Justo cuando sus labios estaban por tocar a los de Huo Siqian, él la empujó violentamente. Su rostro se volvió sombrío.
—¡Mírate! ¿Qué tienes puesto? ¿Eres una prostituta humilde? Ella nunca usaría algo así...
Wang Shasha estaba en el suelo y le dolían tanto las manos y las rodillas que ni siquiera podía levantarse. Huo Siqian solo permaneció ahí, sin intenciones de ayudarla. Frustrada, Wang Shasha se enfureció y le gritó: —¿Quién es ella? Si te gusta ella, ¡ve a perseguirla! ¿Cuál es el punto de usarme como reemplazo? ¿Te divierte? Soy una falsificación, ¡nunca seré como ella! Eres un hombre poderoso, ¿por qué continúas mintiéndote a ti mismo?
Al oír eso, el rostro de Huo Siqian se apagó completamente. Caminó lentamente a Wang Shasha y la asustó tanto que intentó huir. A decir verdad, ese hombre la aterraba...
Huo Siqian la tomó del cuello y la miró fijamente a los ojos.