior a tronar y a llover.
De la puerta salió el tipo de negro, para concluir de manera lógica "el Gringo" pisando el cuerpo de papel que apenas eran cenizas y dirigiéndose a mí en amenazante compostura.
Quise correr por donde había entrado, corrí hasta perderlo de vista, sin saber por dónde se había ido, al momento que llegue y quería bajar por la cuerda, este ya la había cortado, la luna está empezando a ascender. Me devolví rápidamente y nuevamente me había atajado, me cerró el paso a la zona del ajedrez. Se abalanzó sobre mí y sin dudarlo, me tiré por el primer agujero de la luna que encontré, en lo que me arrastraba, alcancé a sentir como tomó mi zapato y se quedó con el, pero no me atrapo.
Caí al mar y nadé hasta el bote, con las manos remé, a causa de la casi ausente densidad de ese fluido, fue sencillo. Me dirigí sintiendo como me cubría la húmeda arena el desnudo pie, hasta llegar a la villa. En las cercanías a esta escuchaba gritos y alboroto. Se caían las casas, las tintas de regaban, los párrafos en las personas se manchaban y todo perdió textura hasta derrumbarse, en cuestión de minutos me hallé solo en un pequeño campo llano de escombros y muertos, a la distancia en la mitad de la villa, una puerta de madera con el rostro, que al acercarme desapareció y me permitió atravesar esa puerta pasando por sobre los cuerpos inertes.
Se cerró a mis espaldas, frente a mí, un pasillo, con lo que parecían ser tribunas con los rectores y "superiores" del colegio, estaban posicionados y mientras lo atravesaba de largo comenzaron a gritarme:
—¡Bruto!
—¡Inútil!
—¡Pedazo de mierda!
—¡Hijo de puta!
Me tiraron esferos, cuadernos y todo lo que tenían al alcance. Caminé intentando mantener la compostura hasta la otra puerta. La abrí y la pase, estaba en la puerta del final del pasillo del colegio, por donde había huido.
Me encontré con todos mis amigos y toda la gente que me seguía (cientos de personas) todos mirandome.
—¿Por qué corres?— Habló uno de mis mejores amigos Jaider, poniéndome una mano en el hombro y riendo sarcásticamente —. ¿Se te olvido que TODOS somos tus amigos?.
Se empezó a reír y todos comenzaron igual, me señalaban y se burlaban, me decidí a pasar entre todo y tomar las escaleras.
—¿¡Por qué escapas idiota!?—grito Jaider desde el sitio que se burlaba. En ese momento pararon todos la risa y volvieron a observarme, me quedé quieto y busqué con mi mirada la escalera, sin pensarlo dos veces corrí a ella y en ese momento todos corriendo para atraparme.
Entré a la cafetería y cerré rápido la puerta, tomé el hacha de la cafetería, por todo lados querían entrar, de sus lenguas salían serpientes. llenaban todo de sus puercas babas.
<¿En qué me metí?>
Tomé duro el hacha, al tiempo que escuchaba cómo golpeaban cada vez más personas las puertas y las ventanas. Fui al almacén para cruzar la rejilla del suelo y pasar el conducto que me dejó en el patio donde me esperaban 5 Personas. Entre ellos mi otro buen compañero de salón Andrés.
—Que haces con esa arma, bajala, por favor. ¿A quien quieres hacer daño?— me dijo
Con su cara de susto me hizo compadecerme y entregar el arma.
—Me quieren seguir , me quieren hacer daño, la gente está extraña.
Andrés tomó el hacha en sus brazos y sonrió, miró atentamente al frente y se congeló.
—Hey, ¡¡respóndeme!!— Moví mis manos frente a sus ojos.
Le intenté quitar el hacha pero no pude. Después de un minuto de estar así sus ojos se enfurecieron y levantó el hacha por detrás de su cabeza, con la intención de dirigirla a mi con todas sus fuerzas.
Huí y me dirigí al sótano, de allí, de manera silenciosa al parqueadero.
Oscuro todo, enorme, me pasaba por entre los coches. Dirigiéndome a la enorme puerta al final abierta. Escuche pasos de alguien corriendo, de muchas personas acercándose a mí, por todas partes, inclusive las paredes; pero no vi nada alrededor, al mirar arriba, estaba el rostro que suele aparecer en las puertas. A bruscas zancadas mi objetivo era alcanzar la entrada antes que aquel rostro lo hiciera; Permanecía justo encima de mí, corrí a lo más que pude, con tal de pasar la salida antes que él la cerrará. No sé si fue por piedad ó si fue por esfuerzo, pero por alguna razón ajena o propia, lo logré.
—¡Juan!, ¿Qué estás haciendo? ¿Quieres que nos metamos en problemas? —dijo enfadada mamá, que estaba a la salida—. No puedes actuar así en el colegio, ya estás muy grande para eso.
Todos los que adentro me seguían estaban afuera, como si nada.
—¿Por qué van a cerrar tan temprano? —preguntó mamá
—Son órdenes del Gringo— dijo Andrés que acompañado de Jaider, aparecieron detrás de mamá y se despidieron abrazándola, luego de mí; observándome con rencor y disimulo.
22
Me despierto e intento no pensar en el sueño. Por que entendí la delicadeza de la situación, entendí que puede ser más complejo de lo que parece. ¿Cómo no sentirse loco si se es perseguido?. Me arregle para ir al colegio.
En el bus note la gente estaba apretada, no cabía más nadie y todos en profundo silencio, pensaba inmediatamente los sueños y los compara con la realidad.
