Gu Xingze miró ferozmente a la mujer y, con voz fría y sombría le dijo: —¿Por qué aún sigues aquí? ¡Lárgate!
Mu Wanrou estaba totalmente confundida por su actitud. ¿Acababa de gritarle debido a Yun Shishi? Incapaz de contener su enojo amargamente respondió: —Gu Xingze, de verdad…
—¡LÁRGATE!
Él la fijó con una apática mirada. Hacía tiempo que había perdido la paciencia con ella.
No dispuesta a discutir con él debido a sus especiales antecedentes, ella reprimió la ira en su corazón. De todos modos, ya había logrado su objetivo, por lo que no necesitaba prolongar su estadía allí. Así que, con un resoplido, se fue con sus tacones altos golpeteando contra el suelo.
Una vez que la mujer se había ido, él bajó la mirada hacia Yun Shishi. Inesperadamente, al ver que su cabeza caía hacia adelante y sus hombros temblaban, la llamó varias veces, pero no obtuvo respuesta alguna.
—Shishi, ¿qué pasó…?