Lu Xinyi deseó haberse quedado en la Mansión Shen y haber obedecido los deseos de su esposo sobre no salir. Se preguntaba por qué atraía tantos los problemas últimamente. ¿Acaso ofendió a una deidad que la castigó con encontrarse problemas y personas indeseadas cada vez que salía?
Verán, incluso Xia Yuhan pensó que ella podía ayudarla con sus problemas amorosos. Lu Xinyi quería volver a casa. Estaba segura de que su esposo ya estaba de regreso y se enojaría cuando viera que ella no le había avisado acerca de su salida. Se olvidó de llamarlo con todas las compras que había hecho antes.
—No te avergüences a ti misma, señorita Xia. No vale la pena perder el respeto propio por un hombre. Si realmente te ama, intentará buscarte, no al revés —dijo Xiao Lan con franqueza.
Xia Yuhan se resignó y volvió a su asiento.