<El gringo, el gringo, el gringo…¿qué demonios querrá?, ¡No!, No debo pensar en eso.>
Frenamos en un semáforo, en ese momento se detuvo un camión que tenía las mismas tablas de madera que habían en las ventanas del bus en el sueño; pero entre ellas habían vacas, apretadas. Solo faltaba ponerle a ese bus las mismas tablas en las ventanas, para entender que no teníamos mucha diferencia.
La vida está siendo mediocre en algún sentido, ni animales, ni personas deberían ser tratadas así.
<No pienses más en eso> me repetía y me daban ganas de pellizcarme.
Siempre he sido alguien normal no podía empezar a enloquecer y era labor escribir el sueño en mi cuadernillo. Por más que intentaba ignorar los sueños y las sensaciones que me generaban, no pude, en el colegio no ponía cuidado en clases y en descanso, al no poder contener las ideas, la ansiedad me mataba, prefería hablar un poco con Chloe. Que me ayudaba mucho a distraerme y gracias a su apoyo así pasó una semana. Luego dos.
Saliendo del colegio me quedaba con Chloe, en los parques o caminando, conociéndonos. Ella le mentía a sus amigos para irse conmigo.
—Veo que tienes muchas amistades y eres muy sociable—le dije después que los dejara.
—Se podría decir que sí—respondió y guardó una pausa—. Tú también lo eres y no me puedes mentir.
—Pues..
—Todos me han hablado de ti y me han dicho que has cambiado —me interrumpió.
—Sí, es cierto—respondí cabizbajo, intenté cambiar de tema—. Es extraño ver una chica como tú en las bibliotecas y no con las amistades.
—Aprecio las amistades, pero para mí la lectura es el pasatiempo perfecto. Puedo pasar 5 minutos de mi vida normalmente o esos mismos 5 minutos disfrutandolos en lo que más me gusta. ¿Tú por qué cambiaste?
—Supongo que ya te contaron.
—Lo de tu hermano—afirmó con cautela.
—Un poco.
—Pero eso fue hace mucho y te seré sincera. Estas últimas semanas has estado muy extraño.
—No sé qué me pasa—moví los brazos en señales de desorientación.
—Juan—se detuvo y me observó meticulosamente —. Yo te he conocido estos días y tengo una idea de cómo eres. Has cambiado en poco tiempo, ¿que tienes?, déjame saberlo.
Miré fijamente el suelo, todo el lugar se inundó de quietud, después de unos respiros levanté la cabeza y respondí.
—No sé qué pasa. Te dijeron por mi hermano que estoy loco, ¿verdad?, por eso sospechas.
—Sí, me lo han dicho. Pero yo te conozco lo suficiente como para entender que no es así —suspiró profundamente y se cruzó de brazos—. Además eras un chico común, Juan, uno no se hace loco de la noche a la mañana. Pero sé que tienes algo últimamente.
—Yo —hice una pausa mientras buscaba las palabras— pienso lo mismo. No puedo entender lo que vivo.
—¿Quién es el gringo?—dijo y me observó con seriedad de detective acercándose a mi rostro
Levanté mis brazos hacia mi cabeza y entrelacé los dedos detrás de la nuca, sin saber qué decir o hacer. Pregunté
—Espera un momento, ¿Y tú qué sabes de él?, ¿Cómo lo conoces?
Sacó de su chaqueta mi cuadernillo. Y lo mantuvo junto a su rostro con pisadas de ansiedad preguntó
—Juan, ¿Quién es el Gringo?. Dímelo, por si hay algo que no haya leído y deba saber.
Me reí ligeramente.
—¿Qué haces con mi cuadernillo Chloé ?
—Se me acaba la paciencia niño, respóndame.—vociferó con rabia sarcástica.
—Bueno, yo le voy a contar niñita. Solo si me acepta una invitación a comer algo, usted no ha almorzado.
Me respondió con una sonrisa y un:
—¡Trato hecho!
La lleve a un restaurante cercano, de ambiente apaciguante, el mismo que en unas conversaciones pasadas confesó desapercibidamente como uno de sus favoritos.
Nos adentramos en los asientos más profundos del elegante restaurante e hicimos nuestros pedidos.
—Última vez que te voy a preguntar Juan. ¿Quién es el Gringo?
—intentaré responderte lo más concreto posible. Es un personaje que me mencionan en los sueños, siempre hay un tipo que me sigue y creo que ese es el Gringo. ¿De dónde salió?, no sé, ¿qué me genera esas pesadillas? no sé. Lo extraño es que mi hermano había tenido sueños similares.
—Tú ni te das cuenta, estás dejando que tus sueños te afecten en lo cotidiano, en la realidad.
—Sí, puede ser.
—Yo pienso que El Gringo quiere decirte algo, expresarte algo.
—Eso pienso, pero. ¿Qué?
—Para eso estaré yo, espero que confíes en mí. Hallaremos la respuesta
—Está bien, lo haré.
—Estamos para ayudarnos— me miró premiándome con su sonrisa fresca.
Continuamos el almuerzo bajo las numerosas bombillas que resplandecían en el cielo de madera y discutimos más a fondo sobre el tema, acompañados de blues y un poquito de jazz, del clásico, bueno para despreocuparse de todos los problemas.
Con la señora inspiración y la ayuda de Chloé en mí vida, me sentí seguro por primera vez.
