―¡Suéltame! ¡Ayuda! Es un fantasma...
Lu Jingtian levantó la mano con pánico y abofeteó a Yun Na para que la soltara. Mientras cojeaba frenéticamente y se dirigía hacia la salida, chocó de frente con Jin Yu, quien había regresado después de llamar a una ambulancia.
Esta última vio su mirada asustada y le preguntó desconcertada: ―¿Qué pasó?
―Rápido, llévame al hospital, ¡de prisa!
Jin Yu encontró su comportamiento extraño, pero no siguió preguntando.
Algunas cosas era mejor dejarlas pasar.
***
El comedor palaciego, con sus exquisitos frescos y cúpula abovedada entre vigas talladas, le daba la ilusión de estar en un suntuoso palacio.
Una vez que los invitados de honor terminaron de dar sus discursos de apertura, llegó el momento del baile.
La relajante música clásica impregnaba el aire del espacioso salón.
Después de un comienzo lleno de acontecimientos, Han Yuyan y Yang Mi finalmente aprendieron a comportarse.