—Shen Yi, eres muy pesado —Lu Xinyi lo levantó, pero el cuerpo de él era más largo y pesado que el suyo, el cual era pequeño y delgado.
Yan Cai, al ver que la jefa estaba luchando por ayudar al jefe Yi, avanzó y pasó el brazo de Shen Yi por su hombro y se llevó al jefe lejos de los vasos esparcidos y lo sentó en la silla más cercana.
—¿Qué paso aquí? —le preguntó a Duan Yong, quien todavía lloraba. Se agarraba la garganta con las manos.
Xuan Ling abrió grande los ojos cuando vio a su jefa llorando. Rápido, ayudó a Duan Yong a pararse, pero no puedo sacarla de allí.
Lu Xinyi no estaba de buen humor. Se había pasado espantosas horas haciendo compras y había esperado a su esposo otra hora más. Se sentía rara. Algo no parecía estar bien, para nada.
No, no pensaba que Shen Yi tuviera un amorío con Duan Yong. Cuando lo vio estrangulándola contra la pared, supo que esa mujer había intentado engañar turbiamente a su esposo.