De salida la acompañe a su casa, ya eran las 7 de la noche y estaba todo oscuro. La acompañé a su hogar, donde la dejé y nos dimos una cálida despedida de abrazos. Luego tomé el bus que me llevó a casa.
En el recorrido, casi llegando al paradero de las mañanas, se subió un hombre, que vendía dulces:
—Por favor, lo que quieran darme por unos dulces, lo aceptaré
Silencio infinito, yo lo ignoré al igual que el resto de pasajeros, no me digne a escuchar ni siquiera su discurso, me quería convencer a mí mismo que no había plata. Luego pasó por puesto ofreciendo dulces que nadie quiso aceptar. Volvió a la parte delantera del bus frente a todos.
—Yo—dijo en volumen irregular y en tonalidades variadas, mientras su voz temblaba, al tiempo que todos entendíamos que iba a llorar —nada, Gracias.
Dijo en llanto y corrió a la salida, todos actuaron como si nada. No dudé y me levanté para seguirlo.
Frenó el bus y bajó el hombre para sentarse en la silla del paradero, de espaldas al parque mientras lloraba. Me acordé del sueño y aseguraba saber lo que iba a pasar.
—¡Cuidado! —grité mientras saltaba del bus —. ¡Muévase de ahí!
El señor se levantó de la silla con alteración y quedó anonadado.
Observé tras la silla y no había nadie, en aquella estación solo éramos ese hombre y yo; no había ningún asesinó. En el bus se burlaron de mí y el conductor decidió arrancar.
El hombre que lloraba tenía un paquete de dulces en la mano y los había soltado por mi culpa.
—Joven, ¿qué pasó?—me preguntó.
Sentí decepción de mí en ese momento ¿qué estaba haciendo? ¿en qué estaba pensando?
—Disculpe, no sé qué decir. Tome todo lo que tengo.
Le di hasta el último papel de valor que tenía en los bolsillos. Al observar su cara recordé ese rostro. El mismo del ladrón que en un parque me había expropiado.
Él me observó y también me reconoció. Pero no dijo nada.
—Me alegra mucho que esté trabajando, hombre. —le dije con contento repentino— por favor no cambie.
—Gracias —su rostro era de vergüenza.
Le di palmadas en la espalda.
—Tenga usted una muy buena noche.
Me fui caminando a casa, llegué con la señora inspiración y mamá. Iba a anotar lo que pasó, hasta que descubra el mensaje que ese gringo me quiere dar.
23
Logré anotar todo lo que había soñado, habíamos quedado de descubrir qué era lo que el gringo quería decirme, pero con Chloe a mi lado, era una distracción que me permitía sentirme un poco mejor en el mundo. Era un hecho que la realidad que veían mis ojos la relacionaba con las pesadillas, como si hubiese coleccionado traumas, pero si andaba pensando en otras cosas. Era de esperar sentirme sereno a ratos.
Tanto fue el apego que se pasaron meses, todos los descansos y las salidas junto a Chloé, nos veíamos, como amigos, pero moriamos de ansiedad por vernos, el tiempo pasaba rápido.
Nos reunimos con amistades, pero ella y yo fuimos cómplices en todo momento. Yo pasé mi año escolar, ella se graduó y estuve en la humilde celebración del grado en su casa, me invitó a la ceremonia y la vi cumpliendo metas.
Descubrí que a solas en su cuarto ella cantaba por Hobbie, leía y bailaba; hacía cosas en beneficio propio con el tiempo que yo también solía hacer.
Nos juntábamos para hacer música, para hablar de algún libro, o salir a bailar. Nos volvimos muy unidos y estuvimos las vacaciones juntos en salidas grupales o en encuentros solo de dos.
Teníamos en nosotros la idea de ir más allá de una amistad, eso lo confirmaba su forma de actuar, de moverse, la ansiedad transmitida que sin duda era mútua. Pero no todo pintaba muy bien, por cuestiones sociales ella no se sentía muy cómoda de juntarse con un menor, menos aún siendo una chica que llama mucho la atención, o por lo menos eso yo creía.
Pasaron las vacaciones y empezó un nuevo año escolar. Los compromisos diurnos y nocturnos de Chloe que nos obstaculizó casi toda oportunidad de vernos. Fue difícil y no queríamos, pero la rutina de la actualidad tiene esa cualidad, de romper con los deseos.
Con el alejamiento volvieron los traumas a afectar los alrededores, no había tenido más pesadillas, no habían por consiguiente más cosas que anotar. Pensé que sería un capítulo del pasado, algo que ya había concluido.
Pero observar a los alrededores y ver basura por montones, solo concreto y tierra, ser tratado como ganado en los buses y en las escuelas, que la mayoría de gente parezca estar muerta en su interior; Las injusticias abundan, los asesinatos, el maltrato animal, los recursos se desperdician. ¿Cómo no pensar que el mundo está hecho mierda?, ¿Cómo no sentirse inútil?, quiero que el mundo sea mejor pero cambiarlo yo solo me quedaría imposible ¿Será en un futuro esto el maldito infierno?
Donde lo material vale más que la vida. ¿Se podrá vivir sin una moneda específica? Pues parece ser que está nos lleva rápidamente a un mundo sin recursos, o ¿Sera mejor vivir en un mundo apto?
Eso tendrá una respuesta muy propia. Dentro de cada persona.
Durante la primera mitad de ese año me dediqué a estudiar, a estar con la señora inspiración y a hacer cosas que me ayudaran. Obtuve un muy buen rendimiento e iba nuevamente estable con mis amistades; salidas, fiestas, conocer nuevas personas. Lo común.
