Shen Yi miró los numerosos edificios debajo del piso veintisiete en el edificio de oficinas. Él estaba en medio de su único descanso del día y, como siempre, su mente volvía a la mujer que había dado vuelta su mundo en un lapso de cuatro meses.
Había tenido suerte de que ella no se enojó cuando descubrió el informe que Qiao He le hizo justo antes de casarse. Si hubiera sido otra mujer, habría hecho un gran escándalo, demandando una explicación. Pero Lu Xinyi era diferente. Estaba contento de haberse casado con una mujer equilibrada.
Lu Xinyi lo entendía mejor que el resto. Era gracioso como todos intentaban entenderle, pero no podían, mientras que Lu Xinyi con facilidad podía descifrar cada mirada suya y cada cambio de humor. Él deseaba que ella no cambiara su opinión sobre él; que ella no se sintiera traicionada por el hecho de que él sabía con quién estaba comprometida sin que le dijera.