Jacker apretó los dientes cuando fue golpeado con el golpe explosivo del Golem de cristal, esforzándose por evitar colapsar.
Con cada ataque siguiente, sus huesos temblaban, sus órganos internos se agitaban como si estuviera surfeando un tsunami, su pecho latía violentamente, y su garganta estaba llena del sabor metálico de la sangre.
Estaba a las puertas de la muerte. Sabía que no podría durar mucho más. ¿Otros cinco minutos? ¿Seis? No estaba seguro. Pero aparte del presentimiento de una muerte inminente, otro sentimiento peculiar surgió en la mente de Jacker bajo el peso de esos ataques horrendos. Jacker sintió como si cada ataque del Golem de cristal fuera como el golpe de un martillo y su cuerpo era como una pieza de hierro caliente forjada y labrada por el martillo.