Cuando ella despertó, ya era pasado el mediodía. El calor en su espalda le recordó al hombre que estaba durmiendo a su lado.
El hecho de que Huo Yunting pudiera mantenerse dormido por tanto tiempo significaba que ayer debía haber estado muy cansado.
Lu Zhaoyang se sentó y se vistió. Le dio un empujoncito y dijo:—Hora de comer.
Ella estaba hambrienta.
Haberse saltado el almuerzo y haberse quedado en cama, la estación otoñal le debíaestar dando pereza.
Al ver la falta de reacción de Huo Yunting, Lu Zhaoyang se salió de debajo de la manta y caminó frente a él.
Antes de que pudiera dejar la cama, la mano del hombre la tomó por el tobillo. Una perezosa voz habló. —Trae la comida aquí arriba.
Lu Zhaoyang apenas pudo contenerse de responder: "¡En tus sueños!".
Se forzó a contestar un simple:—Está bien, primero déjame ir.
La mano aflojó el agarre que tenía en su tobillo.
—Es extraño que seas tan obediente.