Cumpleaños de mamá y papá; del abuelo y la abuela; de mi hermano ausente. Dolores, melancolías y rutinas que había que retomar. Después de Chloé no me viene a la mente encontrar alguien más, solo noto que en los medios de comunicación, se reportan cosas muy terribles, cumplen el papel de una película de terror para asustar y estresar; Entre otras cosas que A RATOS es mejor evitar darles alojamiento en la cabeza. Mientras tanto, no sabía que deparaba el futuro, qué sería de mí en otras fechas.
24
Llegó mi cumpleaños 17, mi familia hizo lo posible por hacerme pasar un buen día, sin embargo no todos los días fui, soy o seré el mismo. Me fastidiaban, quería apartarme de lo normal, lo que me rodeaba cuando sufrí tanto el año pasado. Cumplí mis deberes en el colegio pero me alejé de la familia, de la señora inspiración y de la casa.
Opte por salir con amigos, conocí gente, hubieron chicas y el alcohol, se convirtió en el amigo que me ayudaba a pasar los malos recuerdos, me sacaba las lágrimas sin pena. Evité los vicios ya que mi hermano se había hundido en ellos, y yo no quería nada que le haya hecho daño a él. Pasé once y me gradué.
Fastidiado de la rutina y de la vida, podía considerarme apocalíptico, el suicidio en ocasiones pareció una muy buena opción para cambiar mi mundo y salir de esta basura.
La familia me insistía en estar en casa y no quería; en la calle todo el día, ya había cumplido con el colegio, ahora me tocaba cumplir con el trabajo, no toleraba molestias. Yo con otra gente en mis asuntos. Solo iba a allá para dormir y darle de tragar al gato, ya nada de encerrarme en la habitación a leer o escribir, la gente madura y crece; ya era hora de pasar la etapa.
Ese año había 2 fechas cercanas e importantes, mi cumpleaños 18 y las elecciones presidenciales.
En mí país el 53%, el 60% de la población no vota. Eso siempre me pareció decepcionante.
Profundice sobre candidatos, se dividían en 2 polos, izquierda y derecha; supuestamente había uno central, pero el centro no era más que una gran falacia.
Ya había recorrido la ciudad con papá hablando sobre su afición secreta por el piano. En ese recorrido vi carteles y pancartas con personajes que causan melancolías. Entre ellos un tal Garzón de quien papá me habló en el bus, ese Garzón parecía ser un hombre increíble, pero como la vida no es justa, ya estaba en la tumba; admirablemente todos saben que murió por algo muy bueno. Cosa que me pareció un gran ejemplo, pues realmente vive aún en muchas mentes.
Por otro lado habían frases de liberación, en contra del sistema y otras tantas frases y posters a favor del mismo.
A buen entendedor pocas palabras, en el voto lo importante es no abstenerse. Pues Colombia, el segundo país con mayores riquezas naturales del mundo, tiene lo necesario para ser grandioso en todos los aspectos, pero por unos cuantos solo empeora.
También ha sido un país que no entiende el significado de la paz, guerras que nunca acaban, con tierra está llena de misterios, de daños incalculables, convirtiéndose en un valle de millones de sombras y almas con mucho que narrar.
Aquí se hacen miles de protestas pacíficas, las armas se utilizaban para hacer instrumentos y tocar conciertos (escopetarra); los muros de las calles exigen la libertad y el orden del que tanto promete el escudo y la bandera.
Del mismo modo, es el lugar donde miles de padres, madres, hermanos y familiares se crean camisetas de papel y cartón con fotos del ser querido que una vez salió de la casa y nunca regresó; cantidad incalculable de familias que quieren las respuestas que ya nunca llegarán, afirmación que es tan segura como la muerte, ya que es resultado de la misma, solo que impulsada por el hombre.
Ese año hubieron hechos populares que no olvidaré nunca. En especial por el interés del joven en las elecciones, ojalá con los años siguiese mejorando.
Colombia nunca será un país perfecto, nunca lo ha sido, pero es frustrante saber, que muchos quieren y pocos hacen, es gran parte de su gente que no lo deja progresar. Esté donde esté, en cualquier parte del mundo y con cualquier persona, nunca negaré la tierra que me vio nacer, de mi patria orgulloso hasta la muerte.
25
Madrugué y me quedé checando el celular, las redes sociales, salí con amigos y espere hasta un poco después del mediodía para ejercer mi derecho al voto con por los 18, que por haberme tomado la molestia de leer un poco después de tanto tiempo, me daba a pensar que debería ser algo obligatorio para los habitantes.
Fui a mi lugar de votación y cumplí con la misión. Cuando iba de salida me encontré con Chloe.
—Hola Chloe, ¿Cómo te ha ido?.
La tome del hombro por la espalda, ella se volteó y me observó unos segundos.
—¡Hola! —me abrazó fuertemente— ¡Cuánto tiempo!
—¿Ya votaste?
—No, pero ya lo voy a hacer
—Está bien, te espero
Ella siguió a su puesto y salió, no fueron más de 10 minutos los que se demoró, yo esperaba contento, ella no se imaginaba la falta que me hizo y estaba más que seguro que ella también me extrañaba.
—Disculpame Juan, he estado muy ocupada últimamente, hasta ahora me está quedando apenas tiempo.
—No importa. Cómo has cambiado.
—¿Cómo has estado?, ¿qué ha pasado con los sueños?
—Eso ya quedó muy atrás —le dije.
