Ese ataque de cola de escorpión del Escorpión de Escamas Negras era simplemente demasiado insidioso. Incluso alguien tan duro como el Rey Observador sintió temblar su alma, haciéndolo aullar de dolor.
—¡Aaaaaaah!
Él atacó salvajemente a su entorno, y los icebergs cerca colisionaron y salieron volando por todas partes.
Al mismo tiempo, una pizca de sangre fluyó por debajo de su único ojo dorado.
—Tenemos una oportunidad.
El Escorpión Negro estaba muy contento.
—Rápido, vámonos.
Los tres Ni-Leones Dorados de Seis Ojos, que sabían exactamente lo que un Rey Observador era, rugieron con furia.
—¡Los Mataré a todos!
El Rey Observador aulló de rabia, y de repente su ensangrentado ojo dorado explotó con más de diez rayos de luz roja.