Luo Yuan abrió la puerta del dormitorio de Chen Jiayi y vio que la lámpara de ahorro de energía estaba encendida. Era su costumbre desde que tenía musgo creciendo en ella.
La habitación estaba en silencio, casi no había ningún sonido de respiración allí.
Ella dormía sin una manta en su pijama gris. Ese atuendo no la hacía parecer ni un poco aburrida. De hecho, su silencio la hacía parecer pura e inocente.
Sus dos manos fueron colocadas en sus muslos; ella estaba durmiendo tranquilamente
Lo que molestaba a Luo Yuan era el musgo que crecía en ella. Innumerables de ellos habían cubierto su cabeza. Habían pasado más de 40 días desde la última vez que estuvo en casa. El musgo ya estaba comiendo en su cuerpo.
—¿Puede ser curada? —Zhao Yali preguntó con simpatía.
—Lo intentaré, ustedes esperen afuera —Luo Yuan dijo.