Empezamos a hablar sobre lo vivido, ella ya estaba trabajando y estudiando a la vez. El poco tiempo que le quedaba debía los dedicarlo a sus tantos pasatiempos. Decía que fue unas veces a buscarme a la casa pero siempre que iba no estaba. Yo por mi parte no fui a buscarla a ella por intentar mantener la distracción con amistades. Pero sí la quería, ya la conocía lo suficiente para saberlo. Después de una amplia charla:
—Dame tu número y te escribo más tarde—le dije, anotando su celular antes de dejarla en la puerta de su casa, esta vez no me iba a separar de ella.
Después de las 6 de la tarde se informó por todos lo medios, el candidato que ganó. Luego se hicieron más campañas democráticas, de las que hubo vergonzosa abstinencia.
Para mí el presidente era el candidato menos apropiado, para mí la abstinencia era el peor enemigo de mi patria, en un inmenso silencio quedó la frustración. En las calles se sentía la nostalgia y dentro de la cabeza, la tristeza de un país que ni por democracia quería mejorar. El país que tiene el potencial de cualquiera más admirado, pero por gran parte de su gente no ha podido surgir.
Bajo la inmensa noche, me acosté inmediatamente.
26
"Me desperté en el asiento de copiloto en un coche con las puertas y las ventanas forradas, por láminas de aluminio. Me analize visualmente, tenía los brazos quemados, sucios, la piel maltratada, me palpaba el rostro y lo sentía rugoso y reseco. Sentía hambre, sed, estaba considerablemente más delgado. Me tapó los ojos alguien detrás de mí. Sentí manos pequeñas.
—¿Quién soy?— dijo con voz de niño.
No sabía qué responder. Se reía el infante.
—¡Soy un superhéroe!
Me provocó ternura ese comentario, tomé las manos del niño y las aparte de mis ojos para observarlo pude notar que tenía un rostro muy familiar. Tenía 6 años, por lo menos.
—Aaaaa!—gritó en juego a la vez que se acostó sobre las sillas de atrás y añadió: —Es broma, padre, ¡mí superhéroe eres tú!
Era un muchacho simpático, débil, delgado, con ropa rota, suciedad, su piel no tenía el cuidado que debía tener la piel de un niño.
—Padre, estoy sediento — me dijo.
¿Padre?. Parecía que yo estaba en otro papel, ya entendí por qué tanto cariño me generó su ser.
—¿Vamos a buscar algo de beber?— me dijo.
Abrí la puerta del coche, el piso era solo arena sobre el cemento, habían desechos por muchas partes; a mis alrededores observé casas con las ventanas tapadas, con las puertas abiertas, parecía estar en el viejo oeste, sólo que con casas de urbanización.
A la entrada de algunas casas los dueños parecían esperar algo afuera, quizá era mi impresión, quizá no esperaban nada. El sol más brillante, empezó inmediatamente a quemar mi piel, mi hijo salió por la puerta que yo salí.
—¡Ven!. ¡Yo primero!
Corrió a la puerta de la casa más cercana y al encontrar la sombra de la estructura, desde la sombra buscaba otra sombra más distante que nos aproximará al objetivo, como si la luz fuera el mar y las sombras pequeñas islas por las que debíamos pasar. Corra en la luz y descanse en la sombra. No era un juego de niños. Realmente ese sol era infernal, no se veían animales alrededor.
Nos metimos en una casa y nadie se quejaba, ni lo dueños de la entrada, mi hijo tomaba un vaso de la casa y servía agua; está salía sucia y con olor repugnante.
—Papi debes beber, estás sediento.
—No y tú no beberás eso.
—Padre pero si bebiendo así es que hemos vivido hasta ahora, tú sabes que no hay más agua.
Me quedé callado y vi su cara de asco mientras bebía con arcadas. Me hacía sentir mal verlo en esa situación, el no cumplir con el deber de darle a un hijo lo que requiere, de la forma que lo requiere. Difícil de aceptar, más aún cuando tú eres su superhéroe y no puedes ayudarlo.
Lo seguí nuevamente en el sombra a sombra.
—Ya no aguanto más, papi. Voy a hablar con los conocidos.
Sombra dónde pasáramos, había un alguien.
—Vecino, ¿Tiene comida?
—No, jovencito. Disculpa.
Así fue el primero y luego otros 7 u 8 personas más que negaron tener alimentos. Al final era de creer que no había, pues todos estábamos en estado deplorable. A muchos ya solo les faltaba morirse.
Bajo algunas casas o edificios habían montañas de basura donde la gente se acostaban. La madres y sus hijos ya ni siquiera lloraban, solo miraban lo que fuera, esperaban algún milagro, desde las sombras.
Caminamos cuadras y cuadras hasta llegar a un lugar al final del largo y recto recorrido, estaba aislado, a unos 100 metros del resto de casas.
Parecía una fábrica enorme sin funcionamiento, atrofiada y su inmensa puerta de persiana estaba apenas abierta.
—Papi vamos allá y buscamos comida.
—Está bien, amor.
Llegamos allá, el niño entró acostado y arrastrándose por debajo de la puerta, yo no cabía.
—Ve y yo te espero aquí — le dije.
—Bueno, papi.
—Por favor, mucho cuidado.
Pasaron varios minutos y él no salía, me estaba empezando a preocupar. No debí dejarlo entrar, pensé. Para distraerme empecé a caminar alrededor de la estructura, después de unos cientos de metros, llegué a la parte de atrás, habían huecos gigantescos y maquinaria ya corroída que en mi cabeza definí: fracturación hidráulica, minería.
