El sentido divino de Sea Dream se extendió más y más. Todo, desde su cintura para abajo, se había transformado en motas de luz. Fue entonces cuando, sorprendentemente, notó ... un vórtice, girando en algún lugar muy, muy lejano.
Era un vórtice más grande y grandioso que el espacio que alguna vez ocupó el Reino Inmortal Paragon, y dentro de él se podía sentir una presión intensa y aterradora que no era menos poderosa que la ejercida por el Continente Dios Inmortal.
Había un peligro indescriptible adentro, y dentro de las grietas y hendiduras que acribillaban el remolino del vórtice, era posible discernir que en la región más central ... había un ataúd !!
El ataúd era verde, y dentro de él estaba el cadáver de una mujer que casi parecía estar durmiendo.
Junto al ataúd había una estela de piedra, sobre la que había una línea de escritura que Paragon Sea Dream apenas podía leer.