La cara de Su Qianci ardía mientras hacía un movimiento con la mano y decía:
—No pasa nada, puedo ir yo sola. Déjame.
—No seas tímida. Después de todo, ya he visto todo lo que hay.
Él no hizo caso a sus palabras y la tómo en brazos.
Su Qianci, muy sorprendida, preguntó:
—¿Qué... qué estás haciendo?
¡Esa mirada otra vez! Como un animal asustado. El corazón de Li Sicheng se ablandó y sin cambiar la expresión de su cara, contestó:
—¿De qué tienes miedo? Yo no voy a hacerte nada.
Su Qianci enrojeció y miró hacia abajo tartamudeando:
—Tú... yo...
Li Sicheng parecía estar de muy buen humor y preguntó:
—¿No decías que querías ir al baño?
Después, la llevó en brazos y caminó hacia el baño. Su Qianci estaba totalmente impactada. Ella no pensaba que él pudiera hacer eso por ella. Era una situación tan embarazosa.
Al llegar al baño, Li Sicheng parecía no tener intención de irse. Su Qianci se apresuró a decir: