—No estoy soñando, ¿verdad? ¿Cómo llegué aquí?
—Yo te traje aquí.
—¿Dónde está mi ropa? —preguntó Huo Mian, confusa.
—Yo te la quité.
—¿Así que has estado mirándome en el baño?
Huo Mian se sintió sobrepasada.
Qin Chu se sentó calmadamente en la silla del baño, usando su laptop para mirar la bolsa de valores, todo esto mientras miraba a su esposa en el baño.
—No estaba mirando, te estaba haciendo compañía —la corrigió Qin Chu.
—Dios, no hay nadie más sin vergüenza que tú. ¿Cómo pudiste mirarme bañar tan orgullosamente? —preguntó Huo Mian, enfadada.
—Somos marido y mujer, ya no hay nada "sin vergüenza" aquí. Ahora todo es legal —dijo Qin Chu, haciendo su laptop a un lado.
—De acuerdo, señor Qin, ¿puede irse ahora? Quiero empezar a bañarme.
—No puedo.
—¿Por qué?
—Porque quiero ayudarte —dijo Qin Chu, metiendo su mano directamente en el agua.
—¡Ah! —gritó Huo Mian.