Casi no podía controlar la impaciencia de su cuerpo, así que miró para otro lado para evitar mirarla.
Ella también comenzó a sentirse impaciente. —Sangre, sangre... —decía mientras se quitaba la ropa manchada de sangre. Los dedos vendados entraron en contacto con el agua y la gaza se desprendió, cuando las heridas tocaron su cuerpo, comenzó a quejarse.
Li Lei no pudo evitar voltear y vio que sus manos estaban dentro de la fuente de agua termal y la sangre fluía de sus dedos manchando todo de rojo otra vez. Li Lei se sorprendió y agarró su mano inmediatamente. —¿Que estás haciendo?
Lo miró y volvió a llorar diciendo: —Tanta sangre... duele...
Él maldijo antes de violentamente voltearla de espalda, rápidamente le sacó la ropa cubierta de sangre y la lanzó lejos.
Con su bella espalda expuesta, sus delgados omóplatos parecían las alas de una mariposa fuertemente sujetadas a una delgada correa de tela, su ropa estaba cubierta de manchas de sangre.