Linley blandía la espada pesada de adamantio en una mano, y Bloodviolet en la otra. Él estaba de pie ahí en el medio de la calle, y Bebe estaba sobre sus hombros, sin moverse. El hombre y la bestia miraban como Osenno cargaba hacia ellos, pero cuando Osenno estuvo a diez metros de ellos, de repente se detuvo.
¡Había una trampa allí!
Osenno miró a Linley, que parecía lleno de confianza. Él se puso un poco nervioso.
—¿Qué clase de truco desagradable tiene el bribón bajo la manga?
—¿Qué, tienes miedo? —Linley, con sus dos espadas en sus manos, miró a Osenno—. Si tienes miedo, entonces saca tu trasero de mi ciudad. Está bien. No te voy a perseguir.
Las palabras de Linley hicieron a Osenno estar tan enojado, que podía vomitar sangre.