¿Por qué Mu Lianjue aún no había hecho ningún movimiento para deshacerse de esos dos azotes?
En ese momento, estaba en una posición precaria, ya que no tenía a nadie en quien pudiera confiar. Incluso ese hombre parecía dudoso y sospechoso, y ella no podía confiar totalmente en él.
Justo cuando ella estaba deliberando ansiosamente su próximo movimiento, hubo un fuerte golpe en la puerta. El repentino e inesperado ruido la sacó de su ensueño.
La sirvienta abrió la puerta y se sorprendió al verla tan pálida como un fantasma.
—¿Joven ama?
—¿Intentas asustarme hasta mi lecho de muerte? —le reprochó, con un aspecto feroz y frío.
Sorprendida por su fuerte reacción, la sirvienta retrajo sus hombros con miedo y no se atrevió a decir ni una palabra más.
Había llamado a la puerta antes de entrar para limpiar el lugar. Le había parecido que no había nadie dentro, por lo que había entrado.
—¡Lárgate!
—Sí...