No es pervertida, ¿eh? Él se aseguraría de que ella no le diese su atención a otro hombre.
Shen Yi era egoísta y no tenía intención de compartirla con nadie.
Una de las comisuras de sus labios creó una sonrisa; no podía estar más complacido por poder hacer que su adorable esposa se sonrojara como un camión de bomberos.
—Solo admite que te gusta lo que ves —Su voz sonaba ronca en sus oídos, haciendo un susurro que solo ellos dos podían oír.
—¡Nunca! —dijo entre dientes
—¿Lo harías por mi delicioso cuerpo?
No pudo ocultar su alegría.
—¡Sí!
Fue entonces cuando Lu Xinyi sintió que algo andaba mal cuando su sonrisa se ensanchó. Sus ojos se agrandaron cuando ella lo golpeó de nuevo con sus puños.
—...
—¡Me engañaste! ¡Bastardo descarado!
—Oh no, cariño. No se aceptan devoluciones. —Shen Yi se rió antes de besar su nariz, haciéndola callar instantáneamente.
¿Acaso acaba de…?
—Sí, acabo de hacerlo —dijo Shen Yi como respondiendo a su pregunta sin formular. Con un suspiro de exasperación, soltó la muñeca de su esposa y luego pasó su enorme mano sobre desordenado cabello ella—. Ve a bañarte, desayunemos antes de irme. Nos vemos abajo.
Guiñó un ojo mientras Lu Xinyi le sacaba la lengua con irritación.
---
El aroma de algo cocinándose en la cocina impregnaba la sala de estar. Shen Yi ya había terminado sus preparativos matutinos cuando bajó a la cocina donde su esposa estaba preparando el desayuno para los dos. Sus femeninas curvas lucían agradables debajo de esa camisa blanca y esos jeans ceñidos. Sus dos perros yacían en el suelo mientras veían a Lu Xinyi cocinar, ignorándolo a él a propósito.
—¿Qué hay de desayuno? —preguntó mientras se ajustaba el cuello y sacaba la corbata que no podía amarrar correctamente.
—Solo un simple arroz frito —contestó Lu Xinyi mientras sus ojos no se despegaban del arroz que estaba cocinando; su mano se agitaba con experticia y mezclaba los ingredientes con confianza.
—No sabía que podías cocinar
Lu Xinyi tomó el tocino que había reservado antes, lo vertió en el wok y revolvió el arroz. Shen Yi notó que no estaba usando una espátula; en cambio, usó dos palillos grandes para revolver el arroz frito. Luego agregó algunas verduras y lo sazonó con una pizca de sal y una cucharadita de salsa de soja para darle un bonito color marrón claro.
Apagó el fuego y agregó los cebollines, revolviendo nuevamente. Añadió un chorrito de aceite de sésamo tostado y lo agitó suavemente para incorporar bien los sabores.
Lu Xinyi tomó los tazones que preparó antes y dividió el arroz frito en dos.
—¡Ya terminé! ¡Comamos! —exclamó feliz mientras servía los tazones en la mesa del comedor.
Shen Yi se sentó a su lado. Su boca se hacía agua por el agradable aroma del arroz frito. Había pasado demasiado tiempo desde que comía en casa. Era como si el arroz frito lo estuviera llamando, diciéndole que empezara a comer para saborear su delicioso sazón.
¿Lu Xinyi podía cocinar? ¡Parece que se ganó la lotería al casarse con ella!
Antes había comido arroz frito barato y no le gustaba. Era demasiado salado, pegajoso y estaba lleno de verduras secas y carne gomosa, añadido con un seco huevo troceado que ni siquiera podía saborear.
—¿No te gusta? —preguntó Lu Xinyi, dándose cuenta de que Shen Yi no había empezado a comer.
Shen Yi reaccionó y lentamente tomó sus palillos para comer. Lu Xinyi contuvo el aliento cuando su esposo dio el primer bocado. Sus miradas se entrelazaron mientras masticaba lentamente el arroz en su boca. Su expresión era indescifrable.
Le sorprendió que ella pudiera cocinar algo como esto. ¡Era mucho mejor que cualquier arroz frito que había probado antes!
Su arroz frito era elegante y ligeramente sazonado. Los granos de arroz que ella usó eran individuales y no pastosos. Fue levemente besado por un poco de salsa de soja y aceite de sésamo tostado. Las pequeñas y esponjosas almohadillas de huevo parecían muy apetecibles. El tocino también le agregó otro sabor a su arroz frito.
El arroz frito de Lu Xinyi era un platillo engañosamente simple. Engañoso porque, a pesar de su aspecto sobrio, los sabores dejaban a cualquiera pidiendo más. Su platillo resultó ser perfecto.
—¿Y bien? ¿qué tal está? —preguntó Lu Xinyi. Le daba un poco de nervios que a Shen Yi no le gustase porque era demasiado simple, quizáél estaba acostumbrado a tener un desayuno caro y de clase alta como los huevos benedictinos que no tenía idea de cómo cocinar.
—Increíble —respondió—. Simplemente increíble.
Para alguien como Shen Yi, quien era quisquilloso para la comida y no era de andar por ahí alabando abiertamente a nadie, era muy poco probable que diera un cumplido como ese.
Escucharlo decir que estaba increíble, hacía que Lu Xinyi no pudiese evitar la brillante sonrisa de su rostro y combatir el rubor en sus mejillas.