Lu Zhaoyang casi se hubiese olvidado de esta persona si no hubiera llamado.
De mala gana, ella levantó el teléfono. —¿Qué pasa?
Su Cheng se recostaba en una mecedora y disfrutaba del masaje. —Yang Yang, creo que necesitas cambiar tu estereotipo de mí. La Ciudad Dorada volverá a abrir esta noche. El jefe se va a gastar una gran suma de dinero en la actuación de esta noche de la banda de chicas de mi compañía. Sal y relájate.
—No, gracias. El gato escaldado, del agua fría huye.
Lu Zhaoyang deseaba poder darle una paliza a Su Cheng cuando le vino a la mente el video clip de los besos.
—Hay una nueva chica en la banda. ¡Muy bonita! Fue culpa mía la última vez. Juro que no voy a repetir el error. De lo contrario, el hermano Ting me matará. ¡Casi me fui a casa en una caja la última vez!
Se divertía con una mujer que le daba aperitivos en la boca.
—No, gracias. Tengo trabajo que hacer.
—¿Ir a dónde? —Se oyó preguntar a Yan Se.