Luego, le tendió la mano para ayudarla a levantarse.
—Yishi, mira lo aterrada que estás, ¿cómo podría culparte? Vamos, el piso está frío. Levántate.
Song Yishi no estaba acostumbrada a la gentileza de este señor. Se levantó temblando; ver esa sonrisa en el rostro del sujeto solo la atemorizó aún más.
—Lamento haberte decepcionado —volvió a disculparse a causa del miedo que tenía.
—Está bien, lo que hiciste es suficiente.