La patada pareció ser bastante ligera; sin embargo, al impactar, su hueso se arqueó noventa grados hacia delante mientras un espeluznante hueso blanco se astillaba. El artillero rodaba por el suelo mientras lloraba de dolor, gotas de sudor frío rodando hacia abajo, las represalias eran lo último que tenía en mente.
Sheyan le ignoró, pisándole mientras giraba la cabeza y miraba con odio a Crab.
—Perdone mi falta de modales, me olvidé de presentarme. Soy Sheyan, hmm, mi otro estatus es también el hermano mayor de ese Sanzi que capturaron.
Crab trastabilló varios pasos hacia atrás, su cara rebosante de incredulidad.
—Tú… tú… ¿cómo es posible?
Sheyan levantó el dedo y lo agitó.
—Nada es imposible.
Esa frase comercial que Sheyan tomó prestada, no contenía ni un solo rastro de humor.
—Bien, tengo que informarte. En los próximos 10 segundos, si no me dices dónde está Sanzi, prepárate para convertirte en un lisiado.