Escuche gritos de adentro del lugar, eran de un niño. Aún desconociendo su nombre, debía instintivamente protegerlo, era mi hijo. Corrí a la puerta. Escuché un camión que se acercaba más a la entrada así que me aparte pegándome a la pared del borde.
Cada vez sonaba más duro ese camión y los gritos llegaron a ser ensordecedores.
En un golpe atravesó la cortina metálica. Un camión de casi 3 metros de altura con costras de carbón en todo lado y suciedad solidificada, el óxido lo pintaba de azules, verdes y rojos repugnantes, parecían chorros de cera regados sobre el capó y la cabina. Sus exostos tiraban humo del más oscuro que alguna vez ví y en cantidades exorbitantes. Regaba de su parte delantera líquido hirviente, parecía aceite, en montones. En la parte inicial del capó el adorno de un cráneo. Tenía 8 llantas traseras, guarda barros largo que raspaba con el suelo, un vagón gris probablemente vacio y un desgraciado conductor al que yo llamaba gringo.
Acomodó el vehículo dirigiéndose a mí, me vi en la necesidad de correr. Me seguía a bajas velocidades, divirtiéndose perversamente. Con los sonidos agudos anormales que producía esa máquina de emisiones.
En un momento vi la parrilla del camión, estaba prendida en fuego, adentro de ella estaba el niño, queriendo salir, golpeando la infraestructura y gritando de forma desgarradora; entre los faros redondos.
Apenas llegué a la urbanización la gente hacía alboroto, en las calles de arena; era un desorden de coches que sin conductor se estrellaban con lo que estuviera en su camino. Algunas personas que no eran atropelladas se encerraban en sus casas, mientras estás recibían los proyectiles desde las ruedas.
Nadie me abrió la puerta, nadie me dejó entrar, golpeé una y otra vez en muchas casas, milagrosamente esquivé varios coches, cayéndome al suelo; estos se destrozaban de la fuerza con la que iban. Corrí bajo el incinerante sol, cargando el peso del hambre y la sed, perdí de vista al gringo, quise buscar mejores soluciones, me metí en un callejón a la vez que escuchaba la matazón; no me duro nada el descanso. Un edificio que me cubría, se derrumbó, había sido el gringo en su vehículo (que a pesar de los choques, no sufría ningún daño) y preso de la cólera lo condujo hacia mi a altas velocidades. Golpeé puertas, nadie me quiso ayudar, me decidí a correr hasta que lo terrible sucediera. Debía salvar a mi hijo, pero no había manera.
Unos metros que avance en las sombras, salió un brazo que me tomo de la camiseta y me jaló hacia dentro de una casa.
—Ven, ven rápidamente. Sube las escaleras.
Ese hombre con una pañoleta en el rostro me tomó de la muñeca y puso en su espalda, ayudándome. Me llevó hasta un tercer piso, la casa empezó a temblar y el suelo a agrietarse, el gringo la estaba destruyendo y quería acabar conmigo.
Me dejó un segundo en una esquina de la zotea
Tomó del suelo una lámina de acero larga y la acomodo entre el borde de la terraza donde estábamos y la ventana del edificio del frente.
—Toma — sacó un poco de agua en una botella, con la otra mano se retiró la pañoleta que cubría la mitad de su rostro — Es la única limpia, bébela y pasa al otro edificio, el pensará que has muerto, no dejes que te atrapé.
Me sorprendí al verlo y se quedó observándome mientras bebí, fue rápido e inmediatamente me sentí mejor.
—Muchas gracias, Cristian. Un inexplicable gusto el volver a verte. ¡Mi hijo por favor, ayúdame a salvarlo!.
—Lo salvaremos, créeme.
Sonrió modestamente, me tendió la mano y me levanto, con delicadeza me pose en la lámina y entre los temblores llegue al otro edificio y grite.
— ¡Cristian! Rápido, te toca.
Se puso de pie y pasó también, pero cuando puso sus brazos en el marco de la ventana y ya iba entrar su primer pie, El gringo dio el último choque en la base de la casa; que resultó en la caída de la estructura y con eso perdió el equilibrio Cristian. No le pude dar la mano. De espaldas se perdió entre los escombros.
Mi hijo y mi amigo. Me tiré al piso, me puse las palmas en el rostro y lloré mientras escuchaba los gritos y choques, me levanté para ir a por mi hijo pero perdí rápidamente mis energías. Caí al suelo hasta cerrar los ojos."
27.
Despierto y me empiezo a sentir preocupado, principalmente por el futuro del país después de las elecciones, luego por mi futuro, ya que el Gringo volvió.
Le había dicho a Chloé que eso ya era pasado, no quería contarle que había vuelto a suceder, no entiendo ese tipo que quiere que yo haga, ¿qué me suicide?, sencillamente no conozco la respuesta. Pero si una sola vez más sucede, voy a acudir a ayuda profesional.
Salí a trabajar, era un trabajo de oficina, de esos bien remunerados, pero no era mi tipo de trabajo, entiendo que hay gente que lo disfruté pero por mi parte no era así.
Ya llevaba ese año allí, pero siempre pensaba en que tal sería un trabajo de sueño, en que haya más iniciativa que obligación. Pero personas mayores me han dicho que eso no suele pasar, que no siempre se hace lo que a uno le gusta, yo voy por ese camino, por lo que me decían los demás, creí que era el correcto.
