El celestial olor a chocolate que provino del horno hizo que se les hiciera agua la boca a Shen Xue y Lu Xinyi y cada vez más a cada segundo que pasaba. Lu Xinyi intentó concentrarse en lo que estaba haciendo y continuó mezclando el marrón oscuro menjunje en el tazón.
El olor y como se veía ese delicioso chocolate enfrente de Shen Xue, hacía que se le hiciera muy difícil controlarse y provocó que le rugiera fuerte la panza.
—Hermana mayor, ¿puedo probarlo? Solo un poquito, ¿por favor? —preguntó Shen Xue.
Lu Xinyi negó con la cabeza y señaló a los mellizos que estaban ocupados aseando a Mallow y Milktea en el piso.
—Nop. Ayuda primero a los mellizos. Si no fueras un sinvergüenza que agarra la comida sin permiso, no te tendría que echar de aquí.