—¡Realmente no me refiero a daño! ¡De verdad!
La persona de piel azul yacía en el suelo. Miró a Link y golpeó sus pestañas. La luz blanca se encendió y apagó en sus ojos, y sus labios temblaron. Parecía realmente lamentable. Sabía que su vida estaba en manos de este joven de pelo negro. Él podría morir con solo una palabra.
Por ahora, los magos y guerreros cercanos habían llegado. Todos miraron al cautivo, apuntándole con sus espadas o varitas. Si hubiera hecho un solo movimiento, innumerables hechizos y técnicas de batalla caerían sobre él, pulverizándolo.
Link alzó la mano, gesticulando para que todos se relajaran. Se acercó y estudió a la persona. Acercándose, Link vio que había muchas venas mágicas en su piel azul que se fundían perfectamente con el color. No se veían hechas por el hombre; más bien, parecía haber nacido con ellos.
Link nunca había visto esta raza en el juego.
—Tu raza no existe en Firuman —dijo—. ¿De dónde eres?