Frente a las tentadoras sugerencias de Inigo, Elquin empezó a fruncir el ceño.
—Lord Elquin. ¿Qué le preocupa? Beirut definitivamente no lo descubriría —dijo apresuradamente.
El pequeño gatito dorado en los brazos de Elquin también maulló: —Meow. Amo. Las palabras de este Inigo tienen lógica. Incluso alguien tan poderoso como un Soberano no puede conocer el pasado o el futuro. Si mata a Bebe, Beirut casi no lo sabrá.
Elquin dejó escapar un resoplido bajo: —¿Matar a Bebe? ¡Tus palabras tienen sentido!
—Phusro. Haz que el grupo de tres de Linley salga primero —instruyó.
Los ojos del pequeño gatito dorado se iluminaron a medida que de inmediato dejaba escapar un pequeño y delicado grito. 'Meow'. Inmediatamente, el magma dorado e hirviente se dividió en un túnel, revelando en el fondo de la piscina a... Linley, Delia y Bebe. Sus ojos se llenaron de sorpresa.
—Jefe, me pregunto de qué estaban hablando ahora —envió Bebe mentalmente.