Su Cheng conducía un Ferrari rojo deambulando por la ciudad.
Todavía no estaba preparado para darse por vencido, ya que planeaba persuadir a Lu Zhaoyang para que iniciara una carrera en las artes escénicas, ganando dinero para él. Llamó a Lu Zhaoyang mientras estaba en la ciudad, eludiendo a Huo Yunting, a quien vio como un obstáculo en este caso.
—Su... ¿Cheng? —Lu Zhaoyang instantáneamente recuperó el sentido.
Recordando la primera vez que se encontraron en la capital, su sangre se congeló. —¿Cómo obtuviste mi número?
—No es difícil obtener tu número. La pregunta pertinente es: ¿dónde estás ahora? ¡Ven a verme, prometo enviarte a Hollywood! ¿Cuánto puedes ganar trabajando como secretaria? —Su Cheng redujo gradualmente la velocidad de su automóvil—. Pequeña belleza, dime tu dirección. Zhaoyang, pequeña belleza, ¿hola?
Todo lo que Su Cheng escuchó fue el tono de desconexión. Increíble.
«Maldición. ¿Ella simplemente me colgó?».