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Justo cuando Meng Hao estaba a punto de estallar en el cielo y empezar a luchar, el sacerdote Daoísta apareció en el aire, brillando con una gran sonrisa mientras gritaba: —¡No te vayas, mi pequeño discípulo!
Aunque parecía casual, en realidad sus palabras causaron que el cielo temblara violentamente, como si estuviera a punto de colapsar. De hecho, si se miraba hacia arriba, se verían innumerables grietas abriéndose.
La niebla roja que estaba a punto de caer, se encogió de repente, como si la persona que estaba escondida adentro se sacudiera de repente y saliera a retirarse.
Ese repentino giro de los acontecimientos provocó que Meng Hao se quedara mirando conmocionado, y también, triste. Su plan original había sido abandonar el planeta Río Luo, y en el proceso, incitar a los Elegidos en esa niebla roja a luchar, y luego usar un escrito de Karma para obligarlos a deberle dinero.