Extraño la señora inspiración y mis momentos con ella, donde saque el infante que tenía adentro. Con pasatiempos que me hacían sentirme mejor conmigo mismo, donde aprendía. Pero si uno crece no debe hacer esas cosas que "no sirven para nada".
Pasó un mes aproximadamente, en el trabajo el jefe me llamó a su oficina. Eran cerca de las 6 de la tarde .
—Juan Camilo, le agradezco mucho su ayuda y su apoyo, se entiende que ha hecho lo posible por el bien de la compañía, pero me temo que debo pedirle firmar la carta de renuncia.
—¿Por qué?, he intentado no faltar con nada. No he tenido problemas.
Hizo gestos compasivos con el rostro, que no hicieron más que enojarme, al final no dijo nada. Añadí entonces:
—Está bien, ya firmó. Muchas gracias.
Me parecía mal agradecido perder mi trabajo después de tanto esfuerzo, firme con cólera, que fue repentina, como cuando un fósforo se enciende. Trasnochaba cumpliendo con mi deber, pero eso no lo ve nunca nadie y aún así me tratan con pesar; un jefe no es más que un empleado, un maestro nunca será más que un estudiante, un famoso jamás será más que un vagabundo; todos son invaluables, por la simple razón de que son humanos. La gente categoriza, clasifican en jerarquías que siempre consideré ridículas.
Maldita sea, me guarde cada grosería que quería soltar en ese momento de cólera y me fui a casa al tiempo que empezaba a cubrir la noche. ahora nadie ayudará a mamá con el mercado y ella también trabaja fuertemente y aguantando malos tratos. Así es la vida, nunca será justa. Mamá me tenía lista la comida, pero la rabia no me permitió intercambiar palabras. Ya era la hora de dormir.
28)
"Me levanté a media noche en mi casa, estaba lloviendo, escuche unos pasos afuera de la ventana, alguien estaba caminando alrededor de la casa, mire a través de la cortina, luego la corrí un poco, había un tipo en el jardín con el gabanne que ya he visto antes. <¡Maldita sea!> Me dije en el pensamiento. <Otra vez ese infeliz>.
Era el Gringo, se alejó de la casa unos metros y se hizo en la mitad de la calle, desde allí sacó una ametralladora con la cual empezó a disparar a toda la casa. A todas las ventanas.
Me tiré inmediatamente al piso, a la vez que me caían pequeño trozos de cristal, residuos de las ventanas que eran acribilladas. Me arrastre a buscar a la señora inspiración pero no la encontré.
— ¡Juan, ven! — gritó mamá desde la puerta de mi habitación— Subamos a ver a los abuelos, agachate.
Me mantuve agachado y con ella subimos, pasamos por frente de la puerta de entrada, que tenía sus ventanas rotas y vi al Gringo caminando hacia ella, ya estaba muy cerca.
Mamá tenía pavor y lo decía su rostro. Cosa que genera un suplicio incalculable en mi. Subimos al cuarto de los abuelos y ellos estaban ya de pie.
—¡Llama a la policía!— dijo mi abuelo.
Mamá llamó. El gringo golpeaba la puerta de la entrada repetidas veces y junto con unos disparos la abrió.
—¡No contestan!— dijo mamá
—¡No importa mamá!
Nos metimos en la habitación más grande de la casa y tomamos objetos para defendernos, pusimos todo lo que podíamos en frente de la puerta: el escritorio, las mesas de noche, sillas. Para bloquear el paso.
Nos quedamos en silencio, en los rincones de la habitación donde podíamos estar seguros de casi cualquier disparo.
Fueron unos largos segundos de silencio.
Hasta que unos golpes fuertes y unos quiebres comenzaron a inducirnos al desespero. Eran patadas a la puerta y disparos. Que acabaron con la función de la misma, dejándola resquebrajada, de la misma manera empezó a correr todos los objetos hasta subirse sobre los más pesados y saltar dentro de la habitación, donde estábamos nosotros.
Me avalance con un bate y le golpee la cabeza, como lo hicieron quienes estaban conmigo, pero para él no fueron ni cosquillas, me golpeó con la cacha del arma y caí contra la pared mientras veía que me lavaba en sangre.
Vi como le disparó al abuelo, luego a la abuela y con un golpe fuerte en el pecho que emitía un singular crujido les arrancó el corazón. Quien sabrá con qué maldito fin. Mamá en esos momentos me tomó del brazo y me puso sobre el escritorio. Yo no podía reaccionar bien, no sabía ni cómo actuar.
—¡Tienes que huir!.
Exclamó, mientras me empujaba al otro lado de escritorio, apareció mi papá. Quien me jalo y me alzó entre sus brazos, llevándome a la azotea.
—Acabé de llegar ¿qué está sucediendo?. ¡Dios!, tu madre, debo ayudarla.
Me dejó en la azotea bajo la lluvia y bajo corriendo.
Cerré la puerta de metal mientras mi sangre se encharcaba. Me arrastraba hacia atrás alejándome de esa puerta. Solo escuche 2 disparos y 2 crujidos más. Entre el agua ensuciandome, estaba empezando a entender y asimilar las cosas. Como quisiera tan solo expresar una fracción del suplicio que sentí. Me recosté en la pared más alejada. Ya no quería seguir sufriendo. Si me asesinaba de una vez sería mejor que vivir torturandome.
Golpe y disparo, golpe y disparo. La puerta se cayó. Tiró los 4 corazones al suelo húmedo.
