—¿Qué? ¿No vas a satisfacer el único deseo de tu marido? —dijo Qin Chu, lastimado.
—Sr. Qin, me estás acosando —exclamó Huo Mian.
Para empezar, ella era una inexperta, entonces ¿por quéél le pediría que tomara la iniciativa?
¿Ella arriba? Oh, dios mío, era tan pervertido que ni siquiera quería pensar sobre eso.
—Estoy bromeando, vamos a comer —dijo Qin Chu amorosamente, mientras dejaba ir la mano de Mian.
Entonces, el disfrutó de unos sabrosos mariscos con ella. El estómago de Qin Chu era muy sensible, entonces el solo puedo comer el congee de langosta.
—Está bien, cariño, quiero hablarte sobre algo.
—Bueno.
—Hoy me ayudó Huo Zhenghai, pero a cambio de eso me pidió un favor.
—¿Qué clase de favor? —preguntó inmediatamente, Qin Chu levantando la cabeza, mirando a Huo Mian.