Tenía una piel tan negra y suave que brillaba, su sedosa crin se movía con el viento. Se veía bello y elegante. Su mirada era profunda y calmada, como un lago sin olas, mientras trotaba confiadamente hacia Li Lei y bajó su cabeza graciosamente hacia su dueño.
—Es tan bello —exclamó alguien suavemente.
A pesar de haber visto a Li Lei montarlo hacía sólo un rato. La belleza de este caballo era tal que lo contemplaron maravillados.
Li Lei se rio mientras lo tocaba en la cabeza, y luego volteó para presentarle Xia Ling, diciendo: —Se llama Trueno[i], lo puedes montar —lo había llamado como él, para mostrar cuanto lo adoraba. A parte de Xia Ling, nunca le había permitido a nadie montarlo antes.
Fugazmente, los adinerados caballeros que conocían todos los detalles, miraron a Xia Ling.