Lu Xinyi nunca entendería a la gente rica, pero, ya que ahora era parte de la familia Shen, los haría quedar mal si llevaba a los mellizos a un centro comercial local en vez de a ese absurdo lugar. Ella y los mellizos estaban en ese momento revisando el mapa para no perderse, mientras que la amiga estaba ocupada mirando y revisando el celular. Por suerte, Xiao Lan se ofreció a acompañarlos a comprar ese día para comprarle más ropa a su bebé.
—¿Crees que los colores neutrales van a ser la mejor opción para la habitación del bebé? Estuvimos discutiendo sobre qué color deberíamos usar, pero no pudimos ponernos de acuerdo —se quejó Xiao Lan, mientras que guardaba el teléfono en la cartera de mano.
—No lo sé¿No le dijiste el sexo del bebé? —le preguntó Lu Xinyi con el ceño fruncido, mientras que intentaba recordar dónde estaban los negocios de ropa de niños.