Lu Xinyi sintió que la cama se hundía, antes de que Shen Yi pusiera su cara contra el cuello de ella.
—Buenos días esposa. Es tu gran día hoy.
—No tienes que recordármelo.
—Es hora de que te levantes —le susurró contra la piel.
Ella se quejó y agarró la almohada para taparse la cara.
—Cinco minutos más. Estoy cansada.
—No eres la única —dijo Shen Yi sonriendo ampliamente, antes de darle un honesto beso en el hombro.
—Te dije que es mala idea hacerlo en víspera del día del examen —se quejó Lu Xinyi—¿Cómo voy a poder caminar correctamente después? ¡Esto es todo tu culpa Shen Yi!
—Ey, no te quejaste anoche y es tu culpa por ser irresistible ¿No crees que yo estaba cansado?
Lu Xinyi se sacó la almohada de la cara y giró hacia el otro lado para estar de frente al esposo.
—¿Qué? ¿Me estás diciendo que el pequeño Yi tuvo más de lo que podía manejar anoche?
—¿El pequeño Yi?