No hubo tiempo de responder, ni nada por el estilo. Ofelia y Hamlet hacen acto de presencia y se ponen ambos al frente nuestro, como siendo un escudo protector.
-- Están bien?-- pregunta la mujer que una vez fue mi jefa.
-- He tenido mejores días que éste-- y me encogí de hombros, quitándole importancia.
Hamlet eboza una sonrisa cálida, cuando voltea levemente el rostro para vernos, antes de volver a poner la mirada en los demás.
Mire a esa pareja una vez antes de mirar a Hércules.
-- Te encuentras bien?-- pregunté, preocupada por el estado de su cuerpo después de haber tomado esa sangre venenosa para él.
-- He tenido mejores días que éste-- y copia mi respuesta--. Estoy bien, después de todo, me diste algo de tu sangre-- lo noté un poco enojado por ese hecho.
Me puse de puntillas, y acerqué mis labios con los suyos. Para evitar que se enojará de más conmigo.
Él correspondió a mi beso y me rodeó con sus brazos para evitar que escapará.
Después acaricia mi rostro con las yemas de sus dedos y supo que su amada esposa había vuelto, por más que la misma no se acordará.
Sentí amor en esa mirada.
-- Hércules-- pronuncié su nombre como si quisiera invocar algo que se me escapaba de las manos.
-- Carmila-- dijo mi primer nombre en forma de susurro y tenía un poco de contenido sensual, que me erizó la piel.
-- Tortolitos, sería mejor que se fueran antes de que sea tarde-- dice Hamlet, entrando en posición de ataque.
-- Cómo dijiste que se llama a la mujer?-- pregunta la compañera de Robin Hood.