Se acerca a mí lentamente.
—¿Qué quieres de mí?.
No respondió.
Pero siguió caminando, bajo los truenos. Salpicando agua y sangre con sus botas.
Se acerca y se agacha frente a mí, mostrando su irreconocible cara. Pone su mano lentamente en mi pecho empezó a presionar.
Cerré los ojos y apretaba el cuerpo por el dolor. No pensé nada en ese momento, solo sabía lo que me esperaba. Pero sin que me lo esperara, se detuvo. Abrí los ojos y allí estaba el Gringo, se puso de pie y empezó a retroceder lentamente, como si estuviese asustado. Sin entender qué sucedía, miré a mis alrededores y encontré bajo mi brazo a la señora inspiración que se sentó sobre mí. Solo lo miraba fijamente.
El Gringo se dio la vuelta y bajó por las escaleras corriendo. No entendía, cómo hizo para salvarme, solo la abracé.
Se detuvo la lluvia y el sol empezó a nacer. Después de varias decenas de minutos en que pensé y lloré patéticamente, Llegó la policía a donde yo estaba.
—¿Cómo está usted?.
—Mal, necesito mi familia.— No pude hablar más.
Se acercó un policía y le dijo a los que estaban conmigo
—¡Manda a decir el Gringo que estén pendientes de él! "
29)
Me desperté en mi cama, busqué alrededor a la señora inspiración, le di un gran abrazo y unos besos. Corrí a mirar donde estaba mi mamá, allí estaba. La abraze como nunca antes.
—¡Te amo mamá! — exclamé.
Fui al cuarto de papá.
—¡Te adoro papá!, Gracias por todo.
—Pero si yo….
—¡Cállate! — me reí y lo abraze
Subí a donde mis abuelos.
—Mil gracias, perdonen mis últimas actitudes, sé que han estado mal.
Se quedaron desconcertados, pero me abrazaron.
Me fui a mi cuarto rápidamente y en internet busqué "El Gringo" y no salía nada que tuviese que ver con mi situación. ¿Le digo a Chloé? O ¿Busco ayuda profesional?.
Salí a la calle y unos 30 minutos después ya estaba golpeando la puerta de Chloe.
—¿Qué ha pasado Juan?, estás preocupado, ¿Qué tienes?.
—Un poco, debemos hablar.
Me dejó pasar a su habitación y le di mi cuadernillo en el que le dicte mis sueños y me ayudó a anotarlos. Pasaron un par de horas.
—Juan, esto debe tener una solución déjame los cuadernillos.
—¿Él de mi hermano también?
—Obviamente, tonto.
—Esta bien, toma.
—Gracias, estoy segura de descubriremos que es lo que quiere el Gringo.
Nos despedimos.
Pasaron varias semanas. Visitaba a Chloe que me aseguraba que le iba muy bien encajando hechos.
La quería invitar a comer, a ir a parques, al fin y al cabo desde hace mucho ha sido quien me ayuda y quien me hace ver el mundo diferente. Me gustaba mucho y ella lo sabía.
Pasaron unos meses, ya casi para acabar el año, faltaban apenas un par de días para la navidad.
Ese día, la invité a comer.
—Juan —me paso los cuadernos —Todo tiene sentido.
—Dime.
—En el sueño de tu hermano con tu abuelo, él se comprometió a cambiar el mundo. Tuvo pesadillas, así como tú y terminó suicidándose. Luego ese abuelo te busco a ti y te quiso dar a entender algo similar; por lo que podrías ser la continuidad de la promesa.
—¿Estás diciendo que quieren que yo cambie el mundo?.
—Si, exactamente.
—Y ¿cómo lo haré?
—No sé, pero si te das cuenta puedes organizar las pesadillas y tendrán más sentido. Así:
" Primero: la casa y la familia
Segundo: el bus y la escuela
Tercero: fábricas y coches
Cuarto: mundo de basuras"
Agregó Chloe:
—Si te das cuenta, progresivamente muestran un apocalipsis. Si lo juntas con la idea de que quieren que cambies el mundo. Puede que sean una analogía de lo que el mundo se va a volver y tú debes ayudarlo, no sé.
—Sí, mi forma de ver el mundo es la que se está transformando. Tiene sentido, ya no me siento tan cómodo como antes.
—Si te fijas hay mucha contaminación, los daños a la naturaleza, mucha gente en tus sueños no reaccionaba a nada; aquí en la vida real, la indiferencia es algo de casi todos. Básate en comparaciones.
—Muy cierto— respondí asombrado— Pero, ¿qué quieren que yo haga?, no entiendo.
—En la pesadilla que tuve estando en el colegio, ¿qué?. En la pesadilla de mi familia ¿qué?
—No sabría decirte, pero si indagas más encontrarás en ti la respuesta. Ya entiendo que no estás loco, algo muy increíble está sucediendo.
—Muchas gracias Chloe, te debo tanto. Voy a pensar y descifraré el porqué de todo esto.
Me puse de pie y la abracé. Acabamos de comer y la lleve a su casa, la mamá me saludó y en un tiempo que me quedé con ella me comentó que Chloe dedicaba mucho tiempo a un "proyecto" que iba a hacer conmigo y que a causa de él se dormía tarde. Ese "proyecto" era nada más y nada menos que ayudarme con los sueños, solo que me guardo el secreto, como se lo pedí. Algo muy conmovedor que por mi haga eso. Volvió Chloe y hablamos con su familia un rato, me despedí y partí hacia mi hogar.