Ciento cincuenta metros no era lejos para los gigantes, ni para Luo Yuan.
Luo Yuan tiró la lanza corta en su mano, moviendo constantemente sus brazos para asegurarse que sus músculos no estuvieran tensos ni doloridos. Su físico de 14 puntos había endurecido sus fibras musculares, y ya no se lesionaban tan fácilmente.
Los gigantes seguían acercándose, sus fuertes aullidos zumbaban en los oídos de Luo Yuan. Abrió los párpados ligeramente para mirarlos mientras se apresuraban. Una chispa de una sonrisa fría cruzó su rostro.