Un día después, Leylin volvió a encontrarse con la anciana de la familia Botelli.
Esa vez, sin embargo, parecía estar pálida y en mal estado, como si no hubiera descansado bien.
Al ver a Leylin, sus ojos parecieron cobrar vida y dijo en voz baja:
—Puedo darte información sobre la técnica secreta de meditación de alto grado que pertenece a nuestra familia. Sin embargo, quiero aclarar esto primero. Esta técnica está incompleta y existen límites y restricciones estrictas que se aplican a quienes se entrenan en ella. Si llegaras a entrenar con esta técnica a la fuerza, seguramente habrá efectos residuales.
—Ese es mi problema. Sólo dame la técnica de meditación y te daré la solución para liberar la maldición. ¡Es tan sencillo como eso! —Leylin estaba recostado en el cómodo respaldo de su silla reclinable y cruzó los dedos mientras hablaba con calma.