En un par de días, hubo un terrible olor a podrido fluyendo en el aire, atrayendo a varias moscas mutadas. Cada mosca era tan grande como una rana, y todas tenían una piel verde y producían un sonido ensordecedor y ruidoso cuando volaban. Si eso fuera todo lo que podían hacer, entonces no habría sido tan importante. La contaminación acústica no era tan peligrosa después de todo.
Sin embargo, ese tipo de mutante se sentía atraído por las heridas y podía absorber un mayor volumen de sangre que el tamaño de su cuerpo. La piel humana no pudo resistir tal ataque. Si uno era picado, podría perder unos pocos cientos de mililitros de sangre. Sin embargo, las moscas no representaban una amenaza tan importante para ellos, considerando que habían pasado casi un mes en el bosque.